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Sol estaba despierta mirando el atardecer, la verdad es que se había levantado a causa de una pesadilla y no había podido volver a dormir. Observó cómo las estrellas una a una comenzaba a aparecer tenuemente, contrarrestadas por las luces de la ciudad, la luna creciente era la única que se veía con todo su esplendor. Ya había pasado casi un ciclo lunar desde que habían estado aquí. Hoy era el día, el día de Luna. Tal vez por eso había tenido pesadillas, odiaría que Luna padeciera lo mismo que ella.

Fang había hablado con ella unos días antes para calmar sus miedos, pero la realidad era que se seguía sintiendo nerviosa, Luna era solo una cachorra ante sus ojos, todavía recordaba a la niña que había llegado a su casa y ella junto con Juliana se habían esforzado en proteger, aunque solo era tres años mayor que ella se sentía con responsabilidad hacia ella.

Recargó su cabeza entre los barandales de la reja que había alrededor del balcón, podía ver desde donde se encontraban como la gente comenzaba a arremolinarse alrededor del Santuario. Ella sintió un mirada sobre ella, levantó la vista y lo atrapó observándola.
Remi Peltier.

Habían pasado varios días desde que perdió el control en el techo, Remi no había dicho una sola palabra al respecto (lo cual ella agradecía), la trataba igual que siempre. También había notado un cambio en los hombres del lugar, la trataban amablemente, pero ya no trataban de salir con ella, lo cual también agradecía. Aimee había tocado a su puerta hace dos días, junto a ella estaba una mujer de apariencia amable y elegante que se había presentado como la doctora Grace Alexander. Ella se había sentido incomoda, realmente no quería hablar del tema con nadie, pero Grace le había dejado claro que ella no estaba allí para juzgarla, sino para ayudarla. Ella había aceptado finalmente a hablar, había sentido un poco de menos peso sobre sus hombros. Grace había aceptado ir al Santuario cada semana a verla. Ese día también había conocido a su marido, el cual era uno de los hombres más hermosos que ella hubiese visto y se había sorprendido al enterarse que era hermano de Eros. Julián era hijo de la Diosa Afrodita. Dioses, demonios, híbridos. El mundo Were-Hunter era extraño y extraordinario.
Remi le había sostenido la mirada, ella trago nerviosa al ver su estado. Estaba solo con unos pants color gris, no traía camisa y su cabello rubio estaba suelto. Ella paseo sus ojos por él, era guapo, pero no era un hombre “bello” su apariencia era fuerte y arrolladora, era una montaña de músculos, su rostro expresaba “problemas” y su mirada era oscura. Era ese tipo de chico de los cuales su madre solía decir que debía alejarse. Pero ella no estaba segura que quisiera hacerlo, es decir, el chico con apariencia de “patea traseros” la había tratado tan amable como su actitud lo permitía, mientras que el chico vestido de traje la había violentado por años.

La apariencia es traicionera.

Le lanzó una última, este tenía apretada la mandíbula. Ella se levantó de su lugar y levanto una ceja. Él soltó un resoplido y entro a su habitación, no pudo evitar soltar una risa ¿Cuál era su problema? Decidió comenzar a cambiarse, iría a ver a Luna antes de que Vane Kattalakis viniese por ella, lo cual le recordó que tenía una conversación pendiente con el Regis Arcadias Lykos.

Busco un pantalón negro y una blusa de tirantes color blanco, se puso unas botas altas y se amarro el cabello en una coleta. Hoy cantaría, así que tenía que verse presentable. Además, sentía un poco más de confianza, Aimee tenía razón, Grace la había ayudado un poco.
Una vez que estuvo lista salió de su habitación y camino al cuarto de Luna, tocó un par de veces y está le abrió, su expresión era contrariada.

-¿Ya está pasando?- Le cuestionó.

-Si, ya lo está sintiendo, mientras no tenga un macho viril sin emparejar cerca, no tendrá problemas- Luna parecía ansiosa, estaba sudando frío.

Una luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora