XIII

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—¡Hahaha…! —ríe Manakel con lágrimas en sus ojos—. Mira esto — se levanta algo mareado.

—¿Qué me quieres mostrar?

—Sígueme —se acerca hacia una cortina.

No entiendo porqué le sigo, pero creo que debo confiar, tal cual como él confió en mí. Toma delicadamente la tela y la tira hacia la derecha. La luz ingresa e ilumina directamente mi rostro.

—Detrás de ti, está la verdad de Sprengen —indica a mi espalda.

Volteo y admiro una pintura sin terminar. En una esquina tiene escrito Náyade y una mancha roja está plasmada en el centro, en lo que parece ser el mar.

—¿Esta es la escena del crimen?

—Es el principal testigo del asesinato de Náyade… mi amada Náyade —corre y se embracila a la pintura, acariciándole desesperadamente.

—Sprengen, escúchame —toco su hombro—. Te informo que quedarás detenido por homicidio múltiple y planificado.

—Lo sé, amigo mío —toca la sangre en la pintura—. Tengo un sueño.

—¿Cuál?

—Ser de una vez por todas, Sprengen… Volar de una vez por todas, tal cual como esta pintura.

—Manakel, tal vez eso quería contarte Náyade con esta pintura —dejo caer mi mano sobre su hombro—. Quería que volaras, no que fueras un ángel vengador, ella quería que volaras como Sprengen, no estallar como lo hiciste.

—Sprengen… Volar o Estallar en Alemán —comienzan nuevos sollozos.

—¡Karim! —escucho a Vlad.

—Es hora de partir, amigo.

—¿Amigo? —Levanta el rostro—. A pesar de todas las cosas terribles que hice ¿me tratas de amigo?

Busca algo en el bolsillo del pantalón.

—¿Qué haces?

—¡Voy a volar! —extrae una jeringa del bolsillo y se la inyecta en el brazo.

—¡¿Qué mierda?!

Lanza la jeringa hacia la pintura y se arrodilla frente a ella. Su cuerpo comienza a convulsionar.

—¿Dónde está…? ¡Oh, mierda no! —dice Vlad ingresando a la habitación.

—¡Espérame para volar juntos! —estira los brazos hacía el cielo, mientras que de su boca un líquido amarillento no deja de escurrir.

—¿Hay un médico aquí? —pregunto.

—Nadie compañero, nadie —me abraza Vlad.

Los brazos de Sprengen caen suavemente y su cuello se retuerce hacía la espalda, mostrando un rostro sereno que a poco se mancha con aquel líquido amarillo de su boca.

—Alissa se encargará de verlo —Vlad golpea suavemente mi espalda.

—Me siento mal por Manakel…

—¿Qué dices? —regaña Vlad—. Él era un asesino…

—Yo también lo soy, yo hice lo mismo por la persona que amé.

—Calma amigo, ya Sprengen no te molestará más —toma mi cara y me mira directo a los ojos—. Fuiste más fuerte que él, seguiste tu vida no buscaste revivir la persona que perdiste. Recuerda que la vida tiene alegrías y tristezas, no somos nada sin una de ellas  —me abraza.

No dejo de mirar el cuerpo inerte de Manakel, pero tal vez está cumpliendo su sueño de volar.

SprengenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora