Épilogo

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Sol observaba con una sonrisa como sus hermanos entrenaban frente a ella, ya había pasado más de una década desde que sus pequeño lobos habían comenzado a instruirse en el arte de la guerra. Ahora ya habían alcanzado la veintena, ella se había encargado de hacerlos unos excelentes guerreros; con los años sus recuerdos la completaron, ella había sido la mano sangrienta de la Diosa. Actualmente era el brazo sangriento de la Diosa. No fue difícil recuperar su lugar, Apollymi había perdido a sus hijos Xedrix y Ximeira, ellos habían abandonado Katoteros al no tolerar el cambiante humor de Polly, por lo que la Diosa no confiaba en nadie y al regresar a la vida, Polly supo que había recuperado a su mano derecha.

Aunque no de la manera que le gustaría.

En el pasado se había unido a la Diosa, las dos eran una sola carne, había habitado en la piel de la Destructora, pero las cosas habían cambiado, ella estaba al lado de la Diosa bajo nuevas condiciones, caminarían por el mismo camino, pero no lo harían del todo juntas.

Ella ahora tenía otro destino, estaba ligada a otras personas de una manera más intima.

La Diosa lo había comprendido, ella misma tenía otros lazos, su hijo Apostolos había tenido su propia descendencia, ahora tenía una gran y hermosa familia a la cuál tanto la Diosa como ella solían cuidar. Ella le debía a la Diosa y Apostolos su regreso, estaba segura, no podía ser de otra manera, al final del día Apostolos era el "destino final" y la Destructora también era capaz de dar vida.

Igual la Diosa la había bendecido, el clan Peltier con el pasar de los años había sufrido ataques, pero no había tenido ni una sola baja, en cambio, había tenido bastantes altas con el pasar de los años.

Ella era la única que había estado renuente a aumentarlo, principalmente por los cuatro guerreros que tenía entrenando frente a sus ojos. Sus hermanos ya no eran unos niños a los cuáles tenía que cuidar, por lo que no sintió como algo incorrecto que su menstruación se hubiese atrasado unas cuantas semanas. Podía sentir sus vidas dentro de ella.

-Alto- Les gritó, sus hermanos se detuvieron y se giraron a verla -Bien, muy bien- Victoria fue la primera en llegar junto a ella, su hermana se había convertido en una hermosa mujer de ojos cafés con cabellos dorados como el sol, su piel cobriza hacía que su hermosa sonrisa resaltara un poco más.

-¿Ya lucharas contra nosotros?- Le increpó, ella le dio un pequeño golpe en la frente.

-No están listos para eso- Los cuatro chasquearon la lengua.

-Vamos, hermana, ya has luchado con Trace- Le dijo Luz, Héctor y Alexander sonrieron divertidos.

-Y le partió el trasero, además, todos pudimos ver que le regalo cinco movimientos por consideración al alfa- Sol tomo el mentón de Alexander y le dio un beso en la mejilla, su hermano se había convertido en un guapo hombre de piel cobriza y cabello castaño como el suyo, en unos años podría pasar por su hermano mellizo.

-Lobo listo- Su hermano paso un brazo por sus hombros y beso su cabello -No están listo para tener una pelea justa conmigo, dejen de intentar lanzar un mordisco tan grande, se van a atragantar- Los miró -Ya no son unos cachorros y no estaré siempre sobre ustedes, Vane les ha enseñado bien, pero quiero instruirlos también a mi manera-

-A la manera caronte-

-A la manera de La Destructora- Señalo Sol -No deben tener compasión por sus enemigos, ellos no tendrán compasión de ustedes- Sus hermanos se pusieron serios -Hemos tenido batallas a lo largo de los años, los he dejado fuera porque eran unos cachorros, pero llegará el momento en que se les necesitará en el frente y quiero que estén listos-

-Lo sabemos, pero hermana, ya hemos crecido, no debes preocuparte pronto, no pretendemos dejarnos matar tan fácil- Señalo Héctor.

-Lo sé- Les dijo con una sonrisa -Vamos a regresar, los Kattalakis deben estarnos esperando-

Una luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora