Capítulo 18

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Después de todo ese susto monumental, Cal me lleva al baño de chicas por algo de agua. Tengo nauseas por todo lo que pasé hace unos minutos atrás. Estoy más que seguro que todo el establecimiento tuvo que presenciar esa escena y Orlando es el tío más temido ahora mismo.


— ¿Te encuentras mejor?


— Sí, un poco —le digo, sorbiendo un poco más de agua—. Debiste haberlo visto. Ese no era Orlando, era Satanás —Cal se echa a reír— no te reirías si te hubiera pasado a ti.


— Te recuerdo que mi madre es católica y me obliga a ir a misa todos los domingos —me dice. Bueno, tienen razón, pero esto es como ir a misa también, creo.


— Ya no podré salir, me vendrá a dejar todos los días, y si es necesario me dejará en la puerta del salón…yo no puedo con eso, te digo...por favor llévame contigo, dile a tu mamá que me adopte, le hago el aseo, puedo limpiar todos los días después del clases, incluso cocinarle los fines de semana, Cal, debes sacarme de ahí…lo qué sea —le digo con desesperación.


— No seas exagerado.


— Es que tú no lo viste.



Cuando entramos, el salón queda en silencio, Leonardo está de nuevo en su viejo lugar y Cal vuelve a mi lado, pero sé que lo hace por ahora. No quiero amarrarla a mí si ella no quiere, y sé que no quiere estar aquí ahora, pero por esta asignatura no la dejaré ir, necesito calmarme un poco.


— El pasaje a China no es caro ¿Verdad? —Le pregunto, ella se ríe negando con la cabeza mientras saca sus cosas—. Ese estuche es nuevo —le digo y ella sonríe de oreja a oreja.


— ¿No te parece precioso? Me lo ha regalado Zack —Ella dice entusiasmada, ahoga un gritito y abraza su pequeño estuche rosa, tiene casi el mismo tono que las gasas que Leo había puesto en mis rodillas.
Suspiro recordando la cagada que ocasioné.



Y entonces ha pasado una semana desde que pasó el suceso. Leo trata de actuar igual que siempre pero no le resulta, pasa que me acerco un poco y se tensa por completo, incluso soy cargante con el tema y me pongo a molestarle de forma indirecta al hacer las cosas más difíciles.

Cuando tengo dudas de algo lo toco o me acerco más de lo que debería.

Sé que está mal, pero hay algo que no entiendo que me impulsa a hacerlo. Temo creer que es a causa del castigo de Orlando, como no puedo ver ni hablar con mis amigos además de dentro del instituto, molesto a Leo para mi diversión. Lo que sip, está mal…pero yo sigo en lo mismo.


Lo bueno, digamos que bueno, es que Orlando ha olvidado por completo el tema del beso y eso me calma bastante, yo también deseo olvidarlo…pero no puedo. Veo constantemente a Leonardo y sus labios siguen pareciéndome atractivos.

Y si entramos en confianza; he llegado a soñar con ellos.

Incluso estoy dudando de él. Sobre que no ha besado antes, es decir, él no es nada feo ¿Por qué alguien no quisiera besarlo?
¿Será que es conservador?  Algo así cómo guardarse para su matrimonio ¿Pero besarse sólo desde el día de su boda? Eso es ser extremista.


— ¿Me estás escuchando? —Orlando me alza una de sus cejas gruesas. Estoy comenzando a odiarlo.
Nunca pensé que mi relación con él se estropearía, pero en verdad que las cosas cambiaron en casa. Papá tampoco hace algo al respecto aunque se lo dije muchas veces; está de parte de su hijo mayor, y eso me desespera mucho.

— ¿Qué quieres? —Le digo metiéndome el pan tostado a la boca.


— No me respondas así…

El último chico del salónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora