El desayuno se siente agradable junto a un vaso de zumo que me ha preparado Leonardo. A este paso me estoy acostumbrando a sus lindos gestos y es que cada vez que estoy acá tiene un trato especial conmigo.
—¿Estás bien? —Leonardo estaba algo inquieto desde que se había acomodado a mí lado—. ¿Estuvo mal lo de ayer? —indago tratando de imitar los ojos tristes de un cachorro. Leo se atora con el zumo y bota gran parte al suelo tratando de pasar la vergüenza que le produce mi pregunta— No te mueras —le doy unas palmaditas en la espalda tratando de ayudarle a respirar.
—Estoy bien —su voz suena rasposa, me imagino que es la consecuencia de tanto haber tosido.—No pensé que hubiera sido tan mal.
—Oh, no. —sonrío y entonces hace un gesto con las cejas para ir a su escritorio y tomar papel higiénico tirándolo al suelo y limpiar el desastre que él mismo causó— no fue nada como eso. Esa en verdad fue mi…
—Tu primera vez, ya lo sé —para mí es obvio si nunca había besado antes— sólo te falta experiencia, no te sientas mal ni incomodo, en algún punto tuve mi primera vez también…
—¿C-cómo fue? —interrumpe y veo la curiosidad en sus ojos.—Fue en mi habitación a los 15 —nos volvemos a sentar en su cama dejando la bandeja en unos de sus escritorios. Acomodé a Leo para que esté recostado y yo pueda quedarme sobre él abrazando su cintura—. Era inexperta, por supuesto y él era un chico con bastante experiencia y mayor que yo. No teníamos una relación oficial y era nuestra despedida, se iba al día siguiente de la ciudad y me había enseñado muchas cosas, así que me preguntó si quería una última lección, ya debes saber cuál fue —suelto una risita, me da nostalgia recordar eso—. Bueno, en cuento corto: estaba sola y subimos a la pieza, nos besamos unos minutos y nos metimos a la cama, se recostó desnudo y me dijo que lo hiciera yo para que tuviera el control. Dolió, por supuesto, pero se encargó de que me sintiera bien luego de haberlo hecho unas veces más…
—¿Más? —Lo dijo como si hubiera dicho en verdad algo malo. Levanté la mirada para reírme de la cara que tenía ahora mismo.
—Pues sí: no nos íbamos a ver más, había que aprovechar —le digo entre broma y su cara se sonroja cual tomate maduro se tratase. Me levanté gateando sobre su cuerpo y aunque esté con una cara nerviosa, le dí uno beso corto sobre la boca—. Puedes seguir practicando conmigo si quieres.—Y-yo, yo no te quiero p-para e-eso —es tan dulce que aprieto su mejilla con una de mis manos dándole un beso en la nariz.
—No tienes que ser un galán conmigo, tampoco piensas que te esperaré, llevo más de dos años sin relaciones —recuerdo a las insinuaciones de Lucas y en verdad seguir con él por supuesto que no es agradable— hay límites. ¿Qué dices? —Me analiza con su mirada, tal vez espera que sea una broma o que juego, pero eso es algo que no encontrará— ¿Entonces?
—¿Por qué? —Me acomodo a su par y solo levanto los hombros.No todo puede tener un porqué ni un fin. Sólo es y genial si se acepta o no.
—Está bien que no te interese, no me preocupa. Esperé dos años, puede ser otros más o no —un celular vibra, pero recuerdo que el mío estaba bajo de batería la noche anterior. Leo se levanta y veo que trae el mío desde el otro extremo de la habitación, solo puedo deducir que él lo ha dejado cargando.Es Lucas llamando, me parece extraño pero de todas formas contesto.
—Gracias al cielo —es lo primero que le escucho—. Rocket, te llamaba para disculparme por lo de ayer. No fue mi intención propasarme, en ningún sentido.
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El último chico del salón
Teen Fiction¿Alguna vez sentiste la curiosidad por conocer al tímido de tu clase? Ese chico de allá atrás que pasa mayor tiempo del día sin llamar la atención. Rocket a pesar de estar casi acabando el semestre es obligada a pasar por clases especiales, o perder...