Conseguiré ese videojuego como sea...

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Ya hacía unas semanas que había cumplido mis 14 años de edad. Estaba en la secundaria cuando me encontré con Iker, después del incidente del supermercado continuamos siendo amigos como siempre ya que ambos tuvimos la culpa de lo que ocurrió.

--Oye Karen mira lo que tengo, ¿recuerdas que te dije que mi padre trabaja donde realizan los videojuegos? Bueno, terminaron de realizar juego que tanto estabas esperando, Babylon's Fall aun no está a la venta ¿quieres ser la primera en tenerlo?

Me doy la vuelta de un tiro y miro la portada del videojuego, efectivamente era Babylon's Fall.

--¡Oh dios mio! ¿Enserio sería la primera en tenerlo? -se detuvo en seco- ¿y cuanto me cobrarías por él?

--Bueno, como somos buenos amigos solo te costará el 50% -mis ojos se iluminaron de la emoción hasta que recordé algo.

--Pero no tengo el dinero ahora -dije

-- ¿no se lo puedes pedir a tus padres? -dice levantando una ceja.

-- No creo que me lo den, ya me dieron la paga semanal, pero lo que tengo no me alcanza -dije algo molesta.

--Bueno, ¿y si se lo quitas? Luego lo devuelves.

--¿Estas loco? Eso es robar y ya me castigaron hace un tiempo por robar -dije negando con la cabeza.

-- En realidad no seria robar, sería más como tomarlo prestado ya que después lo vas a devolver.

--Bueno yo veo lo que haré para conseguir el dinero, tu guardame el juego ¿si? mañana vengo y te lo compro -dije sin saber que iba a hacer, su madre no solía usar mucho dinero, si tomaba prestado algo de su cartera era muy probable que no se enterara.

--Esta bien pero si mañana no lo compras se lo venderé a alguien más-despidiéndose con la mano, sabía que no haría eso, esperaría a que tuviese el dinero.

Tiempo más tarde...

Llego a casa y encuentro la cartera de mi madre en su habitación, miro hacia los lados y me acerco a ella.

Sabía que lo que estaba haciendo estaba muy mal, pero lo devolvería antes de que se diera cuenta de que se lo quité. Meto la mano en el bolso y tomo su billetera, la abro y antes de poder agarrar el dinero escucho la voz de Teresa detrás mío.

--¿Karen que estas haciendo? -dijo con las manos en su cadera.

--eh... eh... n-n-no estoy haciendo nada Tere -dije muy nerviosa escondiendo la billetera de mi madre en la espalda.

--Espero que no estés haciendo lo que creo que estas haciendo Karen Banz -dice agarrándome del brazo y sacándome la billetera de mi madre -tienes 30 segundos para explicarme lo que estabas haciendo con la billetera de mamá antes de que te ponga sobre mi rodillas y te enseñe que esto no está bien, porque parece que la enseñanza de papá no te quedó clara -dijo con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

--Y-yoo necesitaba el dinero p-para p-pagar algo ¡pero p-pensaba devolverlo de verdad! -me apresuré a decir rápido.

--¿Y se puede saber por qué no pediste el dinero antes de robarlo?

--N-no sabía si mamá me lo iba a dar.

--Debiste preguntarlo antes de hacer esto, ahora a recibir tu castigo -dice jalandome de la oreja y llevándome al salón, pero para sorpresa mía ya estaba mi madre esperando con el cepillo en la mano.

--¿Te importa si me encargo del castigo Teresa? -dice mi madre algo enojada. Mi madre siempre fue una mujer muy amable y compasiva, nunca antes la había visto enojada, incluso cuando me regañaba se la veía feliz y contenta, el verla así de enojada me hizo sentir que de verdad la había lastimado. Me suelto de Teresa y me acerco a ella.

--Sí Tere, creo que es justo que mamá sea la que me de el castigo, lo siento mamá, no lo volveré a hacer -se me notaba bastante arrepentida, el verla así de decepcionada me hacía sentir como una mala hija.

--Se que lo sientes mi vida -agarrándome de la barbilla para mirarme a los ojos- y me hace sentir muy orgullosa que aceptes muy bien el castigo, ahora recuéstate sobre mis piernas -dice sentándose y dando un golpecito en sus piernas.

Yo obedezco sin decir nada, mi madre me acomodó bien en sus piernas, puso su mano izquierda en mi espada y empezó a darme fuertes nalgadas con su mano, yo apretaba la manga de mi blusa con mucha fuerza para no gritar. Para ser una mujer muy amable, era alguien con bastante fuerza, las nalgadas caían con gran intensidad en mis ya rosadas nalgas. Después de unas 40 nalgadas prosiguió a bajarme el pantalón y dejarlo por debajo de las rodillas, continúo con la azotaina con un poco más de fuerza, hacía un buen rato que yo ya había empezado a llorar.

--Espero señorita que esto te enseñe que robar esta mal -decía mi madre mientras me azotaba con más fuerza.

Después de propinarme 40 nalgadas más prosiguió a bajarme la ropa interior dejando mi trasero ya bastante rojo al descubierto total, volvió a azotarme pero esta vez con el cepillo de pelo. Inconscientemente puse mis manos en mis nalgas, a lo que mi madre respondió suspirando y colocando mis manos en la espalda y agarrándolas con fuerza. Continúo con las nalgadas y el dolor había aumentando mucho más, sin poder aguantarme más solté la manga de mi blusa y empece a llorar a moco tendido, mi cara estaba roja de la vergüenza y de la decepción hacia mí misma.

Después de 50 fuertes nalgadas se detuvo, mi trasero estaba muy rojo y dolía muchísimo, yo lloraba como nunca había llorado antes. Mi madre me soltó mis manos y me acariciaba la cabeza y la espalda.

--Bien, tu castigo terminó, estoy muy orgullosa de ti Karen -dice ayudándome a levantarme y dándome un gran abrazo. Yo apoye mi cabeza en su pecho y lloré abrazándola - ¿por qué querías el dinero mi amor? -dice con un tono muy suave y amable.

--Y-yo snif q-quería snif un v-videojuego... -dije llorando aun. Mi madre suspiro.

--¿Y se puede saber por qué no nos pediste el dinero? Karen te estas esforzando mucho en la secundaria, mereces un premio así que te daré el dinero para el videojuego pero por favor, la próxima vez pide el dinero antes de robarlo ¿si? -yo lloré mucho más, me sentía muy decepcionada conmigo misma por haber hecho lo que hice sin hablar primero con mis padres.

Mi madre le hace señas a mi hermana que desde el principio del castigo estaba observando sentada en el sillón para que trajera la crema del baño. Me recuesta sobre el sillón y empieza a ponerme la crema en mis adoloridas y rojas nalgas, después de un rato me besa la frente diciéndome que me amaba, yo me quedé dormida sintiéndome muy amada por mi familia.

La familia Banz-BourneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora