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Para celebrar su regreso a Canto Alegre, los Jiro celebraron un baile una semana después de haberse acomodado de nuevo en su residencia campestre. Puesto que el señor Jiro era un apasionado de la música, Canto Alegre contaba con un excelente salón donde celebrar el evento. Momo estaba deseando devolver algo de interés a sus días, y esta parecía la oportunidad adecuada para hacerlo. Los bailes siempre eran celebraciones bien acogidas por los habitantes de aquella zona, sobre todo los que tenían lugar en Canto Alegre o en La Rosaleda. Las dos residencias eran especialmente apreciadas por su riqueza y magnificencia.

El señor Yaoyorozu había decidido ausentarse aquella tarde. Momo sabía que los señores Jiro lo comprenderían a la perfección, pues eran conocedores del débil estado de salud del anciano. Por insistencia del padre, Momo iría hasta Canto Alegre en coche de caballos. No era apropiado que merodease por los caminos bajo la luz del ocaso.

Momo se presentó en la enorme finca a la hora convenida. El salón había sido exquisitamente decorado, como de costumbre. En las concurridas estancias, Momo paró para saludar y conversar brevemente con varios de sus conocidos. Se reunió con Kyoka Jiro tras las formalidades.

La joven tenía un aspecto fabuloso aquella velada. Toda la preocupación y tristeza se habían esfumado de su rostro sin dejar rastro. A Momo le llamó la atención su cambio de actitud respecto a la semana anterior. La vio bailar con cierto hombre de aspecto maduro pero jovial, y supuso que se trataba del señor Yamada.  Poseía un atractivo juvenil que parecía negarse a dejarle incluso en la edad adulta. Su destreza en el baile era ciertamente envidiable, y el cuadro general que componía al lado de Kyoka no era tan descabellado como Momo había imaginado que sería. Kyoka parecía feliz mientras bailaba, y eso alivió ligeramente a su amiga; quizá el tal señor Yamada no fuese mal hombre después de todo.

Sus reflexiones se mantuvieron girando en torno a Kyoka y su compañero hasta que se vieron interrumpidas por cierta persona. Momo había estado mirando con cierta ansia a las parejas que bailaban, puesto que la danza era una actividad que ella disfrutaba particularmente. Al parecer, su anhelo no había pasado desapercibido.

- ¿Me concedería usted el siguiente baile, señorita Yaoyorozu?

Momo miró admirada al señor Tenya Iida. No tenía motivos para declinar la invitación, así que aceptó gustosamente. Había temido no poder bailar en toda la noche.

A Momo le divirtió descubrir un pequeño defecto en su vecino; su habilidad en el baile. Tenya Iida podía considerarse mejor que muchos en ese aspecto, pero sus movimientos resultaban apenas naturales; Momo sospechaba que estaban tan minuciosamente estudiados y ensayados que habían terminado por resultar tremendamente artificiales y casi mecánicos. Aun así, Momo halló agradable la compañía del señor Iida.

- Su destreza es admirable, señorita Yaoyorozu. – había comentado en cierto momento.

- Se lo agradezco, señor. ¿Acostumbra usted a hablar mientras baila?

- Generalmente no, ¿usted?

- Solo si conozco a mi pareja particularmente. – respondió Momo.

Momo bailó otra vez con Iida durante la velada y una más con el señor Bakugo, quien había sido claramente forzado por la educación a bailar al menos con una persona. Momo nunca había tenido una pareja tan temible como él; no es que su baile fuese malo, pero la dureza de sus ojos resultaba intimidante y era capaz de distraer hasta a la mujer más ducha en la danza.

Restaban todavía varias piezas. Momo había pensado retirarse del salón de baile ya, y quizá conversar con algunos de los otros invitados. Kyoka todavía se encontraba en la pista, de nuevo con el señor Yamada. Aquella era la tercera vez que bailaba con ella, lo que a Momo le pareció un signo claro de sus intenciones.

Quizá fuera el momento de tratar de entablar una amistad más cercana con la señorita Todoroki. Desafortunadamente, esta había prometido los dos próximos bailes a Tensei Iida. Momo, pues, se encontró sola observando a las parejas.

Guinevere | TodoMomo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora