Isabela,
Hermosa, donde sea que estés, sé que siempre estás conmigo. No sabes cuánto te extraño, cada día es un recordatorio de tu ausencia.
Nunca olvidaré todos los momentos que vivimos juntos: nuestra boda, la llegada de nuestros hijos y los lugares que exploramos, entre muchos otros momentos excepcionales.
Espero que desde aquí, al cielo, lleguen los besos y abrazos que te envío constantemente. Te extraño tanto que a veces parece que el vacío que dejaste es más grande de lo que puedo soportar.
Ah, y he cuidado de Zeus con todo mi amor. Está bastante gordito, como tú querías. Cada vez que lo miro, me recuerda a ti y me duele el corazón un poco más.
Espera por mí allá arriba, ¿sí? Pronto estaré contigo, y luego de unos años, Zeus también se unirá a nosotros. Nos volveremos a ver, y espero que ese momento sea tan hermoso como lo imaginamos.
Te ama,
Sapito.