𝘿í𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙐.𝘼. | 𝙈𝙮 𝙃𝙚𝙧𝙤 𝘼𝙘𝙖𝙙𝙚𝙢𝙞𝙖

4 - Al cuidado

Esa noche, Aizawa había dejado a sus retoños de la clase 1-A cuidando a Eri en el departamento de Heights Alliance, mientras él se encargaba de corregir unos exámenes.

Tenía que concentrarse en ellos y teniendo a la pequeña Eri simplemente no podía. La niña no tenía la culpa, y Aizawa no lo hacía por maldad, sino porque no quería que le sucediera nada mientras hacía ese agotador trabajo de calificar los exámenes de los alumnos.

Además, ¿qué podía salir mal? Sus retoños podían ser bastante escandalosos pero confiaba en ellos. Podía quedarse tranquilo especialmente sabiendo que Midoriya estaba entre ellos. No entendía como, pero aquel estudiante junto con Mirio del tercer año, se había ganado el corazón de la pequeña.

Intentó dejar sus preocupaciones de lado y suspiró, viendo el examen de Bakugo. Vaya que su letra era igual de escandalosa que él.

Uno de sus gatos con pelaje rojizo se arropo en su regazo, maullando y extendiendo sus patas hacia Aizawa.

- ¿Qué quieres?

El gato (cachorro) volvió a maullar.

Aizawa suspiró y colocó al gatito sobre el escritorio panza arriba. No cabia duda que los gatos eran su mayor debilidad.

Se inclinó hacia el animal y comenzó a depositarle besos por el cuerpo, besando su nariz, su pancita y su cabeza, haciéndole algunas caricias en el proceso. Amaba tanto a los gatos como a Eri y sus retoños: no podía vivir sin su presencia y estaba dispuesto a luchar por ellos hasta el final.

El gato colocó sus manos sobre el rostro de Aizawa torpemente y el profesor no pudo resistirse a arroparlo entre sus brazos y depositarle más besos, acariciando con la otra mano su pelaje.

Por alguna razón que desconocía, tener gatos y acariciarlos durante sus horas de estrés lo relajaban. Y no le importaba tener la cama llena de pelos de gato.

Simplemente lo abrazó mientras ronroneaba en su camisa.

La noche se le pasó muy lenta corrigiendo los exámenes de la clase 1-A, pero al fin y al cabo logró terminarlos pasada la medianoche. Se dejó caer por su segundo en su silla y luego se levantó de un salto, tomando una campera y sus llaves de la habitación.

Se dirigió entonces a los dormitorios de sus alumnos, que por suerte estaban a tan sólo 5 minutos de la U.A. En cuanto llegó, llamó a la puerta, dudando de si alguien estaría despierto.

Por suerte, Midoriya si lo estaba, y con terribles ojeras. Vestia un pijama sencillo con caritas chibi de All Might. Sostenía a la pequeña Eri en sus brazos. No se sorprendió al verla más despierta que él y con una gran sonrisa en sus labios.

- Oh, b-buenas noches, Aizawa... - el peliverde se refrego los ojos con una mano.

- ¡Aizawa! - Eri extendió los brazos hacia el profesor y él se vio obligado a cargarla.

- ¿Cómo fue todo?

- Bien... - Midoriya bostezo - La mantuvimos bastante entretenida, cenó milanesas con puré... e hicimos varios juegos juntos.

- ¿Cortaron la milanesa? No me digas que la dejaron con un cuchillo en sus manos - se preocupó Aizawa.

- Si, descuida... la cortamos nosotros mismos - Midoriya volvió a bostezar.

- ¿Y así que te quedaste despierto vigilandola? - Aizawa señaló a Eri.

- Si, no quería perderla de vista... - el profesor notó como los ojos de Midoriya comenzaban a cerrarse.

Largó un suspiro.

- Mañana les agradeceré a todos, y a ti, niño buscaproblemas, te daré unos puntos extra en tu calificación final.

Midoriya, si no estuviera tan cansado, habría saltado de alegría, pero por el momento simplemente cabeceó.

- Ve a descansar. Nos vemos mañana.

Tras despedirse, Aizawa regresó a su habitación en la U.A con la joven Eri en sus brazos.

- ¿Y qué fue lo que hicieron durante la noche?

- ¡Muchas cosas! - Eri estiró sus brazos - Kirishima y Sero organizaron un pequeño concurso de baile, ¡y gané!

- Felicidades, Eri - Aizawa no pudo evitar sonreír. Al estar junto a aquel ángel nadie podía escapar de su sonrisa.

A Eri se le escapó una risita.

- Mina me hizo este peinado, ¿te gusta? - Aizawa se había quedado observando las trencitas en el sedoso cabello de la niña.

- Me encanta...

- ¡Oh! ¿Sabes que Jirou es muy buena persona? ¡Me dejó jugar con su guitarra! Ah, además, ¿te conté que Mineta y Kaminari...?

Y así se pasó el trayecto hasta la U.A. Su voz alegre y cantarina se oía por todos los pasillos por los que pasaban. Aizawa no interrumpió en ningún momento. Amaba cuando Eri estaba tan feliz.

Una vez en la habitación, la Eri charlatana y exaltada cambio por una muy agotada y adormilada. Aizawa sonrió. De seguro todas las actividades de la clase 1-A la cansaron.

La sentó en el borde de la cama y con cuidado le ayudó a colocarse su pijama de gatitos. Desde que la niña había comenzado a vivir en su habitación, había comenzado a tratarla como si fuera su propia hija, cuidandola y tratandola con delicadeza. Ambos eran casi tan cercanos como padre e hija.

Mientras Eri jugueteaba con los gatos de Aizawa, el mayor se quitó la camisa y los pantalones para colocarse su pijama. Al mismo tiempo, Eri observó la espalda fornida del azabache con algo de preocupación.

- ¿Ai...? - dijo la niña con una delicada y suave voz - ¿Quien rayó tu espalda...?

Aizawa, algo sorprendido por la pregunta de Eri, largó un suspiro, evitando mirarla a los ojos y abrazandose a si mismo intentando cubrir las cicatrices que cubrían su piel.

- No es nada, Eri. No te preocupes por ello.

No quería que la pequeña supiera de aquella vez en la que la Liga de Villanos había atacado la U.S.J y mientras luchaban por sus vidas, había recibido tales heridas.

Aún le dolían.

Se colocó finalmente el pijama, apagó las luces dejando sólo el televisor encendido y sintió como Eri se arropaba en sus brazos entre las sábanas buscando calor. Sus gatos se quedaron por encima de las sábanas, preparándose también para dormir.

Eri no tardó en quedarse dormida y no logró llegar a ver las noticias que rumoreaban cosas sobre la U.A. Aizawa decidió dejar de ver esas estupideces inventadas, apagó el televisor y abrazó inconscientemente a Eri, apoyando su cabeza contra su pecho. Acaricio lentamente sus cabellos intentando relajarse y descansar.

Porque mañana tendría que volver a cuidar de sus retoños.