8. Presentimiento

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Bajó al primer piso lentamente, asegurándose de que tanto su tío Avdol como Polnareff, quien había regresado repentinamente tras una abrupta cancelación de la temporada, no se despertaran. Tomó su querido pero viejo chal crema que colgaba en el perchero, guardó sus llaves en el bolsillo y abrió la puerta de la casa, escabulléndose en la oscuridad de la noche en absoluto silencio.

Una vez fuera lo primero que hizo fue calzarse los zapatos rápidamente, atándolos con fuerza, para así no molestarse en atarlos una segunda vez en la noche. Se levantó, mirando el camino que daba a la playa sur y comenzó a correr sin pensarlo dos veces.

Tampoco miró hacia atrás, tenía miedo de que su tío Avdol estuviera allí, esperando que se volteara para reprenderlo por intentar escaparse de casa a las dos de la mañana. No quería verlo poner esa cara de desaprobación que había estado dedicándole los últimos días, como si supiera más de lo que conversaban habitualmente y no estuviera para nada contento con ello.

Estaba demasiado abrumado en ese momento como para querer algo así.

Además, ¿Qué excusa le diría para explicar esa inusual acción suya?

Salía de casa e iba hacia la playa sur a esa hora movido por un simple presentimiento que le decía que Jotaro estaba en un grave peligro y que moriría si no se presentaba allí cuanto antes.

Se le había cruzado por la cabeza ese pensamiento y no pudo hacer nada para deshacerse de este, desvelándolo completamente. No lo había soñado, de eso estaba más que seguro. Pues hasta el momento solo se había dedicado a dar vueltas en la cama, incapaz de cerrar los ojos producto de una extraña y molesta mezcla de miedo y nerviosismo descomponiéndose en su estómago, causándole un intenso dolor que lo hizo levantarse.

No fue capaz de mantener la calma, acelerando poco a poco sus pasos hasta que sus pulmones comenzaron a arder por ir corriendo tan rápido. Prefirió no mirar el camino para no bajar la velocidad de sus piernas, tropezando varias veces con las irregularidades del camino, sin embargo se esforzó a la máximo para no caer.

El camino a la playa sur desde su casa era de aproximadamente dieciséis minutos caminando, pero de alguna forma se las arregló para recorrerlo por completo en menos de siete. Descansó un poco cuando sus pies comenzaron a hundirse en la arena, posando sus manos en las rodillas mientras respiraba desesperadamente en un burdo intento por recuperarse.

Miró hacia adelante, admirando el bello paisaje nocturno que le regalaba la playa vacía. Desprovista completamente de humanos y botes saturando todo a su vista. El aire frío proveniente del mar golpeó su piel sudorosa, sintiéndose como una bendición.

Caminó lentamente. Calmándose poco a poco.

El miedo de que su presentimiento fuera real lo hacía ir más despacio de lo esperado, recorriendo aquel trecho de no más de cincuenta metros como si se tratara de uno de cien. La luz de la luna caía sobre el lugar, iluminando escasamente todo.

Las luces de la calle no llegaban a donde quería ir, así que se vio forzado a usar la linterna de su teléfono para evitar chocar contra algo o desviarse demasiado. Tragó saliva, buscando valor en cada paso. A la vez, intentaba convencerse de que su temor era solo una tontería y que esta incursión era para confirmarlo.

Llegó por fin a las rocas. Sosteniéndose de ellas un momento. Tomó aire, repitiéndose en voz baja que todo estaría bien y que pronto volvería al calor de su cama. Apuntó hacia el punto donde Jotaro solía sentarse a esperarlo.

No había nada allí...

Suspiró un tanto aliviado, dejándose llevar por el tranquilo sonido que creaba el vaivén de las olas rompiendo contra la arena y las piedras, afortunadamente las marejadas habían cesado, por lo que era seguro acercarse al agua a todas horas. Cerró los ojos, sintiéndose en paz por un momento.

Un vals entre las olas  -JotaKak-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora