-¿Cuántos kilos de harina leudante llevamos? -le pregunté a Flor.
-Mmm, unos seis al menos... para empezar -contestó levantando la vista de la receta de muffins caseros que tuvimos que buscar por internet.
Aquí ninguna sabía nada de pastelería, Agnes al menos tenía un esbozo de algo de su abuela. Ojalá recuerde en lo mayor posible la preparación de los cupcakes para cuando nos pongamos a cocinar.
-Bien, ¿y de azúcar? -le pregunté luego de que terminamos de acomodar los paquetes en el carrito.
-¿Seis?... -me preguntó dudosa sin levantar la vista del móvil, donde tenía la receta abierta.
-Flor... yo te pregunté a ti.
-Llevemos seis, el problema no es que sobre, sino que falte -expresó Agnes tomando seis paquetes de azúcar.
-De acuerdo, iré por chocolate amargo y ustedes vayan a buscar el polvo de hornear, que no tengo idea de dónde puede estar esa cosa en el supermercado -pedí desesperada.
Entre que haríamos una receta de internet y que eran ya las tres de la tarde el proyecto sería un desastre. Además, debíamos ponernos manos a la obra cuanto antes, no tengo idea de cuanto venderemos por recreo, pero no nos llega a alcanzar la mercadería y me muero, sería un día de ventas perdidas y estoy con el tiempo al cuello.
-De acuerdo, nos dividiremos para buscar el polvo de hornear y la esencia de vainilla, estén atentas al móvil para avisar cuando lo encuentren y volver a juntarnos -concordó Agnes y ambas se alejaron de mi pasillo.
Tomé el carrito y lo empujé hasta donde estaban las mermeladas, tomé ocho tarros de dulce de leche y doce barras de chocolate amargo. Vaya fortuna había aquí...
Mi móvil vibró y lo tomé ansiada.
"Encontré todo. ¿Dónde estás, Jessica?" Me preguntó Agnes al grupo, el que estaba bien muerto con Rayan y Marcus incluidos, ahora estábamos todos completos ahí dentro.
"Pasillo ocho" le envíe y esperé a que llegaran o sino sería un desastre.
Flor fue la primera en acercarse a mí.
-Vaya que estabas cerca... -le comenté viendo como metía en el carrito tres litros de leche.
-Necesitamos ir por otros tres litros más y por la crema -me dijo volviendo a leer la receta.
-De acuerdo.
-¡Los encontré! -clamó Agnes por detrás y guardó los extraños ingredientes que nunca he visto en el super dentro del carrito.
-¡Piu! ¡piu! ¡piu! -escuchamos gritar a nuestro alrededor.
Las tres pusimos los ojos en blanco y nos quedamos esperando a los chicos. Los tres insistieron en ayudarnos con las compras y la cocina, pero hasta ahora no habían hecho más que atrasarnos.
-¡Cuerpo a tierra! -gritó Marcus apareciendo corriendo por nuestro pasillo.
Rayan venía por detrás apuntándolo con la muleta como si fuera un arma, y a mí me llaman infantil por amar a los hermosos unicornios rosados y esponjoso.
Marcus levantó a Agnes del suelo y empezó a correr con ella encima como si Rayan fuera Terminator 2000. Wákala.
-Por favor... ¿Podemos terminar con esto antes de que sea más tarde? Tenemos seis kilos de cupcakes que cocinar -rogué deteniendo a Rayan para que ya no siga corriendo a los chicos.
-Tranquila, tenemos... doce manos para cocinar tus seis kilos de cuckes -nombró horrorosamente mal y encima se creía confiado del tiempo.
-Está bien Rayan, pero no hay razón alguna para aparentar tener cinco años dentro del supermercado -le recriminé latiéndome una ceja.
Me rodó los ojos, casi le doy con una barra de chocolate, pero Flor se interpuso.
-¿Y Sebastián? -preguntó confundida al no ver a su perro faldero.
-Ah, lo dejamos preso por ahí -conto Marcus apareciendo con una sonriente Agnes sobre su hombro como si fuera una damisela en peligro. Wákala.
-¡Marcus, ya bájame! -clamó tratando de sonar enojada y seria, pero fue todo lo contrario.
-Dios... ¿dónde dejaron a Sebastián? -cuestionó Flor sin paciencia viendo a ambos chicos con preocupación.
-No puedes ir por él, le dejamos encerrado en el baño de hombre, lo sacaremos a la salida -le dijo Rayan completamente relajado.
-¡¿Qué?! -exclamó flor preocupada por el inocente de Sebastián.
A este paso tendríamos que donarle lo ganado en la venta de cupcakes para pagarle un psicólogo al pobre esclavo. A Flor no le importó nada y salió corriendo en busca de Sebastián. Rodeé los ojos y arrastré el carrito para ir por el resto de la leche y la crema.
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¿Conoces al chico nuevo?
Fiksi RemajaCERO CLICHÉ: Dos valientes amigas extrovertidas aplastarán el orgullo de sus egocéntricos compañeros de secundaria ¡a como dé lugar! ... -¡¡Agnes!! -escuché que gritó Marcus con espanto. Me encerré en el primer baño que encontré, el de los...