Capítulo I

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El sonido de aquellos acordes vibrantes aunque un tanto desafinados, el sonido de aquel golpeteo sobre la tarola desgastada y el bombo viejo de una batería Yamaha y un sintetizador respaldado por un bajo inundaban aquella habitación dentro de un departamento en la planta alta de un viejo edificio en mitad de la ciudad, la oscuridad de la noche se acoplaba con aquella música que evocaba las antiguas bandas de rock industrial y del garage, 4 jovenes ensayaban con ahincó las melodías que habían compuesto pero que aún carecían de una buena letra y una prodigiosa voz que les hiciese justicia, aún no habían conseguido el éxito, ni siquiera eran conocidos en su ciudad salvo por los pequeños bares en los cuales tocaban covers de bandas populares del momento, si bien la música no alcanzaba a llegar a oídos más lejanos que los de sus vecinos de piso y edificios, un ser si lograba escuchar sus sonidos a algunos cientos de kilómetros de distancia, logrando así interrumpir su largo sueño provocándole levantarse de su sopor como si fuese invocado  a través de rituales en lenguas antiguas, aquel ser había abierto los ojos después de siglos y su frío corazón “latía” deseoso por aquello nuevo que estaba llamándole, sus largas garras y grandes manos tomaron la lapida de concreto que cubría su aposento milenario y la empujo a un lado viendo al fin el mundo en una nueva era, parpadeo repetidamente aclarando su vista y la sensación de un nuevo descubrimiento se hizo presente en su interior, esa sensación de cosquilleo muy parecido a cuando murió y revivió hace mucho tiempo atrás pero sin el dolor que aquello había incluido, se irguió  de la tumba mirando a su alrededor reconociendo el lugar en el cuál se había alojado después de que su amado Jackson lo hubiese abandonado a su suerte en aquella asquerosa y polvorienta cripta después de haberle dado el regalo y el don de la vida eterna, ¡Ah, que desconsiderado era su pequeño Jackie!, pero después tendría tiempo para hallarlo y saldar algunas cuentas pendientes, ahora solo quería conocer las maravillas que esta nueva era tenía para ofrecerle, había visto pasar siglos y siglos de épocas diversas, había conocido tantos continentes, tantos países y vio nacer cada nuevo invento que la tecnología facilitaba, maquinas voladoras, bestias que se movían a través de rieles transportando personas y comida, artefactos que retrataban imágenes conservándolas para la posteridad e incluso pudo ver de nuevo el amanecer a través de un curioso objeto que transmitía luz en una gran tela en la pared mostrando imágenes en movimiento, si, tuvo la dicha de ver cambiar el mundo ante sus ojos, llenarse de conocimiento y con gran habilidad digna de un camaleón, adaptarse y acoplarse pasando desapercibido por cada una de esas épocas y ahora tenía el privilegio de conocer una más, una que lograba capturar su deseo y atención de manera completa.

Sintiendo tronar sus huesos se puso de pie de aquel sarcófago y con una mueca de molestia miró sus ropas llenas de polvo y desgastadas por el pasar del tiempo, su fino y costoso traje de terciopelo rojo por el cuál había pagado diez monedas de oro estaba desecho ahora, que fastidio, debía conseguir algunas nuevas, además sabía que era muy probable que sus ropas del 1800 ya no estuvieran de moda en esta actualidad, sin más se dispuso a salir de aquella cripta, las ratas corrieron despavoridas por el lugar al percibir el movimiento de aquel cadáver  lo cual llamó su atención haciéndole mirar el suelo encontrando así a su fiel compañero, su  antiguo violín, una gatuna sonrisa evidenció unos perlados colmillos y perfecta dentadura, se inclinó tomándolo en una mano y con la otra su arco,  removió la puerta del fúnebre sitio  y salió de su morada, respiró profundo el fresco aire nuevo y acomodó su casaca caminando con aquella superioridad y seguridad que le caracterizaba a través de las tumbas de aquel cementerio, sin duda este nuevo mundo sería dominado por él.

Conforme recorrió el lúgubre cementerio su animo iba mejorando, podía sentir un revitalizante  fuego fluir en su interior, se sentía poderoso a pesar de estar sediento como mil demonios, las puertas del cementerio se abrieron para él y camino por las frías y desiertas calles, sus ojos miraban y recopilaban cada detalle de aquella nueva civilización, lámparas que alumbraban su camino sin necesidad de tener una llama encendida, grandes edificios y casas completamente distintas a como él las recordaba, sin duda era una nueva era.
Lo primero que debía hacer, aparte de comer, claramente, era adaptarse a su nueva actualidad, cambiar sus ropas y costumbres, para así combinarse entre los humanos de aquel tiempo. Sus pasos lo llevaron por la zona de los muelles, le agradó que Seúl siguiera teniendo sus lugares clave, con pasos cadenciosos y elegantes dignos de un felino depredador siguió a su primer cena después de mucho tiempo de descanso, un hombre de piel oscura que se había despedido de un par de otros en aquella zona, lo había elegido aparte que por su tamaño, que era una mínima diferencia de altura con la suya, por sus ropas, sin duda su estilo le había gustado en demasía, pantalones rotos que se ajustaban a sus piernas, botas negras militares y una chaqueta de cuero que al colocársela se acoplaba a su cuerpo de manera tan ideal como si fuese hecha a su medida,  era justo lo que su personalidad  requería.

Agust D. El Vampiro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora