La entrevista incomoda

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Después de que Severus y Harry formasen la tregua todo continúo con normalidad, entre ellos no hablaban mucho más haya de algunas preguntas sobre el estado de embarazo, en realidad a ninguno de los dos les molestaba no cruzar más palabras pues el silencio que se formaba entre ellos dejo de ser incómodo y traía paz al despacho y la habitación.

Con ayuda de sus amigos Harry logro mantener a Sirius lejos de Snape pues todos sabían que al momento en dejarlos solos estallaría una pelea, el tema del bebé había sido aceptado por su padrino pero este aún así tenía un odio evidente por el oscuro profesor y varias veces expreso que quería pegarle un paliza por lo que había hecho, Hermione tuvo que explicarle muchas veces el tema de los Omegas y aún así, Sirius nunca aceptó lo que su ahijado ya había comprendido: Severus Snape no era culpable, no habría podido evitar lo que sucedió aunque quisiera.

Cuando las cosas se salían del control del trío de oro, Remus era quien intervenía y ponía a Sirius en su lugar. A todos les resultaba muy gracioso ver cómo lo regañaba y a regañadientes el animago aceptaba dejar el tema.

Los días pasaron y con ellos las semanas, convirtiéndose en meses. Ahora estaban a mitad de noviembre, pronto serían las vacaciones de navidad y todos estaban esperándolo con ansias, las fiestas en familia era lo que más atraía a los alumnos de Hogwarts, pero Harry se preguntaba a dónde iría él…

No podía volver con los Dursley, no en el estado que estaba. Su barriga no se notaba tanto, pero había crecido algunos centímetros, lo malo sería que estaba seguro que cuando regresarán de las vacaciones de navidad, su vientre se notaría mucho más y ya no podría esconderlo. Si, Harry había estado escondiendo su vientre entre suéteres enormes y capas cerradas, todo ello aludiendo que hacía mucho frío y no quería enfermarse.

Además no sabía si se suponía que tenía que quedarse en Hogwarts con Snape, ya que estaban casados…

Casados…” Pensó el joven, un escalofrío recorrió su espalda.

Aún se acostumbraba a la palabra ni todo lo que conllevaba, es decir ya no odiaba como antes a ese hombre, era buen tipo después de todo y le daba su espacio, nunca le llenaba de preguntas más haya de las necesarias y la veces que llegó tarde por estar con sus amigos no lo regaño ni le dio un sermón.

Pero aún así, el hecho de que estuvieran casados aún se sentía abrumador para él. Al menos no tenían que llamarse por apodos estúpidos y cursis, los demás podrían pensar que Harry amaba lo romántico y si, lo hacía. Pero no esperaba eso de su profesor, tal y como estaban las cosas ahora era más que suficiente.

Sacudiendo los pensamientos de su cabeza salió de la tina y se paró frente al espejo de cuerpo completo que había ahí, se tocó ligeramente el vientre mientras se ponía de lado y admiraba en silencio el bulto.

Algunos centímetros ya tenía, no era tan grande como la enorme barriga de su tío Vernon, más bien parecía como si hubiese comido mucho la noche anterior o algo así. Sería como la mitad de una pelota, tal vez.

“Gordo… estoy gordo, espero que estés satisfecho” Pensó mientras se colocaba la ropa.

Desde hace semanas que había comenzado a hablar un poco con el bebé en su vientre, diciendo comentarios sarcásticos o susurrándole promesas lejanas. Al comienzo se sentía como un idiota hablando a alguien que no podía responderle, pero con el paso de los días encontró que la acción le resultaba muy tranquilizadora, se sentía conectado con el ser que crecía en su interior.

A veces se preguntaba si Snape también quisiera dar algunas palabras al bebé, pero descartaba la idea de inmediato. A pesar de aclararle que no tenía traumas, su profesor no le había vuelto a tocar mas haya de leves roces inevitables: El cruce de dedos cuando le daba una poción nutritiva o para controlar la ráfaga de poder Omega, el choque de sus brazos cuando uno salía y el otro entraba de la habitación. Fugaces roces, solo eso.

En realidad a Harry no le importaba tanto, pero esperaba que el profesor no siguiera pensando que tenía un trauma con que lo toque. Algunas veces se lo volvió a repetir pero el mayor solo le respondía con un “Lo se” y ahí terminaba la plática, pues el joven no se atrevía a insistir en el tema para no dar la idea equivocada, temía que Snape pensará que él anhelaba su toque y no, no era así…

Vale, aceptaba que cuando ocurrían aquellos leves roces su corazón palpitaba fuertemente y se le erizaba la piel, como si su cuerpo reaccionara al del otro. Pero Harry creía que eso sucedía porque no tenían mucho contacto y eso generaba cierta tensión, solo eso.

¿Verdad?


El joven volvió a sacudir la cabeza, enviando lejos su primer debate interno del día. Ahora tenía otro problema mayor con el que tratar.

Estaban en invierno, ayer había grandes capas de nieve, pero a veces el clima solía ser muy bipolar, por lo cual hoy estaba haciendo un calor que a todos les parecía delicioso, pues las últimas semanas estuvieron colmadas de fríos enormes. Pero para Harry el hecho de que el sol saliese y derritiera la cubierta blanca del suelo, no era algo bueno ni mucho menos le alegraba…

La nevada y el helado clima le habían ayudado a ocultar la pansita que se le había formado bajo grandes capas de ropa, pero ¿Cómo saldría con abrigo y todo lo demás si afuera era un día tan agradable para los demás? Hermione de seguro le haría quitarse todo alegando que podía hacerle daño traer encima tanta prenda.

Se dedicó algunos minutos a buscar una excusa, una solución, algo que lo ayudase en ese momento para salir de aquello, incluso pensó en inventarse una enfermedad y esconderse bajo las blancas sábanas de la enfermería, pero por su condición serían incluso capaces de llevarlo a un hospital para que le revisaran totalmente, aparte de las personas a las que preocuparía sin necesidad.

Al final solo había una opción, la evidente…

Merlín si en alguna vida te conozco, juro que voy a estrangularte con mis propias manos…” Pensó para luego dar un suspiro, ese mago debía odiarle mucho para ponerlo siempre en aprietos…

Casi podía oír a Voldemort reírse de él desde el maldito infierno. Esperaba que estuviera recibiendo un muy buen castigo el muy cabron.

Al final volvió a alejar los pensamientos sobre su miseria y todo ello, se puso la ropa interior y los pantalones, se colocó la camisa blanca y al final…

Bueno, decidió que si iba a dejarle ver a todo el colegio la pansita crecida que había estado ocultando, lo haría con la frente en alto y de forma que no quedase duda de el bulto creciente.

Así pues, se puso un suéter gris oscuro que aunque no le quedaba ajustado al cuerpo, tampoco era holgado. Con una rápida mirada al espejo observó que se veía su vientre levemente abultado, nadie podría dudar de que esa era una pequeña pasinta de embarazo.

Suspiro con mucha fuerza, su mano en el la perrilla del baño mientras reunía el valor suficiente para lo que hoy haría, para salir con la frente en alto sin importarle los murmullos o miradas en el gran comedor que seguro pondrían toda su atención en él.

Dio unos leves saltitos y agito la mano libre, era como si de nuevo hubiera sido seleccionado para el torneo y estuviese a punto de participar en la primera prueba.

Soltó todo el aire que tenía retenido y se despeinó aún más el cabello, finalmente salió del baño y atravesó la puerta hacia el despacho con toda actitud digna de un Potter.

Aunque casi regresa corriendo al baño cuando al atravesar medio despacho Snape le miro fijamente, su mirada clava en el vientre abultado y luego en sus ojos esmeralda.


- ¿Estás seguro? – Fue lo único que pregunto el mayor, con tono suave pero firme.

Embarazado de mi Profesor (Snarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora