Capítulo 9

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Cal me hiso dar la vuelta varias veces. No sé cómo había acabado en una tienda extraña que jamás en mi vida había visto, tenía ya un par de cosas compradas, no quería mucho puesto prefería ahorrar para gastos más necesarios si es que se presentaba. Cal estaba obsesionada con que usara una falda gótica que había visto en vitrina, estábamos en el probador frente al gran espejo que ofrecía la tienda. La falda era algo diminuta y se expandía por los lados, entallada y con flores en una tela con muchos hoyitos, su color era negro con encajes rojo oscuro que brillaban al moverse, tenían un efecto extraño de ropa. Ella dijo muchas cosas positivas, como que mis piernas resaltaban más y me hacían ver más alta y delgada…eso no me importaba, las faldas son incomodas y nadie me va a quitar esa opinión de ellas.  Mi peso era estable porque a veces comía y a veces no, y no es porque yo lo hiciera a posta, mi sistema era extraño, siempre ha sido así, y según un extraño medico, si no me media, podría subir de peso hasta las nubes por esto mismo.


— Rock, quiero una foto contigo, ahora —sacó su móvil de la cartera desbloqueándolo—. Oh, Zack. Olvidé que hablaba con él hace un rato —comenzó a teclear. Me miré en el espejo sin creérmelo, me había dejado una pollera de las que había comprado porque el uniforme me hartaba y mucho, Cal la había tomado y atado a un costado para que la falda no se cubriera por la mitad, no me gustaban las polleras cortas, debo decir—. Le contesto y nos tomamos una foto, no te la quites —ella advierte. Leo lleva por lo menos diez minutos esperándonos sentado frente al mostrador, eso a menos que se haya ido ya.

— Cal, recuerda que Leo está fuera —le digo tomando el nudo de la polera, ella me golpea cuando intento quitarlo. Me quejo y la miro algo molesto. Teclea y vuelve a mi lado.


— Ahora sí, ponte frente al espejo —ella y su obsesión por tomar fotos del espejo. Acomodo mi pelo para que no cubra del todo mi rostro y miro hacia enfrente, ella sonríe y yo hago un gesto con los ojos y los labios—. Inmaduro —me acusa mirando la fotografía luego, pero ríe de ello—. La voy a publicar en Instagram y te etiqueto —oh, valla. Esa red social que olvidaba. Me había hecho una cuenta hace dos o cuatro meses atrás, pero la tengo en el olvido, no sé qué hacer con ella, solo veo gente que publica fotos y fotos por doquier ¿cuál es la gracia? —. Ven, vamos a enseñarle a Leo —ella dice tomándome de la muñeca y llevándome casi arrastrando por el pasillo. La detengo antes de salir. Asustado por lo que posiblemente haga, una cosa es usar una falda frente de ella, otra muy diferente es hacerlo frente a alguien que apenas conozco y eso sumado a las cámaras de seguridad fuera y el gentío que también está presente. Eso sí es algo público.

— No es buena idea, puede traumarse con faldas —yo digo susurrándole en plan misión imposible. Ella frunce el ceño y me pega en el brazo—. Bruta, deja de dejarme moratones —la empujo a un lado, se ríe mientras me masajeo el brazo.

— Ven —dice de nuevo, sale antes y me cierra las cortinas en la cara. Bufo.


— Oh, sí. Muy bien Ca… —me chita del otro lado. ¿Qué?


— ¡Leo! —Le llama mientras trata de tragarse la risa, cosa que no puede hacer del todo bien aún. Mi bella Cal y sus cosas raras que a veces me cuesta entender del todo.


— ¿S-si? —Se le escucha incomodo. Tal vez Leo es de esos chicos que no acostumbra a socializar, de ahí el porqué se traba al hablar. ¡Oh, sí! Debe ser eso. Pienso y me toco la barbilla, tal vez necesita abrir más su compostura frente a adolescentes. Yo podría ayudarle, de hecho, es fácil yo creo si actúo normal y natural, aunque no hago cosa diferente en tal caso. Leo solo necesita librar tensiones y esa timidez que si sigue así, me hará explotar—. ¿Pasó algo con Rocket? —Él la pregunta. ¿Algo conmigo? Me cuestiono. Que atento de su parte, yo pienso.

El último chico del salónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora