Apenas sonó la campana que indicaba el final de la clase, Isabela salió disparada hacia su casillero, el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Sabía que dentro de ese sobre verde, que tanto adoraba, se escondía un mensaje que podría cambiarlo todo.
—¿Qué será hoy? —pensaba Isabela, mientras sus manos temblorosas abrían el sobre con anticipación. Cuando sus ojos se posaron sobre las palabras escritas, un grito ahogado escapó de su boca—. ¡Voy a conocer a Sapito!
La emoción la invadió, pero también una punzada de incredulidad. No podía creer que finalmente se llevaría a cabo ese encuentro del que había soñado tantas veces.
[...]
Mientras tanto, Samuel la observaba desde la distancia, oculto entre los otros estudiantes que se dispersaban por los pasillos. Su corazón latía con fuerza al verla sonreír, pero el nerviosismo lo mantenía paralizado. ¿Debería ir a abrazarla? La idea le cruzó la mente, pero se detuvo. Tenía que resistir hasta pasado mañana.
