Elsa estaba en su consultorio en el asilo, atendiendo a Don Thomas, un agradable señor que para ella era como los viejitos de las caricaturas que si ibas a visitarlo te darían dinero, dulces y contarían un montón de historia.
Desgraciadamente Don Thomas no tenía familia, por lo que con sus ochenta años decidió entrar al asilo, llevaba poco menos de un mes ahí, pero eso no fue impedimento para que se fijara en Elsa.
Ella estaba viendo unas hojas, escribió algo en un papel que era lo que le faltaba a la alimentación de Don Thomas.
- Señorita Elsa, ¿le han dicho que es muy hermosa?- Elsa se desconcertó.
- Algunas veces- recordó con una sonrisa que solía decírselo constantemente- Debe aumentar verduras en su dieta.
- Si yo pudiera verla todos los días se lo diría sin falta-
- Especialmente chayotes y brócoli- Don Thomas frunció el entrecejo, odiaba las verduras.
Don Thomas desvío su mirada a las manos de Elsa, buscando algún anillo, sonrió al no encontrar nada solo llevaba una esclava de oro en su muñeca izquierda, pero eso no significaba nada según Don Thomas.
- ¿Creé posible qué usted me podría dar una oportunidad?- Elsa se impresionó demasiado.
Estaba apunto de decir que tenía novio, que llevaba saliendo medio año con él y que estaba completamente a gusto en su relación; pero pensó que podría ocupar eso a su conveniencia o mejor dicho a la conveniencia de la salud de Don Thomas.
- Lo pensaré- Un brillo recorrió el rostro de Don Thomas y una sonrisa se dibujó en cara- pero solo si come sus verduras durante unos meses, ahí es cuando lo pensaré.
Don Thomas borró su sonrisa ¡Lo estaba chantajeando!
- Muy inteligente, Elsa muy inteligente. Está bien comeré verduras.
Elsa sonrió.
- Si me disculpa Don Thomas, tengo otros pacientes-
Don Thomas se levantó de su asiento y se empezó a dirigir a la puerta.
- Dígame Thom
- Adiós Thom, nos vemos el miércoles.
Eso para Don Thomas fue como un balde de agua helada.
Solo a él se le ocurre declararse el viernes, Elsa no volvía hasta el dentro de cuatro días y después de eso se la pasaba con sus pacientes todo el tiempo y durante la comida ella estaba con la enfermera castaña, Emma; sumando que la próxima cita de Don Thomas era dentro de un mes, esa fue una mala estrategia.
Elsa dentro de su consultorio rió, Don Thomas le causaba mucha ternura pero nunca podría verlo de otra forma que no fuese su abuelo o algo por el estilo.
Sus pensamientos fueron distraídos por la nueva integrante del asilo, Blanca Nieves, quien había llegado apenas hace una semana.
- Buenos días Blanca-
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Solo Otra Historia Jelsa
Altelepequeños fragmentos de la vida amorosa de estos dos. No esperes algo profundo porque no lo vas a encontrar, esto es solo para pasar el rato.