Estaba con la cabeza acostada sobre mi pupitre mientras garabateaba mi carpeta y veía con aburrimiento al deprimente profesor de biología dar su clase. Maldito lunes... quería estar en casa mirando la tele con una taza de chocolate caliente, para colmo con todo el temita del espectáculo de Rayan nos pasamos el fin de semana yendo de un lado al otro para darle atención al engreído payaso cojo.
Agnes rio junto a mí capturando toda mi atención, fruncí el ceño. ¿Qué le causaba tanta gracia?... ¡Ajá! Estaba tecleando su móvil por debajo del banco, ¿a caso podría ser qué?... levanté un poco mi cabeza para espiar a Marcus detrás del salón. ¡Maldito desgraciado! ¡Estaba mirando para abajo de su banco y sonriendo también! Agnes y la ley del hielo que te p...
Lancé un manotazo a su móvil y se lo arrebaté de las manos.
-¡Jessica, devuélveme eso! -exclamó sonrojándose, sin importarle en absoluto que estuviéramos en clases.
-¡¿Estás rompiendo la ley del hielo?! -exclamé igual de desinteresada que ella.
Traté de leer los mensajes pero me era imposible con Agnes forcejeando encima mío.
-¡Chicas, ya basta! ¡¿Qué están haciendo?! -comenzó a gritarnos el profesor de biología, Roberto.
Sebastián nos miraban con el ceño fruncido y avergonzado de nuestro acto; Flor, en cambio, se inclinó sobre su banco para ayudarme a detener a Agnes, aún así no podía leer los mensajes con tantas sacudidas.
-¡Chicas deténganse en este instante! -siguió proclamando el profesor pero ninguna le dio importancia.
Lancé el móvil sobre el banco de Sebastián y este lo cogió indiferente y comenzó a leer los mensajes tranquilo. Abrió los ojos como platos al cabo de un instante.
-¡Por Dios, Marcus! -clamó Sebastián volteando a ver al otro payaso del fondo que estaba cubriéndose la boca con las manos para aguantar la risa.
-¡Sebastián, dame ese móvil! -ordenó el profesor acercándose junto a nuestro amigo.
-¡No! -exclamaron Marcus, Agnes y Sebastián a la vez, este último se escondió el celular detrás de la espalada.
-En verdad no puedo dárselo, es por su salud mental -le dijo Sebastián al profesor con seriedad.
-¡No voy a leer nada, voy a guardarlo el resto de mi clase! ¡Dame ese aparato! -exclamó el profesor rojo por la ira o quizá de la vergüenza...
Flor y yo volteamos a ver a Agnes con el entrecejo apretado. ¿Como podía volver a dejar pasar otro delito de Marcus? Nuestra amiga no dijo nada, rodó los ojos y se acomodó sobre su silla con el ceño apretado igual que nosotras, ya vería en el recreo la atrevida.La campana tocó y con Flor saltamos cada una sobre un brazo de Agnes.
-¡Por Dios! -exclamó molesta.
-Te vienes con nosotras -sentenció Flor y nos levantamos arrastrando a nuestra presa al interrogatorio nuevamente. No obstante, Marcus se interpuso en la salida del aula de brazos cruzados.
-¿Qué creen que hacen? -nos preguntó con una ceja levantada.
-¡Apártate cínico depravado! -le grité y traté de pasar por un costados arrastrando a Agnes junto con Flor.
-No se la llevarán a ningún lado, es mía -declaró Marcus capturando a Agnes de la cintura, pegando su espalda contra su pecho mientras con Flor le agarrábamos cada una un brazo. Quedamos literalmente en un tira y afloja con nuestra amiga de por medio.
-¡No es tuya! ¡¿Ves está mano?! ¡No hay ningún anillo aquí! -le grité mostrándole la mano de mi amiga a Marcus cerca de su rostro.
-¡Ya basta déjenme en paz todos! ¡¿No ven qué me están humillado?! -clamó Agnes colérica, zafándose de nuestras garras.
-¿En verdad ya dejaste pasar que entre Rayan planeó llevarte a su casa? -demandó Flor cruzando los brazos y frunciéndole el ceño a Agnes.
Mi amiga rodó los ojos y suspiró cansada.
-Ya es demasiado tarde para pensar en eso. ¿Podemos bajar al recreo por favor? -rogó Agnes colgando sus brazos con pesadez.
-Sí, por favor... -bramó Sebastián saliendo del aula tranquilo con las manos dentro de su chaqueta como siempre aparentaba.
-¡¿Entonces se lo vas a dejar pasar así como si nada?! -le reclamé a mi amiga furiosa con el entrecejo apretado apuntando al culpable, quién también frunció el ceño ofendido y se cruzó de brazos, encima reclamaba inocencia.
Agnes le rogó al cielo antes de responder.
-¡Por Dios!... Que Marcus sea un cínico mentiroso no lo convierte en el único culpable yo también me dejé llevar esa noche -le defendió Agnes con cansancio.
-Agnes, tú no tienes la culpa en absoluto. ¿Te está influyendo a sentirte culpable? -le preguntó Flor con seriedad, mirando a Marcus con odio.
-¡¿Qué?! -exclamó Marcus ofendido.
-¡Claro que no! -volvió a protestar mi amiga pateando el suelo-. Lo que hicimos ya está hecho, pasado pisado, ¿podemos bajar al recreo? -rogó agotada, poniendo cara de perrito.
-Sí, por el amor de Dios... -protestó Sebastián esperándonos al borde de las escaleras.
-¿Por qué ahora cambiaste tanto tu buen juicio? -le cuestionó Flor a Agnes sin relajar su expresión.
Las tensiones entre la relación de los chicos y Flor aún continuaban.
-¡No cambié mi buen juicio, estoy cansada, quiero bajar al recreo antes de volver al aula! -pidió Agnes alterándose un poco.
La verdad que todos estábamos bastante cansados esta mañana...
-Bien, la charla seguirá abajo -determinó Flor entrecerrando sus ojos y se corrió a un lado para dejar pasar a Marcus y a Agnes por el pasillo hasta las escaleras junto al agotado e impaciente Sebastián.
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¿Conoces al chico nuevo?
Ficção AdolescenteCERO CLICHÉ: Dos valientes amigas extrovertidas aplastarán el orgullo de sus egocéntricos compañeros de secundaria ¡a como dé lugar! ... -¡¡Agnes!! -escuché que gritó Marcus con espanto. Me encerré en el primer baño que encontré, el de los...