Si aquel día hubiese estado menos friolento o si no se hubiese resbalado en la regadera, o por último si no se hubiese mordido la lengua, podría haber creído que iba a ser un buen día. Pero se trataba de Yvonne, la castaña a la que todo le iba mal.
Mientras caminaba suspicaz por las calles húmedas, se preguntaba cuál sería el motivo por el que su hermana la había citado en un café. Bueno, no es que eso fuera importante, la temperatura había caído bajo cero y un buen café no caería nada mal. La razón de su inquietud era porque la habría llamado para hablar. ¿Será que por fin entendió que ella nunca tuvo la culpa de nada y quisiera mejorar su relación? Eso optimaría su día.
Mientras más se aproximaba al dudoso encuentro más incertidumbre la corroía. Cuando por fin hubo alcanzado la enorme puerta corrediza, una sonrisa invadió su rostro. Quería mostrarle la inmensa felicidad que sentía porque fuera ella quien decidió hablarle, fuera de la verdadera razón.
La pelinegra se hizo notar levantando la mano. Ella mantenía la misma expresión soberbia de siempre, pero quizá ese fuera su encanto.
—Me da gusto verte Nina —dijo con sinceridad y no por cortesía sentándose frente a ella.
Por lo que sus dos luceros vieron su hermana se anticipó a pedir dos tazas de café. Acunó la porcelana con sus manos intentando arrebatar su calor. Siempre le había llamado la atención esas pequeñas tazas de distintas formas, pero mismo material.
Conocía de muchas personas que las coleccionaban. Las más antiguas, las reliquias de diferentes dinastías de todas partes del mundo era la mayor fascinación del esnob. Se gastaban fortunas enteras en subastas extraordinarias. Solo una vez asistió a una de ellas junto a Sergio y Rafaela, pero no gastó ni una sola moneda en nada. Ahora se arrepentía de ello, de haber adquirido una inútil, pero hermosa reliquia, ahora la vendería a doble precio y tendría suficiente dinero para montar su propio negocio.
—Te llamé para un tema urgente —manifestó su pelinegra hermana.
—¿De qué se trata? —Le dio un sorbo a su café caliente; una combinación de dulce y amargo como su vida.
La gracia que su hermana tenía para beber un simple sorbo de café llamó la atención de Nina. Elegante y sofisticada, esa era la descripción para ella.
¿Aprendería algún día de etiqueta y buenos modales?
Mientras más la miraba más parecida era su gélida madre. Quería ser como ellas, y eso la fastidiaba, no podía permanecer junto a Yvonne sin sentir rencor. Así que hablaría rápidamente.
—Nuestra madre va a casarse.
Yvonne casi se ahogó con el líquido. Lo pasó como pudo mientras entornó los ojos
—¡¿Qué?! ¿Por qué?
Elevó los hombros. Desde que se fue a vivir con ella no entendía nada. Con las justas y se hablaban.
—Lo hará con el rector de mi universidad.
Yvonne lo conocía muy bien. Era un buen tipo, y durante años fue amigo de su mamá. ¿Cómo fue que llegaron a un acuerdo matrimonial? ¿Acaso tenían sentimientos uno por el otro?
Había estado pensando en unir a sus padres, él aún quería a su madre, y ella... Bueno era difícil saberlo...
—Debemos hacer algo —dijo.
—¿Qué propones?
—No lo sé. —Inconscientemente se mordió la uña del pulgar—. Papá aún la ama.
—Nunca dejó de hacerlo. El otro día fue a verla.
—¿De verdad?
—Mamá sonreía, se mostraba tranquila con la presencia de él.
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Me Gusta tu Vida©
ChickLitYvonne y Nina; dos hermanas que están seguras que la vida es difícil, pero el camino les mostrará que la vida es mucho más fácil de lo que creen. Tras diecisiete años de separación, ambas hermanas se encuentran en situaciones completamente diferent...