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"YO NO SABÍA QUE TE SENTÍAS SOLO
si me lo hubieses dicho hubiese estado en casa, contigo
[...]
y te hubiese dicho que me sentía solo,
también."
FKA Twigs – home with you
La primera vez que Manuel le leyó algo a Martín fue cuando iba en tercero medio y Martín estaba en su primer año de universidad. Llevaban ocho meses juntos, y aunque se les hacía complicado verse por la distancia de las ciudades en las que residían, se las arreglaban con las videollamadas de Facebook y con los pasajes de bus que casi siempre Martín compraba para llegar a la pequeña ciudad que les acogía. A veces, cuando tenían suerte, Manuel iba a Santiago y se quedaba con Martín en su departamento compartido con Sebastián, que era tan sociable que no lo veían mucho por esas horas. Esas paredes delgadas del departamento de Independencia los cubrieron la primera vez que Martín puso su mano bajo la polera de Manuel y Manuel le siguió el ritmo con besos baboseados por el mentón y sus manos aferrándose suavemente a la espalda de Martín, llena de lunares pequeños que Manuel admiraría cuando se quedaran acostados desnudos, abrazándose y cuando sus extremidades se enredaran y Manuel ya no podría distinguir cuál pierna era suya debajo de las mantas, donde lo moreno de su piel y lo pálido de Martín desaparecieran y ya no habría nada más que un abismo oscuro que se acaba junto con el colchón, pero del que no hay salida.
Fue en esas mismas posiciones que Manuel tomó un libro y lo sostuvo con su mano derecha, la cabeza de Martín acomodándose en su hombro y su cabello haciéndole cosquillas en el mentón y en las mejillas, el mismo cabello que acariciaba con su mano izquierda mientras Martín lo abrazaba por la cintura y se cubrían con las frazadas. El sonido de los autos entraba por la ventana de la habitación y alguien debía estar caminando hacia un encuentro divino de la misma manera que ambos lo hicieron cuando Martín le pidió un cigarro. Martín piensa en eso y quiere llorar mientras siente la forma en que los dedos de Manuel desenredan su pelo y susurra con una suavidad enternecedora poemas que, de no haber sido por él, Martín nunca hubiese conocido.
Toda escritura es una especie de caída
Leve
Despacio
Sin tiempo
Cerca del suelo la sensación de velocidad aumenta
Los ojos se dilatan
El fotógrafo enfoca la escena y le pide que por un momento
Solo por un momento
Cierre los ojos y que imagine que el breve viaje hacia la oscuridad
No huele siempre como un ramo de flores amarillas olvidadas en medio del desierto
Martín esconde su rostro en las clavículas de Manuel y Manuel sigue susurrando como si su voz fuera la miel que cae desde el cielo en algún cántico religioso que alabar. Los ojos de Martín se cristalizan en la piel de Manuel y decide enfocarse en contar los poros de su piel antes de que el llanto le gane, pero es demasiado tarde una vez que empieza a botar lágrimas y Manuel se detiene, deja el libro a un lado y lo abraza, acariciándole el cabello, el rostro, la espalda, los brazos, las escápulas. Todo de él se debilita ante Manuel y solo puede llorar pensando en que jamás amará a nadie como lo ama a él ahora, que es tan feliz que le asusta no volver a ser igual de feliz en su vida, así que la amargura se mezcla un poco con el candor de la alegría, pero no puede negar que la principal razón para su llanto es simplemente que ama tanto a este hombre que se siente abrumado, pero feliz.

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Writer in the Dark |ARGCHI|
Hayran Kurgu"Apuesto a que maldices el día en que besaste a un escritor en la oscuridad" Martín no ve a Manuel hace cuatro años, no desde el día en que terminaron su relación de seis años. Ha aprendido a superar los amores perdidos y a visitar a veces la soleda...