Capítulo 17

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— ¡Levántate de una vez! — Una almohada golpea mi cabeza y sólo me hundo en la cama.

— No quiero ir hoy…por favor déjame tranquilo —Orlando suspira. Sé que me comporto como un cobarde.


— Rocket, has faltado dos días a clases ya —Abre las cobijas de golpe y lo miro— ¡Joder! —se echa para atrás—. Eres un espanto…bueno, no vayas.

— Ojala menstruaras para que lo entendieras —le digo metiéndome bajo las sabanas nuevamente.
Hago un puchero.


Sí, he faltado dos días al instituto.

Sí, ya sé. Soy un cobarde total…una cobarde.

Es cerca de las ocho de  la mañana. Mi celular vibra en el velador; es Cal llamando nuevamente.

Lo único que le he dicho es que estoy enferma. A ella no le he podido mentir como a mi papá o mi hermano porque sabe que hace dos semanas tenía el periodo, tenemos un ciclo bastante parecido.

Pero tampoco le he dicho la razón de por qué he faltado estos días.
A pesar de que tenemos todos estos años de amistad, mi relación con Cal no es equitativa. Ella es la que más habla de las dos y la que dice todo sobre lo que le pasa o no. Yo sólo escucho. Nunca quise hablar de mis sentimientos o cosas por el estilo, es por eso que ella no sabe ni sospecha sobre mi atracción con Zack. No es que no confiera en ella, la verdad es que es algo que de pequeña desarrollé, como si hablar de mí no fuera realmente importante o algo genial que escuchar.


Estoy enojada, tanto que comienzo a llorar.


Lo único que puedo decir es; Leonardo Kissinger.

Dios, soy un desastre ahora mismo, no puedo reconocerme siquiera a mí mismo en lo que me ha afectado la situación.

Sí, yo fui quien lo besé y todo eso no me habría importado en lo absoluto, pero hay algo que me molesta y no logro entender qué carajos es.


— Rocket, entraré —papá ingresa con una taza de té. Me acomodo en la cama para sentarme. Hace mucho no lo he visto entrar así y sólo presiento que algún tipo de sermón se viene—. Hola ¿Cómo te sientes?

— Hola. Me molesta un poco y además me siento hinchada —me acerca el té, huele a manzanillas— gracias — le recibo y tomo de la cucharita para no quemarme. Es suave y el calor me entra por todo el cuerpo.

— Llorabas —me dice, acercando el banco de mi escritorio junto a la cama—. Sé que probablemente no quieras hablarlo, pero me importas y quiero saber si algo te sucede, nunca habías faltado tanto a clases por el periodo ¿Pasa algo más?


Me quedo callada, me pone en duda decirle o no, aunque si lo quisiera tampoco sé qué decirle o cómo explicarle.

Me remuevo algo inquieto, pero entonces le niego meneando la cabeza.

— Bien. Tal vez son cosas de mujeres, yo no puedo ayudarte mucho, pero puedo asegurarte que si un chico te molesta mucho es porque le gustas. Sin embargo, no dejes que te pasen a llevar solo porque eres una chica, lo sabes —asentí.


«Supieras que eres tú la que se propasó con un pobre chico.»


Suspiro y lo miro tratando de decirle todo con solo mis ojos, ojala fuera así de sencillo.


— Hablé hace un rato con la orientadora. Tu tutor vendrá por la tarde ya que has estado perdiendo estos días, además, él se puso en contacto conmigo para dejarme más tranquilo. Te traerá las materias vistas. No me dijiste que era uno de tus compañeros ¿Cuál es? ¿El de pelirrojo? —Me río, eso hubiera sido más sencillo.


— No, es otro, no lo conoces.


— Bueno, por Orlando sé que es bastante tranquilo y viene de una buena familia —Lo miro asombrado ¿Cómo saben tanto de eso si ni yo mismo lo sé? —. Ups

El último chico del salónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora