Entré al aula y fui directo hacia Sebastián y Flor, quienes ya estaban sentados en nuestros lugares, pasando por alto a Marcus.
-¿Vieron a Jessica? -les pregunté preocupada apenas me acerqué a ellos.
-Eehmm... no... ¿Pasó algo? -preguntó Flor desentendida.
Ellos no se habían enterado de lo que pasó a la salida del castigo y Jessica no me dio más explicaciones luego del mensaje de anoche.
-¡Oye! ¿A mí no me saludas? -dijo Marcus, apareciendo por mi espalda y rodeándome en sus brazos.
Me sonrojé al instante y los chicos nos miraron atónitos. Aún no le conté a nadie lo mío con Marcus... Jessica ya lo sabía y no se enteró de buenas formas... Luego les explicaría a todos, ahora quien importaba era Jessica.
Volteé para ver a Marcus de frente.
-¿Hablaste con Rayan? -le pregunté levantando una ceja y cruzándome de brazos.
-Eeh... Sí, sí claro que sí -respondió rascándose la cabeza y evitando verme a los ojos.
-¡Marcus! -exclamé poniéndome firme.
Busqué a Rayan en el salón y fui hacia él. Lo tomé por el cuello de su campera acercándolo a mi rostro para mirarlo fijamente.
-¿Qué fue lo que pasó ayer con Jessica? -le pregunté dura.
-¡Tú! -gritó Jessica entrando al aula, apuntándome con su dedo y su duro entrecejo fruncido.
Se acercó a mí sin dejar de apuntarme y pasó por alto el hecho de que estuviera sosteniendo a Rayan del cuello.
-Me dejaste sola... con esa cosa... -dijo entre dientes y apenas audible señalando ahora a Rayan.
Mi estomago se contrajo.
-Lo-lo siento, yo en verdad no quise... se me fue de las manos... no...
-¡Sí! ¡Pelea de chicas! -exclamó Rayan, alzando los brazos.
Jessica tomó su mochila y se la lanzó estampándosela en la cara.
Mierda... lo que me esperaba a mí.
-Además, tú tienes algo muy importante que contarme -recalcó hablando otra vez en voz baja, señalando con sus ojos hacia un petrificado Marcus.
Tragué saliva con fuerza.
-Prometo que te diré todo lo que quieras saber.
-Así me gusta -dijo formando una malévola sonrisa.
Tomó mi brazo y me jaló hacia nuestros asientos, justo a tiempo entro el profesor de matemáticas.
Por primera vez en lo que voy de mi vida escolar con mis amigos me siento incómoda entre ellos. El profesor daba su clase mientras los chicos me miraban de reojo asombrados y curiosos; Jessica, en cambio, me sonrió toda la clases con malos pensamientos hacia mi pobre alma. Era la primera vez que deseaba que la clase de matemáticas nunca acabara. Sin embargo, el timbre tocó anunciando el fin de “mi” receso.
Jessica capturó mi brazo derecho y Flor saltó sobre su banco para capturarme el otro. Palidecí y tragué saliva nerviosa.
-Tú te vienes al consultorio -planteó Jessica y ambas me arrastraron a gran velocidad hasta el baño de mujeres dejando de lado a Sebastián.
Me lanzaron contra el lava manos y se cruzaron de brazos mirándome con superioridad. Estaba pérdida.
-Hablas o le tomo una foto a tus pechos y se la muestro a Marcus -me amenazó Jessica chocando sus puños.
-¡¿Qué?! -exclamé espantada.
-Oye, esa es buena... -apoyó Flor a Jessica, volteando a verla con aprobación.
Esto está peor que cuando Marcus quería matarme, no tener a mi amiga razonable conmigo literalmente era una sentencia de muerte.
-Está bien, está bien. Tranquilas, no le muestren nada a Marcus, les contaré todo... El segundo día en la sala de castigos Marcus me invitó al cine y... le dije que sí.
-¡¡¿Qué?!! -gritaron las dos al mismo tiempo, llamado la atención de las demás chicas en el baño y haciendo que me tenga que tapar los oídos.
-¡¿Cómo que tuviste una cita con Marcus?! -exclamó Flor sorprendida.
-¡¿Por qué le dijiste que sí?! -clamó Jessica colérica.
-Una a la vez. Sí, tuve una cita con Marcus y ¿qué? Le dije que sí eso es todo... -expliqué dudando de mi propia perspectiva.
-Guau... -gimió Flor con una sonrisa.
Jessica estaba por meterme la cabeza en el inodoro hasta que se me acomodaran los pensamientos.
-¿Cómo es posible que uno de ellos te lavara el cerebro así de fácil? ¿Por qué ni siquiera luchaste por tu dignidad? -me preguntó Jessica con indignación.
-¿Y por qué le iba a decir que no? -traté de defenderme cruzando los brazos y apretando un poco mi ceño.
-Por qué te amenazó de muerte, te dijo virgen, no te ayudó con el trabajo de matemáticas y te dijo que te subiría la falda, en frente de todos -enumeró Jessica con los dedos y levantando cada vez más la voz con cada enunciado.
-Sí, lo sé..., pero en realidad él no es tan malo... -excusé rascándome la cabeza, no sabía como hacer para que me entendiera.
-No puedo creerlo... -soltó indignada.
-¿Qué fue lo que vieron? -preguntó Flor con curiosidad, ignorando la dramática escena de nuestra amiga.
-Vimos la última de Resident Evil -conté animada.
-¡¿Encima fuiste a ver esa película sin nosotras?! ¡Era nuestra saga! -clamó Jessica realmente celosa.
-¡Ya! Está bien, Jessica, al menos no ocurrió nada grave de lo que se esperaba de ellos dos... -comentó Flor, recordando con temor el pasado.
-¡¿Es en serio?! ¡Resultó peor de lo que esperábamos! ¡Nuestra amiga está cegada por un rebelde sin causa! ¡Le romperá el corazón con la primera siliconada que encuentre!
-¡Ya basta, Jessica! ¡¿Por qué no puedo aceptar la invitación de un chico atractivo?! ¡¿Por qué no soy suficiente?! ¡Me da igual, esto no es una maldita película, es la vida real y no me considero alguien fea!
-¡No digo que seas fea, digo que es de la clase de chicos narcisistas, engreídos y arrogantes machistas como Rayan que terminarán lastimándote de alguna forma u otra!
-¡Ya basta, esto es el colmo! ¡Si quiero salir con un egocéntrico atractivo es mi problema y él no es así, sólo es un adolecentes que le gusta hacer bromas al igual que a Rayan! ¿O me vas a negar que Rayan ayer te llevó hasta tu casa porque no quería dejarte sola a esas horas?
"Ja-que ma-te".
Flor tiró su quijada al inodoro y tuvo que sostenerse los ojos para que no le llegaran al suelo; Jessica se mantuvo intacta con su ceño fruncido, pero no dijo una sola excusa. Salí del baño decidida a buscar a Sebastián, quería estar con alguien imparcial y tranquilo. Sin embargo, la discusión en el baño de chicas duró casi todo el receso y para cuando estaba buscando a Sebastián la campana tocó haciéndome volver al salón.
Durante las siguientes clases ninguna dijo palabra alguna y Jessica estaba de bajos ánimos ahora, como si se sintiera arrepentida de todo lo que me dijo. De todas formas, no me enojé con ella, porque en verdad sé que Marcus no es lo que aparenta y, por lo que me contó después, sé que Rayan es igual, pero algo más terco...
Otra vez en la sala de castigos, para mí era mi día tres de cuatro; para los chicos dos de tres.
Estaba haciendo unos ejercicios de química hasta que otro proyectil cayó sobre mis cálculos moleculares. Nuevamente los papelitos...
Miré a Marcus y sonreí sin remedio.
"Lo siento... ¿En tu casa hoy?" decía el papel arrugado.
¡Ja! Sabía que se iba a arrepentir por no cumplir su promesa de haber hablado con Rayan para que no sea tan duro con Jessica.
Por otro lado, que extraño... ¿Por qué mejor no me invitaba a su casa? No quiero que se vuelva a juntar con mi mamá nunca más... Además, ¿en mi casa qué?
Ay no..., palidecí. Este idiota ya se estaba pasando. Una cosa es que yo sea lenta pero él es muy rápido.
Tomé mi birome con furia y le escribí su merecida respuesta. Aventé el papelito haciendo que le cayera en la cabeza. Volteó a verme con el ceño fruncido.
"Lo siento YO, ni en mi casa ni en la tuya, no tendremos relaciones hasta pasadas las cien citas" le conteste.
Marcus carcajeó con fuerza, llamando la atención de los chicos y en especial la del preceptor.
-¡Marcus! ¡¿Se puede saber qué es tan gracioso?! -retó el preceptor, levantando la vista de su libreta.
-Lo siento, precep. Es que el sistemas de correos en la ciudad últimamente es muy malo -le contestó con gracia.
Espera... ¿A caso?... Ay Dioses...
Volteé a ver a Jessica y estaba sonrojada. Que estúpida soy...
-No entiendo tu argumento, Marcus, pero deja de hacer lo que sea que haces -advirtió el preceptor, retomando su lectura.
No obstante, Marcus enrolló el papelito y se lo lanzó a Rayan.
-¡Marcus! -exclamé sonrojada.
Rayan carcajeó al instante. Okey... creo que Jessica sí tiene razón después de todo, Marcus era un idiota.
-¡Ya basta! ¡¿Qué tienen entre manos?! -clamó el preceptor, levantándose de su asiento y yendo hacia Rayan.
Madre santísima... Sin embargo, Rayan volvió a arrugar el papel y se lo metió en la boca. Marcus volvió a reír con fuerza mientras Jessica y yo nos miramos estupefactas y sonrojadas como dos idiotas.
-¡Rayan! ¡¿Pero qué rayos?!... ¡Ah, sólo dejen de jugar! -pidió el preceptor rendido y volvió a su asiento.
Rayan y Marcus voltearon hacia atrás a la vez para mirarme con una sonrisa divertida. Mis mejillas se incendiaron, levanté mi carpeta y me tapé la cara con ella. Luego giré hacia atrás para fulminar a Jessica. Me respondió con una inocente sonrisa.
La campana sonó anunciando el fin del castigo. Agarré a Jessica del brazo y la jalé por todo el colegio hasta la parada del autobús. No quería cruzarme con Marcus, sólo quería llegar a mi casa con mi amiga para desahogarnos un buen rato de los chicos y poner nuestra estima en primer plano.
Estaba con Jessica, acostadas sobre la alfombra de mi cuarto, escuchando "Breake my heart, de Dua Lipa" y comiendo caramelos. Le había contado todo, desde lo que había sucedido la primera vez que fue a mi casa hasta la noche en que la dejé sola con Rayan, y había reaccionado como lo hubiera esperado de Flor, pero no de ella. Ambas estábamos con nuestro sexto sentido destrozado. Marcus era un chico atractivo, simpático y divertido pero era un inmaduro, eso me volvía loca, porque lo que destrozaba simplemente lo arreglaba con un beso, me tenía donde quería y ahora todas las acusaciones de Jessica se repetían en mi cabeza sin cesar provocándome querer llorar en cualquier momento.
-Rayan me llevó a mi casa esa tarde... me había hecho llorar y luego me amenazó con besarme si no me subía a su moto -soltó Jessica, mirando fijamente el techo de mi habitación.
La miré boquiabierta, ahora comprendo por qué no actuó como la Jessica que me esperaba cuando le conté lo que mis hormonas adolescentes estaban haciendo conmigo o, más bien, con mi dignidad femenina.
-Definitivamente no comprendo a los chicos... -le dije y suspiré abriendo otro caramelo con chocolate.
-Sí..., Flor es la única que se sacó la lotería... -comentó dudosa.
Ambas volteamos a la vez para vernos y nos reímos.
-Rayos... los chicos como Sebastián no me resultan atractivos -dijo Jessica, tomando también un caramelo de la bolsa.
-A mí tampoco..., pero son los que mejor estabilidad psicológica y matrimonial garantizan -expuse haciendo círculos con mi dedo en la alfombra.
-¿Qué hacemos ahora?... -preguntó llamando mi atención.
-Tú no tienes de qué preocuparte yo soy la que está bien jodida.
-Ni te creas... no duermo desde que me abracé a la cintura de Rayan en su motocicleta -contó y amabas carcajeamos. Luego suspiramos y volvimos a acostarnos sobre la alfombra.
-¿Crees qué en verdad lo hacen porque son malos por dentro?... -me preguntó melancólica.
Rayan siempre fue muy bruto con Jessica, desde la primaria que la molesta con sus comentarios sobre el cabello o cualquier otra cosa que se le ocurra para humillarla y avergonzarla.
-En verdad que no lo creo, pero a veces se pasan.
-¿Qué escribiste en la nota al final? -preguntó curiosa, volteando sobre la alfombra para apoyarse sobre su mano y quedar viéndome.
-Le dije que sólo tendríamos relaciones después de unas cien citas... -conté avergonzada y molesta conmigo misma.
-¡¿Qué hiciste qué?! ¡¿Eres tonta?!
-¡Ya basta! Creí que era él quien tiró el papel, así me invitó al cine.
-Rayos Agnes..., perdiste por completo tu dignidad.
-¿Qué tan malo dices que fue? -le pregunté rogando piedad.
-Pues... ya dejaste en claro que después de varias citas te acostarías con él -explicó mirándome fijo.
Mierda... mi cara enrojeció por completo. Y Rayan lo leyó, esto es peor que te pregunten si tienes sida para poder hacerte un oral... bueno, creo que no tanto.
De repente vibró mi celular, era un mensaje de Marcus.
-Es él ¿verdad?... -me preguntó al verme fruncir el ceño cuando vi la pantalla.
-Sí -respondí nerviosa.
-¿Qué dice? -curioseó.
-Dice: "¿En mi casa mañana?" -le leí en voz alta.
-Me imagino que le responderás como se lo merece -insinuó curvando una ceja.
-Claro que sí -afirmé apretando mi entrecejo y me puse a teclear furiosa.
"Púdrete, te odio" enviar.
-¡¿Es en serio?! ¡¿Sólo eso?! -exclamó al ver mi celular sin permiso y carcajeó.
-¡¿Qué más quieres que le diga?! -clamé sonrojada.
Mi móvil volvió a vibrar.
"Sí, sí lo que digas, pero mi mamá hará tacos mañana y no puedes faltar. Lo siento, me dijo que te arrastre si es necesario y sabes que lo haré ;)"
-Que manipulador es... -comentó al leer el mensaje de mi móvil otra vez.
-Rayos... tendré que ir.
-¿Es en serio? -me miró desconcertada.
-¿Qué quieres que haga? Su mamá me está invitando, no puedo faltar -me defendí
-¿Por qué no? -cuestionó alzando una ceja.
-¡Porque no! ¡No puedo ser grosera! -exclamé obvia.
-Marcus es grosero contigo, mira te respondió "sí, sí lo que digas" cuando le dijiste púdrete y te odio, le da igual lo que tú sientas por él.
-No voy a faltar y punto. Además, en verdad me arrastrará si es necesario -rectifiqué preocupada.
-Mmm... tienes razón, pero debes ser fría con él a partir de ahora, tienes que dar lo que recibes o hará lo que quiera contigo -me advirtió.
-Sí lo sé... le estoy dando mi corazón servido en bandeja -expresé desviando la mirada.
Es devastador estar enamorándote y no saber si te será correspondido de igual forma.
-Oye, no es malo entregar tu corazón, Agnes. Está mal si te olvidas de valorarte -comentó mirándome a los ojos con una tierna sonrisa.~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Vaya interrogación le hicieron las chicas a Agnes y la más quisquillosa no salió ganando.
¿Qué creen que habrá pasado cuando Rayan llevó a Jessica a su casa?¿Y la invitación de Marcus a Agnes? ¿Algo huele raro verdad?...
Las cosas se pondrán duras para los chicos... ¡No olvides dejar tu VOTITO me ayudas mucho! ;)
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¿Conoces al chico nuevo?
Novela JuvenilCERO CLICHÉ: Dos valientes amigas extrovertidas aplastarán el orgullo de sus egocéntricos compañeros de secundaria ¡a como dé lugar! ... -¡¡Agnes!! -escuché que gritó Marcus con espanto. Me encerré en el primer baño que encontré, el de los...