18.

190 27 2
                                    

La congoja que rechazar la proposición de matrimonio de Tenya Iida le había producido fue velozmente sustituida por una brillante dicha que se reflejaba en el rostro de Momo. Sus pálidas mejillas nunca habían estado tan vivas y encendidas como entonces, y sus oscuros ojos titilaban de puro gozo. Tenía plasmada una sonrisa casi constantemente, excepto cuando la ocasión – una cita formal, una charla seria – exigía que la disimulase con un velo de severidad, como la estatua griega a la que el autor ha negado eternamente la risa.

El motivo de su alegría era evidente. Después de enviar la respuesta a Valle Nevado aceptando las disculpas y mostrando su total comprensión, el señor Todoroki había vuelto a escribir una nueva carta dirigida a Momo y a su padre. El anciano había dejado que su hija se abalanzase primero sobre el papel y leyese con extraordinaria rapidez el contenido. Se tomó la libertad de volver a repasarla otras dos veces.

- Momo, déjame leerla a mí también. Siéntate, cualquiera pensaría que estás a punto de sufrir un desmayo.

- ¡Oh, papá! Son noticias excelentes – dijo ella, saliendo de su ensoñación y entregándole el sobre -. El señor Todoroki está muy agradecido por nuestra amabilidad.

- Dirás por la tuya.

- Habla de los dos. Quiere que visitemos Valle Nevado lo antes posible para poder compensar lo que él llama "una falta terriblemente censurable".

El viejo Yaoyorozu leyó despacio la carta.

- Parece que su hermana desea conocerte – observó -. La recuerdo perfectamente. Nunca mostró interés en ti, ni tú en ella.

- Es cierto que una amistad entre nosotras parecía algo impensable, pero ahora no resulta tan disparatado considerarlo. Tiene aspecto de ser una mujer agradable; nadie ha pronunciado nunca una palabra contra ella en mi presencia.

Momo se había exaltado demasiado como para notar la gravedad en el tono de voz de su padre. Le hizo algunas preguntas más sobre la familia Todoroki, tratando de hacer ver a la encantada joven que apenas sabía nada de ellos. Sus intentos fueron completamente en vano; Momo no perdió ni un ápice del entusiasmo que ardía en su pecho inmaculado.

Hoy no se había acicalado especialmente. Su elección para la mañana fue un sencillo vestido blanco, ajustado debajo del pecho por una banda azul celeste que se cerraba en la parte trasera con un apretado lazo. Las mangas eran cortas y abullonadas, sin ningún tipo de ornamento. No tenía planeada ninguna cita aquel día, a excepción de las visitas de la mañana.

Mientras continuaba dando vueltas alrededor de la gran sala, caminando con paso lento pero fuerte, no pudo resistir el impulso de dejar libre su imaginación y permitir que esta le mostrase maravillosos escenarios de una vida futura.

- Momo, es hora de que hablemos de forma clara. – dijo su padre de repente, rompiendo su estado de ensoñación.

- ¿Qué ocurre?

Ella tomó asiento frente al anciano. Este entrelazó las nudosas manos con calma.

- Aunque tu madre hubiese sido la persona indicada para tener este tipo de conversación, te tengo que suplicar que te conformes con este viejo. Mi querida Momo, tengo ya un pie en la tumba, lo presiento.

- Te pido que no digas esas cosas, papá. – la joven tomó una de sus manos para reconfortarle.

- No es ese el problema que me hace perder el sueño – negó él -. La muerte no me da miedo. Me reuniré con tu madre allá donde esté, pero sé que ella no perdonaría que yo tolerase que te quedases sola en el mundo.

- Lo sé.

- Entiendes lo que quiero decir, ¿no es así? – el señor Yaoyorozu se detuvo un momento para coger aire -. Sé que las atenciones del señor Tenya Iida desembocarán en una proposición.

Momo no reveló el acuerdo al que había llegado con el menor de los Iida. Dejó que su padre creyese que la pena en sus ojos era tan solo debido a la presión que un casamiento suponía.

- Por tu mirada, veo que eso no estaba en el plan que habías trazado para el futuro. Dime, Momo, y sé sincera conmigo; ¿ese destino que tanto ansías incluye a Shoto Todoroki?

Las palabras no eran necesarias, pues el rubor en las mejillas de Momo revelaba sus más profundos deseos. Aun así, se esforzó por construir la frase que su padre quería oír.

- Sí, así es.

- Bien – asintió el señor Yaoyorozu, que ya se esperaba la respuesta -. Supongo que eres igualmente consciente de lo irregular que ha sido la historia que me relataste. Has entrado en contacto con él sin siquiera permitir que yo le visitase primero o que él se presentase aquí formalmente como nuevo integrante del vecindario. Los indiscretos chismes de la señora Jiro me han confirmado lo que había supuesto; mostró una clara predilección por ti durante el baile en Canto Alegre.

El tono severo, pero tranquilo, de su padre hacía que Momo temblase y augurase lo peor. Sin embargo, no podía protestar ante los hechos.

- Por último, no se molestó en redactar una breve confirmación de asistencia para la velada que organizamos. No le censuraría si hubiese escrito una carta agradeciendo la invitación y diciendo que vendría. De haber sido así, yo habría comprendido que un imprevisto o una emergencia le habían impedido acudir. Pero no me ha agradado su actuación en absoluto.

- Todo lo que has dicho no es más que la pura verdad, papá – admitió Momo -, pero el señor Todoroki es un buen hombre y un intachable caballero. Te ruego que accedas a venir conmigo a Valle Nevado mañana. Compruébalo por ti mismo.

- Por supuesto que iré – el anciano exhaló un suspiro -. Espero que todavía se pueda enmendar la anómala presentación donde el padre es ignorado y se pasa directamente a la hija. Tengo grandes expectativas respeto a Shoto Todoroki.

Guinevere | TodoMomo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora