Volví a abrir la puerta del aula de una patada, creo que esto comenzará a hacerse costumbre... Como me temía capturé la mirada de todos ahí dentro, pero mi dignidad ya estaba desintegrada, así que me importó un carajo. Me acerqué decidida hasta el sonriente Marcus que estaba sentado muy relajado sobre su pupitre.
-¿A caso tienes tan pocas neuronas que no sabes que te tienes que sentar sobre la silla? -le pregunté con los brazos cruzados al igual que mi cables.
Los chicos al instante clamaron un "¡Oooh!" como los clásicos primates que son.
-Vaya... ¿te vino, Agnes? -preguntó Marcus entre risas.
-¡Devuélveme mis cosas Marcus! ¡Y espero que hayas hecho los ejercicios que son para mañana! -exclamé amenazándolo con mi inservible dedo.
-Aquí tienes -cedió sin más y me acercó mi mochila.
-Vaya... Gracias -le dije sorprendida y estiré mi mano para tomarla, pero la levantó muy lejos de mi alcance.
Que incrédula soy...
Los chicos estallaron en risas ante mi cara de "póker faces"
-Marcus, dame mi mochila -repetí dura, cerrando los ojos para no darle donde más le duele.
-Te la daré con gusto si me das un beso.
Los ojos se me desprendieron de la cornea al escucharlo, conque ese iba a ser su juego...
Los chicos repitieron a todo volumen un interminable "¡Ooooh!" otra vez. Me puse roja al instante y mis huesos comenzaron a temblaban como gelatina.
-¡No! ¡Voy! ¡A! ¡Darte! ¡Un! ¡Beso! -afirmé golpeándole el pecho con mis diminutas manos con cada palabra.
-Sí vuelves a golpearme te robaré uno y seguirás sin tu mochila -advirtió con sus ojos negros dilatados-. Además, te recomiendo que vayas cediendo, porque no pararé contigo hasta... subirte la falda -afirmó curvando sus labios en una siniestra sonrisa.
Los primates volvieron a gritar, pero ahora añadieron un coro de tambores golpeando sus bancos.
-¡¿Qué rayos es todo este escándalo?! -gritó el profesor de química al entrar al salón.
El profesor de química era el más despiadado de todos y no quería pasar el resto de sus clases, seguro, obligada a estar sentada con Marcus y haciendo cada trabajo juntos hasta el fin de los tiempos, así que arrastré mis inútiles pies con la poca razón que me quedaba y planté mi alma sobre mi patética silla.
Durante la clase mis amigos no me dijeron palabra alguna, sólo palmearon mi espalda para darle su apoyo a un soldado caído. Tenía que pensar en algo, algo que sea efectivo o terminaría cada clase con una hoja donada y una birome prestada. ¿Pero cómo podría recuperar mi mochila sin seguir humillándome ante Marcus y cobrarle un poco de su propia medicina?...
La campana tocó, el fin de la interminable clase dio el alta para comenzar el magnífico plan que había desarrollado.
-Marcus -le llamé natural, antes que salga al recreo.
Frunció el ceño ante mi tono relajado.
-¿Qué pasa ahora? -preguntó directo.
-Dame tu teléfono -pedí alzando mi palma.
-Ni que estuviera enfermo...
-Quiero darte mi número -expliqué rodando los ojos.
Me miró sorprendido y luego frunció los labios.
-¿Por qué me quieres dar tu número?...
-No te daré mi primer beso como si nada, quiero que me invites a una cita, me lleves al cine, me invites a comer y sólo después de eso te daré un beso y me devolverlas mi mochila sin ningún otro pretexto -determiné con mi entrecejo firme, mis labios apretados y mi palma aún abierta impaciente.
Marcus relajó su expresión y sonrió pasándome su móvil.
Lo tomé relajada y comencé a fingir que tecleaba mientras me arrastraba con disimulo hacia a la salida. Salí corriendo como si Shakira estuviese ofreciendo un concierto en mi colegio.
-¡¡Agnes!! -escuché que gritó Marcus con espanto.
Me encerré en el primer baño que encontré, el de los profesores y lancé el celular dentro del inodoro.
Un golpe seco se escuchó contra la puerta del baño.
-¡Agnes, abre la maldita puerta o la tiro abajo!
Era Marcus...
-Devuélveme mi mochila y déjame en paz el resto de mi vida -pedí con superioridad.
Ver su celular dentro del escusado era todo un triunfo. Iba a estar un buen rato luego rezando en la iglesia para que vuelva a funcionar.
-¡Lo haré, lo juro no le hagas nada a mi bebé! -rogó desesperado mientras boxeaba la puerta.
-Así me gusta, pero esto es por decir frente de todos que me subirías la falda.
Toqué la cadena del depósito de agua.
-¡¿Qué estás haciendo maldita loca?! -exclamó espantado al oír el agua correr.
Marcus derribó la jodida puerta del estúpido baño. Mi corazón dejó de latir y las piernas se me congelaron. Marcus se abalanzó sobre el inodoro y tomó su móvil antes de que la corriente se lo llevara para siempre. Una vez con el aparato sano y salvo en su mano volteó para asesinarme con la mirada.
Le sonreí como idiota.
-Eemm..., sinceramente creí que la puerta era más resistente... -contesté blanca como una caricatura japonesa.
Se paró frente a mí demostrando que me pasaba una maldita cabeza y sonrió de lado. Mi alma tomó sus valijas y se fue corriendo de mi cuerpo.
-Acabas de declarar la guerra, Agnes -sentenció atrapándome entre sus brazos y pegando sus feroces labios sobre los míos.
Mi corazón estaba tan alterado que explotó en cuanto Marcus me besó y gemí como una estúpida cría desesperada por sus labios. Marcus al escucharme tomó mis muslos y me subió para poder enroscar mis piernas en su cintura, acorralandome aún más contra la pared del pequeño baño. El beso era tan fuerte, tan salvaje que los dos perdimos nuestros sentidos olvidando por completo en dónde estábamos.
-¡¿Qué rayos está pasando aquí?! -nos gritó la preceptora echando humo por las orejas.
Marcus me soltó al instante y nos paramos frente a ella como "aquí no pasó nada" junto a la puerta del baño completamente destruida y los dos ruborizados a más no poder.
Por suerte, el Director no nos volvió a enviar otro trabajo ni nada parecido, pero nos castigó por una semana a quedarnos en la sala de castigos hasta que el sol se oculte cada tarde. Al menos había recuperado mi mochila, pero como me temía los ejercicios seguían sin hacer y mañana era la entrega.
Llegué recién a las siete de la tarde a mi casa y tuve que desvelarme por la noche para lograr terminarlos a tiempo, mas con la constante escena del beso en mi mente la tarea se me hizo eterna, impidiéndome pegar un solo ojo en toda la noche. Mañana iría a clases en modo zombi...
-Agnes... ¡Agnes! -llamó Jessica mientras me sacudía de los hombros.
-¡¿Qué?! ¡¿Qué sucede?! -exclamé sobresaltada al despertarme sobre mi banco.
-Es hora del recreo -me explicó con una sonrisa.
A mi alrededor todos comenzaron a levantarse y salir del aula entre los fuertes murmullos de los estudiantes.
-Ay no... por favor busquemos un lugar desolado -pedí abrumada comenzando a colocarme la campera para salir.
Me dolía la cabeza como un infierno y el sueño me estaba matando.
-Tranquila celebridad, eso haremos -me reconfortó Flor con ánimos.
Lo del beso en el baño y la puerta destruida se hizo viral y Marcus por supuesto que se encargó de ello. Ahora era la jodida gran protagonista de aquella historia en la escuela, la chica que le tiró su celular al inodoro al chico nuevo salido de un reformatorio. Éramos la pareja del momento y yo, en especial, el jodido conejillo de inda. Pero ya todo me daba igual. Desde que Marcus llegó a mi mundo siento que no puedo pensar con claridad ni actuar como quisiera, todo se me sale de control últimamente y siempre me siento desconforme con lo que hago.
Estaba con los ojos cerrados y la cabeza entre las rodillas, sentada en las escaleras de servicio, unos cuantos pisos arriba del colegio. Era el lugar perfecto, no había un alma, porque estaba prohibido estar aquí, pero no quería estar rodeada de gente que murmuraba y sonreía al verme. Además, ¿si me atrapaban que más pueden hacerme? Todavía me quedan seis días más que cumplir en el salón de castigos junto a Marcus. No obstante, mis amigos tenían su libreta de delitos limpia y estaban conmigo, mas ellos me apoyaban en todo y no me dejarían sola ahora por nada en el mundo.
-Anda... ya cuenta cómo fue -pidió Jessica, arrodillada frente a mí, haciendo que abra mis ojos y saliera de mi terapia psicológica mental.
-Olvídalo, no diré nada -me negué rotundamente.
Tan sólo volver a pensar en el beso mis mejillas se ponían coloradas.
-Ay por favor... Cuenta, fue tu primer beso. ¿Fue apasionado?... ¿maravilloso?... ¿adrenalínico?... -continuó insistiendo, abriendo sus ojos cada vez más intrigada.
Y fue mucho más que todo eso...
-Ya te dije que no diré nada -repetí esforzándome por continuar con la mente en blanco o comenzaría a sonrojarme.
-Eres una mala amiga... Es obligatorio contar todos los detalles de tu primer beso con tus amigas -excusó Jessica frunciendo su entrecejo ofendida.
-Sí, y los detalles de la primera vez también -agregó Flor.
Todos volteamos nuestros cuellos como lechuzas al escucharla. Flor no era de las que soltaba esas bombas.
-¿Qué pasa?... Yo también puedo ser atrevida de vez en cuando, no sólo Jessica puede tener siempre el primer papel -se defendió cruzando los brazos.
Sebastián se había sonrojado, era tan adorable... Aunque eso significaba que Flor nos iba a tener que contar su primera vez con Sebastián y eso no creo que sea adecuado...
-No voy a contarles cuando tenga mi primera vez... ni nadie lo hará y no quiero pensar en el beso. Tengo mi cabeza quemada desde ayer y no he dormido nada por culpa del trabajo -expliqué volviendo a cerrar mis ojos, tratando de relajarme.
-Yo no quiero escuchar la primera vez de ninguna... -acotó Sebastián tomando protagonismo en esta incómoda charla femenina.
-Si estás en este grupo tendrás que escuchar igual que nosotras -expuso Jessica poniéndose de pie para amenazar a Sebastián.
-¡No pienso escuchar la primera vez de nadie! -exclamó nervioso.
-¡Claro que sí lo harás y también te pintarás las uñas mientras lo contemos!
Suspiré cansada y bloqueé mi mente para dejar de escucharlos.
-Agnes -llamó Flor, bajando un par de escalones para sentarse a mi lado-. El profesor de biología nos ha mandado a formar grupos y elegir un tema de educación sexual para exponer el lunes -contó.
Carajo...
-Gracias por avisarme, durante la clase solo vi estrellas flotando...
-Sí, lo sé... Cuando elijas que dar envíalo al grupo así no cometemos el error de que más de uno dé lo mismo.
-Claro, no hay problema, pero el fin de semana empezaré con ello, aún tengo un montón de tarea atrasada por culpa del trabajo de matemáticas...
-Descuida, si llegas a necesitar ayuda sólo llámame -ofreció tomando mi mano con ternura.
Ahora comprendí a que iba... Flor es la mejor persona que pueda existir en el mundo. Sabía que lo que me estaba pasando con Marcus no era nada insignificante y esa fue su forma de decirme que podría desahogarme con ella sin que los chicos se enterasen y hagan un escándalo.~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Chucha... se armó la gorda, pobre del celular de Marcus, no sé si se merecía tanto... Encima tienen que estudiar para biología, pinche profesor Rodriguez.
¿Les gustó el primer beso entre Agnes y Marcus? ¿Adrenalínico no?
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¿Conoces al chico nuevo?
Fiksi RemajaCERO CLICHÉ: Dos valientes amigas extrovertidas aplastarán el orgullo de sus egocéntricos compañeros de secundaria ¡a como dé lugar! ... -¡¡Agnes!! -escuché que gritó Marcus con espanto. Me encerré en el primer baño que encontré, el de los...