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Un pequeño e imperceptible estremecimiento recorrió el cuerpo de Momo. ¿Kyoka Jiro, obligada a casarse con aquel desconocido por conveniencia? La idea se le antojaba despreciable. Por una parte, comprendía la posición de los señores Jiro; querer una buena posición y una situación económica holgada para su única hija era natural. Momo se imaginó que tratarían de alejarla de Kaminari de todas las formas posibles.

- Si fuese así, me temo que nada podría hacer contra sus deseos. No es mi intención quejarme del enlace, por supuesto. El señor Yamada cuenta con elevados ingresos anuales y varias propiedades en el campo. Gozaría de una vida despreocupada y con una situación envidiable. Empiezo a considerar cumplir con los planes de mis padres y olvidarme de la estúpida fantasía de hallar en Denki Kaminari un hombre respetable. Estoy a punto de cumplir los veinticuatro, no es momento de soñar.

Momo no podía desmentir lo que Kyoka argumentaba. El casamiento con el tal señor Yamada parecía ser ventajoso en todos sus aspectos, excepto en el que Momo consideraba más fundamental para un matrimonio feliz.

- ¿Piensas renunciar al hombre que amas por contentar a tu familia?

- Te suplico que no me juzgues por esto, Momo; no seas tú quien hunda mis esperanzas de alcanzar una felicidad razonable con mi decisión. Expresar en voz alta mis pensamientos me ha hecho darme cuenta de lo evidente que en realidad resulta todo.

- Me alegra que hayas podido hallar una solución, aunque resulta difícil concluir que es satisfactoria.

- Por favor, que la consideración que ahora tienes de mí no se torne negativa por este asunto.

- Descuida; el matrimonio no será capaz de cambiarte tanto como para que no reconozca en ti a una amiga.

Kyoka agradeció de corazón las palabras de Momo. Esta no quiso empeorar el estado de ánimo de su querida amiga; además, no hubiera sido decente expresar con libertad lo que Momo en realidad opinaba de todo aquel evento. Comprendía que Kyoka trataba de convencerse a sí misma de que podría conseguir alcanzar un futuro decente mediante el matrimonio, independientemente de sus sentimientos actuales. Momo se entristeció al ver en sus ojos la mente de alguien que se miente a sí mismo con promesas de felicidad y buena vida.

Momo creyó que lo apropiado en una situación así hubiese sido interesarse por la fecha del enlace. Temía, sin embargo, formular la pregunta.

- Todo lo que acabo de narrarte es, por supuesto, una mera conjetura – aclaró entonces Kyoka -. Todavía no he recibido una proposición formal por parte del señor Yamada, ni mis padres han hablado explícitamente de una unión. Eso no quita que hayan hecho insinuaciones al respecto. Quizá todo esto no resulte más que un delirio de mi propia mente.

La joven Yaoyorozu se sintió aliviada al no tener que insistir sobre el asunto. Con amabilidad, concluyó que solo el paso del tiempo podría determinar el final, y que lo mejor sería ocuparse ahora de temas más alegres. Para desviar la conversación hacia algo que pudiera animar a Kyoka, Momo comenzó a relatarle la llegada de los Iida a El Pedregal. Los Jiro todavía no habían tenido la ocasión de conocer a la nueva incorporación al vecindario, y Momo se afanó por ofrecerle a Jiro una descripción lo más detallada posible de Tensei y Tenya Iida.

- Resulta difícil pensar en alguien que resulte más caballeroso y correcto que dichos hermanos. – finalizó Momo.

- Es maravilloso que contemos con más gente en los alrededores.

- Ciertamente, lo es. El señor Tenya Iida regresará a la ciudad dentro de poco para ocuparse de asuntos inacabados, pero ha prometido volver al campo tan pronto como le sea posible. Todavía permanecerá aquí unos días más antes de partir.

- Parece que cuando un joven huye, otro vuelve con nosotros – comentó Kyoka -. ¿Se sabe algo más del misterioso señor Todoroki?

- Hablas del más joven de la familia, supongo. Todavía no se le ha visto salir de Valle Nevado.

- Dicen que es un joven parco en palabras y muy intimidante. Si uno observa al viejo Todoroki, resulta obvio de dónde ha heredado tales cualidades.

Momo nopudo evitar sonreír ante el comentario de Kyoka. Era cierto que el padre de familia de los Todoroki era un hombre de desmesurada estatura y semblante amenazador.Pese a que Fuyumi Todoroki era una muchacha dulce en el trato y Natsuo Todoroki cumplía todos los requisitos para ser un perfecto caballero, todo el mundo parecía atribuir al desconocido hijo menor las malas cualidades de Enji Todoroki. Momo trataba de que su mente no se contaminase con estos rumores, pero era tarea difícil resistir a imaginarse a tan misterioso vecino. Si durante años se había conjeturado sobre el señor Yagi, ahora el enigma de este parecía haber pasado a un segundo plano.

Guinevere | TodoMomo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora