Capitulo X

136 18 0
                                    


Una  fría y húmeda noche antes del concierto, vampiros se aglomeraban en el Bar del Almirante, diversos hematófagos se encontraban reunidos charlando, bailando, bebiendo sangre, como era costumbre, pero además de ello, aunque no lo pareciera, también se formaban grupos de ataque que planificaban como asesinarían a aquel vampiro que estaba develando sus secretos a diestra y siniestra y que irónicamente, su música se escuchaba en los parlantes de aquel bar.

Todo transcurría con normalidad cuando  repentinamente voltearon a ver anonadados y confundidos en dirección de la entrada, alguien había llamado su atención, un vampiro, jamás habían visto a uno como el que ahora ingresaba en su refugio, su color de piel no era como el de los demás, era ligeramente dorada, no parecía un cadáver, sus ojos no eran oscuros ni ojerosos y sus ropas no pertenecían a esta época, portaba sólo un brial de lino con piedras preciosas que le cubría hasta la mitad de sus gruesos y fornidos muslos, cada musculo en sus piernas estaba bien definido y trabajado, calzaba sandalias y su torso estaba desnudo, su abdomen lucia tan duro y fuerte además de esbelto, en la piel de  sus fuertes brazos, pectorales  y espalda, extraños símbolos y talismanes tatuados se dibujaban,  su cuello era adornado por un pesado collar de esmeraldas y rubíes, su cabello era negro y estaba ligeramente largo y ondulado, algo revuelto haciéndole lucir sumamente atractivo, portaba una tiara de oro solido con formas finamente talladas de flores y los mismo extraños símbolos en su piel, sin embargo su rostro no cuadraba con su cuerpo, parecía tan sólo un adolescente, tan infantil que la malicia que sus resplandecientes ojos emanaban no parecía pertenecerle.

Aquel ser sonreía de manera peculiar, sus labios eran muy rojizos y formaban un corazón en el arco de cupido, de su boca dos grandes  y filosos colmillos se colocaban al costado de unos curiosos dientes de conejo, sus pómulos eran definidos y todo su rostro en si era hermoso, nadie podía dejar de verlo, era tan extraño, tan diferente a ellos, desprendía un aura de superioridad que dejaba un tanto acomplejados a los vampiros a su alrededor, el joven miraba en todas direcciones insistentemente, parecía buscar a alguien, no daba atención a nadie a su alrededor sólo a la voz que sus oídos escuchaban.

Llegó hasta la barra de aquel bar y miró fijamente a la pantalla donde un vídeo de Agust D se reproducía, sonrió y aspiró profundamente para formar un tierno e infantil puchero con sus labios momentos después.

-Su aroma se desvanece.- Siseo con una voz que podría aturdir, era dulce y melodiosa pero a la misma vez, era escalofriante, pareciera que una segunda voz estuviese detrás de la dulce y era espectral, monstruosa. – Estuvo aquí hace mucho tiempo.- Habló para si mismo.

-Te gusta, ¿Verdad?- Cuestionó aquel mismo vampiro que noches atrás había acosado a JiMin en esa misma barra, el joven no le observo ni un segundo, mantuvo fija su mirada en el vídeo de aquel vampiro renegado.

-Me recuerda a una persona- Se limitó a responder.

-Muy pronto sólo te recordara a un montón de huesos. - Una risa sarcástica brotó petulante de aquella boca haciendo que finalmente el joven le mirara. -Nosotros lo desmembraremos, lo asesinaremos.

-¿Ah si?- Cuestionó el pequeño vampiro dándole una infantil sonrisa. -¿Es eso lo que quieren hacer?

El tipo no pudo responder nada, la escalofriante voz y la forma en que lo miraba le provocaba ligeros escalofríos, aunque aquello no duró mucho pues  el extraño vampiro se viró para avanzar a paso lento hacía la pista de baile de aquel bar ante la atenta mirada de todos los hematófagos en el lugar, conforme se acercaba al centro de esta, comenzó a mover sus caderas de un lado a otro en  suaves curvas, ondeaba su torso haciendo así que sus caderas giraran de manera muy lenta, suave y seductora, su cuerpo era magnifico, imposible no sentirse tentado pues había un aura fascinante a su alrededor, el adolescente vampiro  se dio la vuelta para observar al tipo de la barra y  le sonrió con un infantil encanto mientras su pelvis se movía en un incitante vaivén, los músculos de su abdomen se contraían y estiraban tan magistralmente mientras sus propias manos paseaban por su torso desnudo y magnifico al tiempo que cerraba sus ojos, todos lo observaban dudosos y temerosos, había algo en aquel ser que no les daba entera confianza, se sentían amenazados, a excepción de aquel pretencioso vampiro de la barra, pues se deleitaba plácidamente en la danza del muchacho, el cual, tras algunos segundos abrió sus orbes y sonrió con coquetería hacía él extendiendo su mano y moviéndola en un gesto indicativo para que se acercara.

Agust D. El Vampiro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora