Rayan estaba a punto de salir cambiando. Todos abrimos nuestros ojos asombrados y en especial Flor quien quedó ahí parada sin saber que decir al respecto. La pobre comenzó a sudar.
-Yo... yo... no creí que tú... creí que tú eras un mujeriego o algo así... -contestó Flor nerviosa.
-¿Tuviste tu primera vez conmigo?..., pero cuando tuvimos nuestra primera cita tú... y no pareces inexperto... Marcus, no mientas -Ahora Agnes encaraba a su media naranja.
Mis oídos jamás escucharon tanta porno en estos últimos días... Rayan, en cambió, estaba con una sonrisa de oreja a oreja y Sebastián a punto de ser igual que un kiwi de lo verde.
-Sí tuve citas..., pero ninguna llegó a tercera base... -declaró rascándose la cabeza con incomodidad.
-No sabía que eras virgen... ¡Aaah, por eso me pediste ayuda para llevarla a la cama! -clamó Rayan emocionado.
Todos volteamos a verlo con una mirada asesina menos Sebastián que le daba igual todo y sólo quería ir a un psicólogo.
-¡Cierra la boca! -le gritó su amigo.
Agnes se rascó la frente molesta y respiró profundo antes de volver a exprimir a su naranjita.
-Marcus, dime la verdad es en serio -pidió dolida.
-Es la verdad, tuve mi primera vez contigo, tampoco veo la necesidad de tener que decirlo, no es algo tan grave -se defendió molesto sentándose con más fuerza sobre su asiento, cruzando los brazos ofendido.
-Pero no parecías inexperto... -siguió exigiendo la verdad mi amiga con el entrecejo apretado y algo ruborizada.
¿Por qué debía tener que escuchar esto yo Dios?...
-Ni que fuera tan difícil hacerlo -excusó Marcus rodando los ojos.
Rayan carcajeó a mi lado.
-La porno nos lavó el cerebro -le dijo a su amigo quien también le sonrió, pero tragó su sonrisa al ver a mi amiga echando humo.
-Esto ya es demasiado, me voy -sentenció Sebastián y se dignó a salir de una vez del cuarto.
-¡Sí!... yo también -le seguí nerviosa, era la primera vez que estaba de acuerdo con mi esclavo.
Me levanté de mi silla y salí con las piernas temblando, en el camino capturé a Flor que estaba tiesa, más roja que un tomare y la jalé conmigo para que los deje solos.
-¡Hey, a mí tampoco me dejen! -clamó Agnes corriendo a nuestro lado con las mejillas incendiadas.
-¡Tú quédate con tu sex simbol! -le recriminé enojada por arruinarme la infancia.
-¡No quiero!
-Pues entonces síguenos -acepté sin más excusas.
Salimos del hospital dejando a los infiltrados nuevamente solos como en el parque de diversiones. Vayas revelaciones siguen ocurriendo aquí...-¡Carajo! -exclamé al darme la cabeza contra la ventanilla del autobús camino a la escuela.
Me acaricié el golpe con las miradas furiosas de los pasajeros a mi alrededor. Ni que hubiera gritado bomba...
Bajé en la parada frente a la escuela y se largó a llover, malditas lluvias de invierno, estuvo toda la mañana así. El día estaba frío, nublado y con chubascos constantemente. Corrí a la entrada del Instituto para refugiarme de la lluvia y pisé popo de perro con mi pie derecho.
-¿Dios, por qué me odias? -le pregunté corriendo mi paraguas para mirar al cielo con el ceño fruncido y un puchero de perrito.
Entré al aula y la mitad del curso estaba vacío, todos aquellos que no estaban jugados con las faltas se permitían faltar en los días más crudos del invierno. No obstante, casi me dan ganas de lamer el sacrilegio de perro en mi zapato al ver a Marcus y a Rayan con sus bancos frente a nuestros asientos. Me fui acercando a ellos con el ojo que me latía mientras los desvergonzados me miraban con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Qué están haciendo?... -pregunté apenas audible.
-¿Qué? Te la voy a cobrar como sea, ya te lo dije y a Marcus le gustó la idea de estar al lado de su novia -respondió Rayan encogiéndose de hombros relajado.
Rayan estaba frente a mi pupitre y Marcus frente al de Agnes.
-¿Que rayos?... -preguntó Sebastián apareciendo junto a mí.
-¿No te gusta la idea? Esta cool, anda admítelo -pidió Rayan animado a Sebastián.
-Esto hará que liguen varios castigos y lo saben -dijo Sebastián cruzando los brazos con seriedad.
Ay por el amor a la pizza y los ponys tenía razón mi esclavo... Tener a los chicos cerca todo el día significaba peligro.
-¡Wow! Vaya sorpresa... -comentó Agnes al aparecer junto a Sebastián y a mi lado.
-Buenos días, bombón -le saludó Marcus con una sonrisa.
Wákala, la primera arcada de muchas...
Rodeé los ojos y me fui a sentar a mi lugar con pesadez.
Rayan volteó a verme sorprendido.
-¿Te resignaste así de fácil? ¿No vas a protestar que esté tan cerca tuyo? -preguntó alzando una ceja.
Suspiré y comencé a quitarme los zapatos porque tenía las malditas medias mojadas.
-¿Para qué gastaría mi saliva, Rayan? ¿Para terminar contigo de todos modos delante mío? -cuestioné indiferente, quitándome ahora las medias.
-¿Qué estás haciendo?... -me preguntó viéndome con el ceño fruncido.
-Tengo los pies mojados -contesté obvia, poniendo los ojos en blanco.
-Eres un asco. ¿Lo sabes no? -atacó curvando su engreída ceja.
Me enojé, tomé mis dos medias y las acerqué para retorcerles el agua sobre él.
-¡¿Qué haces demente?! -exclamó Rayan desesperado, ya que con su ridículo yeso en la pierna no le permitía huir y le mojé el pantalón con un poquito de agua de lluvia y zanja que pisé más mi olor a pata.
Reí orgullosa.
-Si quieres estar frente a mí tendrás que atenerte a las consecuencias -le advertí con suficiencia.
-Que bueno que ahora me dejará un poco en paz... -comentó Sebastián detrás de mí.
-Ni te creas que me he olvidado de ti esclavo, escapaste en la pijamada justo cuando habíamos comenzado a pintarnos las uñas -le recordé a Sebastián con una sonrisa.
Renegó al cielo y dejó caer su cabeza sobre su banco para desahogarse de las horribles amigas que tenía, bueno de la horrible amiga que tenían sus amigas. Marcus rio al ver a Rayan asqueado y a Sebastián llorando.
-Vaya chica te vienes a elegir -le comentó a su amigo.
Rayan levantó sus ojos de la mancha en su pantalón y los clavó con odio sobre Marcus.
-¡Qué chica ni que nada! -proteste amenazándolo con mi cartuchera a Marcus, se cubrió con sus brazos en modo protección para que no lo golpee.
-Ahora entiendo de donde viene eso... -murmuró Marcus clavando sus ojos en Agnes con rencor.
Mi amiga le sonrió y le sacó la lengua sonrojada, Marcus relajó su expresión y le sonrió igual. Wákala.
-¿Qué significa todo esto? -cuestionó Flor apuntando con su dedo al par de chicos infiltrados delante de Agnes y de mí.
-Es que ahora somos parte de la manada, dos se unieron en sagrado matrimonio y yo soy el padrino -explicó Rayan con orgullo.
Marcus asintió y miró a Flor con una firme sonrisa. Mi amiga puso los ojos en blanco y se fue a sentar junto a Sebastián detrás de Agnes que estaba agarrándose la cabeza sonrojada sobre su banco. Sebastián seguía acostado llorando. Le acaricié la cabeza como buen perrito que era.
El profesor de matemáticas entró al aula y dio inicio a su infinita clase.
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¿Conoces al chico nuevo?
Teen FictionCERO CLICHÉ: Dos valientes amigas extrovertidas aplastarán el orgullo de sus egocéntricos compañeros de secundaria ¡a como dé lugar! ... -¡¡Agnes!! -escuché que gritó Marcus con espanto. Me encerré en el primer baño que encontré, el de los...