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Sol llevaba un par de días siendo mesera, Aimee había castigado a Serre y lo había enviado a la cocina a lavar platos junto a Remi. Tanya y Penélope solían llamar a Natalia para que fuese a regañar a Serre. Este siempre parecía dispuesto a querer molestar a Remi mientras que esté estaba dispuesto a pelear con todo el que le dijese algo.

Se había adaptado rápido al cambio, también había conocido a las otras chicas humanas del lugar: Nancy, Violet, Jennifer y Stacy. Ellas eran universitarias que trabajaban en el lugar para solventar sus gastos. Eran agradables, unas más parlanchinas que las otras. Algunas de ellas soñaban con que los chicos del lugar las llevarán a la parte de atrás del bar a hacer “negocios”. Algunas de ellas estaban celosas con el hecho de que ella viviese en ese lugar rodeada de tantos “hombres con H mayúscula”. Realmente ella nunca se había detenido a pensar en ello hasta que las chicas se dijeron, una vez que lo pensó, debía aceptarlo, los hombres en el lugar parecían esculpidos por los dioses, pero ella no se sentía atraída por ninguno de ellos. No lo pensó demasiado, después de lo que había pasado era normal, pero no pudo evitar pensar si alguna vez podría darse esa oportunidad o si encontraría a alguien con quién dársela. Durante los primeros meses de universidad había fantaseado con un chico bastante atractivo del lugar, pero antes de que pudiese concretar algo, Stone llegó a su vida, sus sueños se habían roto. Las chicas suelen imaginar ¿Cómo será mi primera vez? Tienen expectativas y en pleno siglo XXI ya tienes una idea de lo que va a suceder, pero aun así sueñas que sea mágico como en las películas. A ella su sueño se lo habían destruido durante cinco años y no podía ver el final del túnel.

Aimee se le había acercado hace dos días, ella había notado como huía de la cercanía de los hombres del lugar, estos también ya habían comenzado a notarlo y solían darle su espacio; pero Aimee tenía otra idea, le había propuesto llamar a una psicóloga amiga suya para que le diera terapia. Ella había sentido un golpe en el estómago ¿Debería de hacerlo? Una parte de su mente huía a la idea, pero la otra la abrazaba con fuerza.

Tal vez sería lo mejor, así cuando fueran libres ella podría seguir adelante, vería la manera de seguir con la universidad, encontraría un trabajo y sacaría adelante a sus hermanos, si en el proceso encontraba a alguien que pudiera enfrentar a todos sus demonios, bienvenido fuera.

-Nat, ven a calmar a tu hombre, enserio, ¿Cuándo piensas comprarle un bozal?- Gruño Penélope en la comunicación, Sol había recibido su chícharo hace un par de días, por ese canal estaban unidos todos los animales del lugar, ella había recibido uno porque conocía su naturaleza a diferencia de las demás chicas.
-Échales agua caliente, de verdad, no pienso volver a ir- Señalo Natalia, ella estaba atendiendo las mesas de juegos, solía subir bebida a ese lugar.

-Mueve el culo para acá, Nat- Le exigió Penélope, Sol escucho risas, claramente todos encontraban la situación divertida, pero ninguno deseaba intervenir.

-Eros y Psique desean cervezas- Gruño Nat.
-Yo las llevo, no te preocupes- Hablo Sol en la comunicación, se dirigió a la barra por las bebidas.

-Aquí tienes- Sol las tomo y comenzó a caminar entre las mesas, subió las escaleras a la segunda planta del bar, donde estaba la zona de juegos, Psique le hizo una señal y camino hasta ella.

-Cervezas bien frías- Psique las tomo, Sol sintió curiosidad por la partida que estaban teniendo, Etienne y Griffe estaban jugando también, todos en el lugar parecían muy concentrados, pero Sol noto que uno estaba más satisfecho que los otros. Observó al hombre con cuidado, él estaba haciendo trampa. Sol palmeo la mente de Psique, está la sintió y la miró confundida, Sol le hizo una señal con los ojos que la Diosa comprendió de inmediato, Sol comenzó a bajar las escaleras cuando escucho que Psique grito.

Una luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora