El humo negro atacó la zona central, emergiendo de ellos seres extremadamentes enormes y con un aspecto bastante perturbador. Líneas rojas cubrían su cuerpo sombrío, formando patrones y símbolos extraños.
Mis soldados emergieron un grito eufórico, corriendo con valentía a través del panteón central para derrotar la nueva amenaza de las sombras. Pero con el pase de los minutos, todo parecía ser una masacre. Saltaban sobre ellos, se escuchaba un crujir completamente desagradable.
Los de mi frente retrocedieron espantados, la cara de horror de mis soldados era indescriptible. No sabía que hacer con exactitud, ¿cómo puedo evitar que el terror los carcoma? Estaba cansada de seguir ocultándome, de ser una monarca frágil, respiré hondamente dispuesta a lo que estaba a punto de hacer; me coloqué en frente de todos mis soldados. Bajé las escaleras empuñando con fiereza el mango de mi florete. Torcí los labios y planteé mis cejas en un solo camino.
Los pocos soldados que quedaban, siguieron su mirada con mi caminar, atónitos, pero ellos también se armaron de valentía y me siguieron el paso, cada uno estaba en guardia, dispuestos en seguir atacando.
Caminé con paso firme y paré en el centro de la sala. Las bestias corrieron hasta a mí y se colocaron a mi frente, uno de ellos fue a atarcarme, me coloqué en guardia con mi florete esperando un golpe nada más.
Pero nada pasó.
Los monstruos retrocedieron abriendo paso a algo más que venía observándonos desde hace tiempo. Junto con él venía dos de los mismos entes pero más enormes y terroríficos. Nunca solté mi florete, estaba enfadada, cansada de lo mismo de siempre, no me ocultaría más.
El ente extraño sonrió de manera sádica, deteniéndose a un metro de mí.
-Hay que ver que la princesa sigue siendo valiente. -Dijo, con arrogancia.
Lancé una mirada serena, estaba dispuesta a atacar, pero en un movimiento en apenas escasos segundos, todas las bestias tenían a mis soldados entre sus garras. Todos me miraban con espanto, podía notar el inmenso miedo que los recorría.
Por un momento empecé a dudar.
-Podrías dejar tu heroísmo de la princesa que salva al reino, o ver morir a cada uno de tus súbditos. -Dijo de nuevo, con ése tono que me irrita. -Es inútil enfrentarte al reino del crepúsculo, lindura.
Mi corazón empezó a latir con rudeza, retrocedí un poco y miré de nuevo a mis soldados, a los que dejaban su último aliento en el salón. Aquellos soldados que juraron proteger Hyrule desde que pusieron un pie dentro de esta muralla, juramento que han cumplido hasta hoy.
¿Era lo correcto? Debía tomar una decisión, no podía dejar que ellos siguieran sufriendo de ésta manera.
Exhalé derrocada, tiré mi florete y más atrás caí de rodillas, arrastrando mi dignidad hasta los pies del ente que comienza a burlarse por lo bajo; logro escuchar su insistente risa.
En ése instante, recordé perfectamente las palabras de mi padre. "Un rey, jamás se inclina ante nadie para pedir súplica." No comprendo cómo no puedo pedir súplica en estos momentos, cuándo mi gente agoniza en mis manos, cómo la sangre recorre la sala y sólo me quedo varada observando.
Lo siento padre, te fallé de nuevo. Una vez más.
-Te suplico... No le hagas más daño a mi reino. -Clamé, con voz débil.
Él volvió a reír fuertemente, y mis soldados fueron soltados. De a poco, todo se iba oscureciendo, y lo que antes fue un celeste cielo se tornó en colores apagados. Mi gente de pronto se fueron convirtiendo en ánimas, en almas errantes que no sienten nada, y lo único que hacen es asustarse y acobardarse ante las bestias de las sombras.
Sigo arrodillada a su frente, con ganas enormes de llorar, de romper todo lo que se me cruzara. Pero no dejaré que él me vea débil, es lo que desea. Lo quiere ver en mí, en alguien que puede manipular fácilmente.
-Qué patética princesa. - Masculló.
Me tomó fuertemente por la nunca mientras me arrastraba cómo si animal pordosiero se tratase. Traté de zafarme de su agarre pero fue inútil, era demasiado fuerte, además de poseer una fuerza y un poder que ni yo misma llegué a imaginar, pero extrañamente sentía ése poder tan familiar.
Subimos empinadas escaleras mientras me quejaba del dolor que me ocasionaba en la parte baja de mi cabeza. Cerraba los ojos con fuerza mientras me trataba como muñeca de trapo.
Escucho el abrir de una enorme puerta, luego de pegarme contra el suelo al entrar en la habitación. Era pequeña y gélida, las noches en éste lugar deben ser fatales. No era mi alcoba, a la cuál estaba acostumbrada a dormir en plena soledad. No me atraía ése calor familiar al que siempre estaba acostumbrada.
-Te vas a quedar aquí, cómo la zorra qué eres. -Dijo sonriendo de nuevo, con esa satisfacción que llenaba sus blancuzcos ojos.
Su sonrisa, ésa sonrisa que me provoca cosas horribles en mi estómago. Una mirada de un animal depredador, acechando a su presa en la lejanía, observándolo con ojos hambrientos. Ésa presa es frágil, débil y manipulable, eso era lo que deseaba buscar en mí. Pero, con el pase de los minutos, del poder indestructible de ése ente. Comencé a sentirme indefensa, mi poder se debilitaba mientras más grande era la capa color ámbar sobre nosotros.
Él se marchó sin objetar más, pero dejándome una sensación extraña, un vacío terrorífico se acumuló en mi pecho. Supongo que ésta es la nueva era de Hyrule.
Vivir bajo las sombras.
...
Nota de autora:
¡Bien, les traigo lo que les prometí! Aquí les traje de nuevo ésta historia, que sin duda me fascina muchos, además de que el Zelda Tp sean uno de mis favoritos, por lo tanto me encantará hacer siempre ideas sobre éste juego.
Gracias una vez más por tenerme infinita paciencia y esperar por la historia. Espero que me apoyen al igual como hicieron con la anterior :3.
Cabe destacar, que algunas cosas han sido cambiadas, para hacer mas profundización en la historia.
De nuevo, gracias por leer:3
¡Hasta la próxima!
~Faby.
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Recuerdos Del Crepúsculo
FanfictionVivir bajo las paredes del palacio mientras el crepúsculo asechaba mi reino, no fue tarea fácil. Esperaba pacientemente el regreso del héroe para después poner fin y encerrar a la maldad que nos vimos obligados a vivir. Pero los recuerdos trágicos y...