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Remi había despertado junto a una mujer caliente y sensual, la mujer que era su esposa. Nunca se había considerado un hombre suertudo, los Dioses sabían que su vida había sido una mierda, pero cuando la sintió removerse a su lado, por primera vez se sintió afortunado.

Sol era hermosa, cuando la había visto por primera vez tenía curvas definidas, pero estaba demasiado delgada, ahora, después de alimentarse por dos meses en el santuario, su peso había aumentado y con él sus curvas. Lo hacía sentir humilde. Su rostro era dulce, en forma de corazón con pestañas largas y labios carnosos.

Era suya. Joder.

Habían regresado en la madrugada a la casa, había puesto a Sol frente a él en la moto, podía ver qué estaba cansada y ella había quedado dormida durante el trayecto, cuando llegaron la transportó a la habitación, la acostó y la dejo dormir. Había sido un largo día y debía de recordarse que ella era humana. Si, viviría tanto como él, pero ella no recargaba su energía con las relaciones sexuales como él.

Tomo la mano de Sol, la mano donde estaba su marca de apariamiento, recordó lo que Sol le había dicho, para su mundo, esa marca significaba que ellos se pertenecían, pero con los humanos era diferente, él deseaba que todos se dieran cuenta que era suya.

Se levantó de la cama decidido, tenía algo que hacer.




Sol se despertó exhausta, todavía tenía ganas de seguir durmiendo, pretendió acurrucarse de nuevo contra Remi, pero tanteo la cama y no lo sintió, abrió los ojos para encontrarse que estaba sola, se estiró para después sentarse en la cama, había una nota en la mesita de cama, arriba había un lirio blanco.

"No te preocupes, fui al pueblo a buscar algo, no tardo"

No hacía falta que la firmara, sabía quién la había dejado, se levantó y se dirigió al baño. Lo último que recordaba de la noche anterior es que se había subido a la motocicleta de Remi.

Una vez dentro, se dirigió a tomar una ducha, el agua estaba fresca, suspiró aliviada cuando la tocó, no sabía cuándo tardaría Remi, así que se tomó su tiempo. Una vez que terminó se secó y camino al ropero que Remi tenía en su habitación, él había aparecido algún ropa para ella, una más sexy que la otra, supuso que seguro él la había imaginado con algo así, ella no tenía problema, sinceramente toda la ropa le había gustado.

Se puso una blusa estilo corset color azul con una falda color café, se colocó una botas café y se hizo una cebolla alta, tomo la flor que había en la mesita y se dispuso a ir a la planta baja.

No sabía a la hora que vendría Kyle, pero no dejaría que la flor se marchitara, fue a la cocina y busco un vaso lo suficientemente grande para meter la flor y ponerle agua, abrió la llave del grifo y lleno del vaso, después coloco la flor.

-Sol- Ella utilizo sus poderes y lanzó a Kyle contra el techo, este la miró primero asustado y después divertido -Joder, eres buena- Los dos se miraron con cierta diversión, ella no pudo evitar soltar una risa.

-Kyle- Su voz fue entre asustada y divertida.

-¿Podrías bajarme?- Ella se sonrojo, lo bajo con cuidado -Demomios, creo que me quedara una marca- Colocó una mano detrás de su cabeza -Mierda- Kyle miró su mano y tenía sangre, Sol se acercó a él.

-Oh Kyle, lo siento- Ella tomó un trapo -Dejame verte- Se acercó a él, Kyle se sentó en una de las sillas de la barra y ella reviso entre su cabello, le había abierto un poco la cabeza -No tienes la cabeza tan dura ¿No?-

-Ja ja ja, que graciosa- Ella soltó una risa, canalizo sus poderes hacia sus manos y comenzó a curar la herida de Kyle, este cerro los ojos -Se siente una sensación extraña, es como si el dolor se detuviera y sintiera un bálsamo frío, es un poder interesante- Ella reviso que todo estuviera bien.

Una luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora