Capítulo 1

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    -¡Buenos días marmota! -gritó Jessica en mi oreja.
      -¡Diablos Jessica vete al infierno! -regañé al haberme dejado el oído pitando.
      Estaba tranquilamente durmiendo sobre mi pupitre hasta que llegó la hiperactiva de mi amiga.
     Jessica ignoró por completo mi regaño sentándose junto a mí con una sonrisa de oreja a oreja.
      -Que humor tienes por las mañanas…  ¿Flor envió algo? -preguntó cambiando de tema.
      Tomé mi celular de mal humor y revisé si Flor había dejado algún mensaje que explicara por qué aún no llegaba.
      -Nada… -respondí.
      -¡Ahí está! -volvió a gritar animada al ver a Flor entrando al aula.
      -¡Buenos días chicas! -nos saludó y tomó asiento detrás de nosotras junto a Sebastián.

      -¡Marcus vuelve aquí ahora mismo! -se escuchó gritar fuera del aula a un hombre adulto.
     Todos en el salón, yo incluida, dejamos nuestras pláticas matutinas para centrar nuestra atención al regaño proveniente de afuera. De repente, un chico de cabello negro y alto entró al aula como alma perseguida por el diablo, pasando por alto la mirada de todos incluso la del profesor. Tomó asiento en uno de los pupitres del fondo y lanzó su mochila sobre la mesa del mismo quedando sentado de manera natural, diría que hasta un poco más relajado.
     ¿Por qué su rostro se me hacía familiar?...
      -¡Marcus! -gritó desesperado un hombre, casi pelado, con traje desde la puerta.
      Se acercó frente al extraño chico que había entrado y se paró delante de él con los brazos cruzados. Sin embargo, el chico con uniforme del Instituto no hacía más que mirarlo sin un ápice de histérica como aquel hombre aparentaba.
      -¡Es la última escuela en la que te han aceptado, compórtate o te volverán a enviar al internado! -le gritó el hombre comenzando a ponerse aún más rojo de lo que ya estaba.
      -Gracias papá, ahora todo el mundo sabe de donde vengo… -respondió desganado al parecer… su hijo.
      Todos en el aula quedamos congelados, hasta el profesor quien antes leía el programa para poder empezar con la clase. El director entró al aula caminando como pastor en medio de esta extraña atmósfera...
      -Buenos días -saludó como si nada pasara.
      Sólo algunos compañeros le respondieron. Yo por mi parte, seguía tratando de deducir por qué ese chico mirando a su padre con el ceño fruncido se me hacía conocido...
      -Señor Gisbert, deje al joven en paz. En nuestra institución le garantizamos educar a su hijo. Puede volver a su trabajo, le prometo que no ocasionará problemas -le habló el Director formalmente al hombre que le estaba por dar un infarto.
     -¡Ja! Usted no lo conoce... pero debo volver al trabajo, así que si llega hacer algo más sólo me llama y vendré volando -le respondió al Director, sin retirar los ojos del chico.
      -Marcus compórtate, si haces que te vuelvan a expulsar te juro que voy a meterte en el ejercito -amenazó su padre, apuntándolo con el dedo.
      -No te preocupes... esta pocilga no va a expulsarme, necesitan tus sobornos... -le contestó el chico, relajado.
     El director abrió los ojos como platos y el hombre con tres pelos de traje tragó saliva con fuerza.
      -Quedas advertido, Marcus -dijo y salió del aula no sin antes hacerle un asentimiento con la cabeza al Director.
      -Muy bien... -carraspeó el Director para volver a hablar-. Les presento a su nuevo compañero, Marcus Gisbert y como ya habrán notado entró en el Instituto en media jornada por ciertos motivos personales... Les pido que sean amables con él e integren al grupo para que no se sienta ignorado, si se ponen en los zapatos del otro verán que es muy complicado lograr integrarse a medio semestre sin ayuda -pidió el Director amablemente.
      -De ignorado nada, Director... ha dado una presentación de la hostia -dijo un compañero del fondo, Rayan el más problemático, aunque ahora creo que tendrá competencia...
      Las risas no tardaron en sonar.
      Marcus, el chico nuevo, también rio ante el comentario de Rayan y volteó para chocarle los cinco. Es increíble lo fácil que hacen amistad los chicos... tardé una década en tener amigos.
     -Muy bien... de acuerdo, pero quise decir que hagan "amistades" no "compinches", Rayan, te tendré el ojo encima a partir de ahora -advirtió el Director, ya conocía muy bien a Rayan... Todos le conocíamos, nunca puede faltar el gracioso del grupo.
     Los chicos exclamaron un animado "oooh" al escuchar la advertencia que le dijo el Director a su compañero.
       -Ya silencio, hemos robado mucho tiempo de clases. Profesor, por favor continúe -se despidió el Director dejando solo al profesor de biología, Rodríguez.
    Esto no pintaba nada bien...  El ambiente en el aula comenzó a animarse y quedaba a cargo el profesor más manso de todos.
      Enseguida los del grupito del fondo, incluido Rayan, se acercaron con sus banco para rodear a Marcus, el chico nuevo.
    -Esto se va a poner feo... -acotó Sebastián, como el meme de Homero Simpson, mirando al igual que todas como los escandalosos del aula rodeaban al chico nuevo, entre risas y choques de puños, quien parecía salido de la cárcel.
    -Por Dios... lo que queda del año será un infierno -opinó Flor con preocupación.
     -¡Hey! Tranquilos es sólo otro niñato con el ego elevado -animó Jessica-. ¿No es así Agnes?... ¡¿Agnes?! -llamó sacudiéndome.
      -¡¿Qué?! Sí, tienes razón... -respondí insegura, mi sexto sentido me picaba.
      -¿A ti qué rayos te mordió?... -volvió a preguntarme con el ceño fruncido.
      -Es que... se me hace conocido, pero no sé de dónde... -contesté frotando mis manos algo nerviosa.
      -¿A Agnes le parece conocido un chico playboy? -curioseó Flor con diversión.
      -¡¿Por qué le dices chico playboy?! -exclamó Sebastián furioso, ya que él tenía sentimientos algo comprometedores hacia Flor, pero ella aún no lo sabía.
       -¡Shhhh! ¡Baja la voz lunático! -le regañó Jessica.
       Dejé de lado la batalla campal de mis amigos para concentrarme en el rostro del infiltrado. ¿Quién rayos era?... ¿Hijo de las amigas de mi mamá?... ¿Del club de natación?... ¿De la infancia?... Oh, no... ¡Mierda, mierda, mierda!
       -¡Chicos! -llamé, grité en un susurro volteando para verlos-. Lo conozco desde que era niña, fui a la escuela con él -conté segura, con los ojos sobresalidos.
      -¿Y por eso tanto escándalo?... -dijo Jessica con el ceño fruncido.
      -¿A dónde ibas en preescolar? -quiso saber Sebastián.
      -Era un pequeño Instituto, donde vivía antes cuando era pequeña.
      -Vaya que el mundo es pequeño... mira que casualidad -pensó Flor volteando a ver a Marcus, quien seguía incluyéndose en el grupo de los problemáticos.
      -Ese no es el problema... -indiqué comenzando a sudar como cerdo.
      -¿Cuál es entonces? -preguntó Jessica, poniendo los ojos en blanco con aburrimiento.
      -¡Buenos días! -saludó el preceptor al entrar al aula, casi me mata de un infarto.
      -¡Hagan silencio, tomaré lista! -continuó, abriendo su libreta.
     Fuck... fuck... fuck... Tranquila... mientras él no te reconozca, no pasará nada...
     -¿Agnes Bramson?...
     Mi-er-da...
     -Pre-prese-sente -tartamudeé, levantando la mano con miedo.
     Quizá no me esté siquiera viendo. Volteé para comprobarlo...
    ¡Estoy jodidamente muerta!

¿Conoces al chico nuevo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora