Casado con el profesor

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Esa noche el oscuro profesor se metió al baño privado de sus habitaciones, dándose una larga y relajante ducha, tenía la enorme necesidad de quitarse el horrendo olor de Azkaban.

Vamos, no había tenido un baño durante esos tres días. No entendía como los prisioneros soportaban aquello, aunque bueno la mayoría estaban locos y tal vez ni siquiera en libertad se preocupaban por su higiene.
La simple idea solo le hacía sentir más náuseas.

Cuando finalmente salió e iba a ofrecerle al joven que se diese un baño también, lo encontró profundamente dormido sobre el costado de la cama.
Suponía que había sido un día largo también para el… joder, claro que lo fue.

No importaba cuánto se quejara de la experiencia en la prisión, el joven frente a el tenía en el vientre una vida. Dentro de el crecía lo que sería el hijo de ambos. El solo hecho de imaginarse el asco que debía sentir el chico al saberse que quien le había dejado en tal estado era el mismísimo maestro de pociones, le dejaba helado.

Trato de no pensar más al respecto, mañana hablaría con Dumbledore seriamente sobre todo ello. Por ahora sería mejor entretenerse en algo en la pequeña sala de su despacho, no podía dormir con el chico, no se atrevía a ello. Por más que supiera que ya habían compartido lecho, ese bebé no había salido de la nada, preocupado se sentía de no poder recordar nada, frustración le invadía cada parte de su ser al no saber si había sido rudo con Potter, si no había tenido tacto con el y ¿Si en realidad el ministro tenía razón y le había violado? No importaba que tanto odiara a su padre, no había porque hacer tan horrenda acción.

De nuevo estaba hundiéndose en aquellos desagradables pensamientos, tanto así que ni siquiera se dio cuenta de cuando ya se encontraba sentado en el sofá frente a la chimenea. Pero pasando un par de horas no pudo soportar el enorme peso en sus párpados y termino por sucumbir al tan necesitado sueño. Justo así, sentado en ese lugar y con la cabeza hacia la izquierda.
Al día siguiente tendría un horrible dolor de cuello.


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Los preciosos esmeraldas empezaron a despertar lentamente, tratando de enfocar a su alrededor, fracasando en ello por la terrible vista que tenía, sin sus lentes le era casi imposible visualizar su entorno. Por lo que empezó a tantear con la mano en la misma cama, quedando sorprendido durante algunos instantes al sentir la suavidad de las sábanas bajo de el, esa no era su habitación.

Pronto logro completar su tarea de obtener sus gafas, poniendo estas mismas en su cara mientras se levantaba algo lento.

Ahora podía verlo todo, sintiendo un duro golpe de realidad al saber el sitio en el que había despertado. Aún recordaba el terrible asco que sintió aquella mañana en la que al abrir sus ojos en esa misma habitación se encontró desnudo y con algunos fluidos delatores por todo el torso, al igual que tenía unas cuantas marcas de posiblemente manos en su piel. Se había sentido realmente cansado, adolorido y con el cuerpo en exceso pesado más aparte de la extraña sensación de revoltijo en su estómago. Pero nada de ello le logro perturbar tanto como el voltear la mirada y descubrir el cuerpo desnudo de su más odioso profesor junto a el y en las mismas condiciones por lo visto.

Había sentido unas inmensas náuseas y con dificultad había conseguido huir de ahí, de esa horrible escena. No tenía recuerdos de lo que había sucedido con el mayor, pero no había que ser tan listo para darse cuenta de lo que pasó entre ellos.

Y ahora, en el presente, estaba justo en la misma cama. Agradeció la ausencia del tan sarcástico hombre y el hecho de que estaba vestido, lo que fuese que había sucedido aquella noche no se había repetido esta vez.

Sin embargo lo que actualmente le sucedía tal vez era aún peor…

¡Obvio que lo era! No tenía recuerdos de la posible intimidad con su maestro, así que se había obligado a olvidar las sospechas de lo que sucedió, cosa que justo ya no podría hacer más. No con tremendo recordatorio creciendo dentro de el…

Suspiro resignado, al fin y al cabo ayer había aceptado el nuevo destino que tenía al casarse con ese tipo. Se levantó despacio, cuidando de no hacer demasiado ruido para así comprobar si el profesor estaba en el despacho o en el laboratorio, dándose cuenta que no había ningún rastro de su presencia en el lugar. Agradecía no tener que encararlo tan temprano, aún no estaba listo incluso después de haber exigido que lo desposara.

Se apresuró a alistarse para ir a desayunar, tenía claro que por más que quisiera evitar el hecho de que todos se enteraran de su inesperada boda, eso no iba a suceder. Así que más le valía armarse de valor y encaminarse pronto al gran comedor.

Dio una última mirada a la cama, recordando que la noche anterior se sentía tan agotado tanto mental como físicamente que sin pensarlo termino dormido encima de aquel tan cómodo lecho, por alguna razón el olor en el le resultó extraordinariamente relajante. Había dormido tan profundo como no sucedía desde hace dos semanas, se sentía protegido pero no comprendía el porqué y tampoco es que lo quisiera saber.

Obligándose a abandonar esos pensamientos se encamino de inmediato al tan conocido gran comedor, ya era un poco tarde así que no se encontró a nadie en el trayecto, cosa que le hizo dudar de si tenía el suficiente valor de entrar, quedándose así estático a algunos pasos de la enorme puerta abierta, pero el era un Gryffindor y no se dejaría vencer ni intimar por nadie.

Embarazado de mi Profesor (Snarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora