𝘿í𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙐.𝘼. | 𝙈𝙮 𝙃𝙚𝙧𝙤 𝘼𝙘𝙖𝙙𝙚𝙢𝙞𝙖

31 - Mosquitos

Era una noche tranquila en los dormitorios del Heights Alliance. Todos durmiendo, nada de que preocuparse...

Lo cierto fue que ese ambiente apenas duró unos minutos.

Midoriya, atolondrado por los ruidos, saltó de su cama y se dirigió a la habitación de su amigo Bakugo. Abrió la puerta lentamente.

- ¿Kacchan...? ¿Qué estas...?

No pudo terminar su frase ya que se quedó viendo el espectáculo que tenía frente a sus ojos: Bakugo gritando encima de la cama a todo pulmón, lanzando pequeñas explosiones al aire mientras también usaba las sábanas de su cama para batallar. Si el peli-verde no hubiese agudizado la vista, habría pensado que su amigo estaba loco. Pero no. No estaba loco.

- ¡Malditos mosquitos! ¡Mueran! ¡Mueran todos!

Midoriya suspiró. En épocas de verano los mosquitos se hacían presentes. Aunque ya le habían reclamado a los profesores que pusieran algo para repelerlos, tenían que luchar contra ellos por sus propios medios.

- ¡No te quedes ahí parado, maldito nerd! ¡Ven y ayúdame!

Deku se quedó sorprendido de que Kacchan le estuviera pidiendo ayuda, aunque bueno, probablemente hubiera sido de forma inconsciente dado a que estaba realmente enfadado con esos mosquitos.

Sin más que decir, Midoriya comenzó a usar una mínima porción del One For All para matar a los mosquitos, tratando de apuntar bien y así evitar que la habitación de Bakugo terminara hecha un desastre.

- ¿Desde cuando tu habitación es un nido de mosquitos?

- ¡Y yo que se!

Así siguieron matando mosquitos hasta que los terminaron eliminando a todos. A la mañana siguiente, todos se habrían enterado de lo que había sucedido durante la noche y querían contratar a ambos aspirantes a héroes para que matasen los mosquitos de sus habitaciones.

- Ni lo piensen, no pienso gastar mi estúpido tiempo en sus cosas - Bakugo se cruzó de brazos.

- Kacchan, no trabajamos gratis. Si lo hacemos podríamos ganar algo de dinero. Y ya sabes que dinero es dinero - Midoriya trató de convencerlo.

Bakugo se mordió el labio pensativo y suspiró.

- Bien. ¿Quien quiere que le matemos mosquitos?