Sprengen

XV

Ingreso al departamento corriendo y bajo a la oficina forense.

—¡Estoy aquí!

En el centro está Sprengen tiritando con una pistola apuntando la cabeza de Alissa.

—Mira ave divertida, es tu amado —dirige su mirada hacia mí y de su boca brota una sonrisa.  

—¡Déjala ir!

—Honesto, mi querido honesto —se levanta sin dejar de apuntar a Alissa—. Investigué, gracias a tu puta, que ya perdiste el amor de tu vida… ¡Qué pena! —hace morisquetas.

—No permitiré que te burles de mí…

—¿Qué harás? ¿Matarme con una pistola de dedos o con tus palabras inútiles? —no deja de reír—. Oh, verdad, no puedes matar a alguien, ya que tienes un trauma con las armas ¡Pobre idiota!

—Pensé que eras diferente…

—Por la tierna palabra “Amigo” —ríe nuevamente—. ¿Creíste mi actuación?

—¡Infeliz de mierda!

—Enójate honesto, enfurécete quiero verte enojado, quiero saber cómo asesinas los demonios tales como… —levanta la máscara que reposaba sobre la mesa de observación— ¡Yo!

—Tranquilo Karim, no caigas en su juego…

—Calla avecilla, hoy volarás, todos volaremos —dispara al vidrio de la esquina de la habitación—. Necesitamos un poco de aire fresco ¿o no?

—¡Detente! —ingreso a la habitación.

—Así es, vamos honesto trata de golpearme —apunta la pistola hacia mí.

—Tu máscara se ve más manchada —indico.

—Exacto muchacho, cada vez la verás peor, te dará más miedo.

—No lo tengo, no te tengo miedo —me coloco delante de la pistola.

—Valiente y honesto, pero… —agarra a Alissa del cabello—. ¿Quién de los tres vive?

—Suéltala o te las verás conmigo.     

—Sí, así es, quiero verte sufrir nuevamente.

La máscara se desfigura y comienza a asemejarse al rostro de Alocer.

—¡Deja a Arusa!

—¿La novia? —sigue riendo—. Todo tiene sentido, pero lástima que la divertida también debe volar —golpea mi cabeza con la culata—. Toma mucha atención a esto.

Jala a Alissa del cabello acercándola a la ventana.

—Son tres pisos, tienes dos soluciones ¿vives en coma o mueres volando? —la besa.

—¡Suéltala! —digo mareado.

—Volemos —empuja suavemente a Alissa, a quien distingo ahora sus manos amarradas.

—¿Para qué me haces esto? —pregunto.

—Necesito un compañero tan loco como yo, un amigo que esté en las buenas y en las malas, así que si me matas serás igual a mí.

—¡Jamás!

—Ya lo verás —apunta la pistola al pecho de Alissa —¡Adiós!

El sonido del disparo dejó resonando el lugar.

—¡Alissa! —grito cerrando los ojos.

Abro los ojos y veo a Sprengen soltando la pistola, a Alissa cayendo sentada al suelo.

—Ho…ho…honesto… —la máscara de Sprengen se tiñe lentamente de rojo—. ¿Puedo volar, Náyade? —camina hacía la ventana y desaparece por ella.

—Si no llego yo ¿Qué mierda hubiese pasado? —escucho la voz de Vladdimir.

—¡Jefe! —grita Alissa alegre.

—Gracias Vlad.

—Tranquilo amigo, Sprengen voló por fin —golpea mi hombro.