Una luz en la oscuridad

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Remi había pasado los días más felices de su vida. Él podía notar su cambio tanto como otros, ya no estaba todo el tiempo gruñendo, Dev se había quedó estupefacto cuando lo escucho reír con ganas hace dos días por una frase en doble sentido que le había lanzado Sol de algo que habían hecho en el baño, solía escuchar parlotear a Tanya y Penélope sin molestarse, igual soportaba mejor a Serre.

Sol había transformado su habitación un poco, le había pedido a Quinn si podía hacerle un mueble con cajones así como un tocador con su respectivo asiento, también olía un poco más dulce, por los perfumes que ella utilizaba así como que la capa de polvo que solía haber por todas partes había desaparecido, si algo era Sol, era limpia. Había comprado una flor de lirio blanco por medio de Bride, la había colocado en el balcón y la cuidaba todos los días, decía que así recordaría la que él le había regalado en Francia.

Era excesivamente dulce.

Eso le gustaba de Sol, solía ser amable y alegre con todos, aunque si los chicos se metían con ella lanzaba puyas muy buenas, pero con él también era cariñosa, atenta y dulce, muy dulce.

-Regresaré después de que mis hermanos se duerman, amor- Sol tenía abiertas las puertas del ropero, él estaba recostado en la cama, acaban de salir de bañarse, aunque no solo habían hecho eso -¿Qué le digo a Alexander? ¿Crees que si podamos ir por sus juguetes? No es que le falten en casa de Bride, pero creo que quiere algo que sea suyo y no de los hijos de Vane- Sol estaba más cómoda con su desnudez ante él, cerró el ropero y camino por la habitación con su ropa en la mano, le dió un espectáculo que debió ser enviado por los mismos Dioses, comenzó a ponerse la ropa interior con calma, lo cual lo estaba calentando de nuevo.

-No creo que Kyle y Dev te digan que no, estoy casi seguro que todos mis hermanos van a querer acompañarte, ahora eres parte de nuestra familia, beau- Sol se sonrojo un poco.

-No quiero que piensen que soy abusiva- Se colocó las medias negras y después la falda.

-Esto debía hacerse, tarde o temprano debías revisar la casa de tus padres, además, ya hablaste con Bride ¿No? Entre los lobos y nosotros, te cuidaremos- Sol sonrió tímida, sabía que le gustaba sentirse protegida, aunque ella sola se pudiese defender, se colocó la blusa, terminando con el espectáculo de ropa interior, pero él seguía tan caliente como el fuego, sabía lo que había debajo de la ropa.

-Gracias- Sol se giró hacia el tocador y tomo el cepillo, se hizo una cola alta y después pinto sus ojos, casi no se ponía maquillaje, solo pintaba sus ojos y labios, una que otra crema y su perfume. Se levantó y se puso sus botas negras. Traía una blusa negra de manga larga y cuello de tortuga, una falda de color negro y sus botas. No es que fuese demasiado objetivo, pero se veía hermosa -Ya me voy amor- Se acercó a él en la cama -Eres un espectáculo, Remi- Se sentó y se acercó para besarlo, él solo tenía su pantalón puesto, él se giró en la cama y la colocó contra ella.

-Tú también, mon soleil- Paseo una mano por su pierna -Eres tan hermosa- Ambos se besaron con ganas, Sol subió sus manos a su cabello y jugo con él, después las paseo por su espalda, él gruño satisfecho, pero él rompió el beso -Si sigues, no llegarás a ver a tus hermanos- Ella soltó una risa radiante, beso su nariz y se sentó en la cama.

-Te amo- Le dijo mientras tomaba su mano y la besaba -Te veo más tarde amor- Él le dió un último beso, Sol sonrió y desapareció.

Él no pudo evitar sonreír, se dispuso a tomar un vaso de agua y cuando tomo el vaso de la mesita de cama junto con la jarra se encontró con las pastillas de Sol. Ya había pasado un mes desde que habían regresado de Francia, Sol no había quedado embarazada, por lo que una vez que todo se controlo, comenzó el tratamiento anticonceptivo, él le había dicho que podían seguir utilizando condones, pero Sol le había dicho que no, que se sentía más segura con las pastillas.