Capítulo 29

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—Yaaa. Mira esa sonrisa tan grande como la luna —se burló Nina de su hermana.

De cierto era así, Yvonne nunca había experimentado tanta felicidad como en ese momento. Después de tanto sufrimiento, parecía que al fin había encontrado la calma que estaba esperando, que necesita y que merecía.

Aunque Nina y Amarilis se burlaban de su expresión embobada, en el fondo estaban muy felices por ella y compartían su dicha. Incluso su padre que acababa de ponerse al día se había alegrado mucho, después de todo, le tenía mucho aprecio a Caleb.

—¡Ya pequeñas mocosas! —graznó el señor Pedro dejando la fuente de lasaña sobre la mesa—. Acérquense a comer.

Obedientes y hambrientas se dispusieron a servir el aperitivo, Amarilis sirvió una porción a cada uno, mientras Yvonne sirvió la ensalada de espinacas con pecanas, y Nina el jugo de limonada.

Amarilis probó el primer bocado y saboreó con expresión de sorpresa.

—Señor Pedro, ¿realmente lo hizo usted?

El hombre sonrió y asintió orgulloso.

—¿Te gusta?

—¡Me encanta! —exclamó.

—Las lasañas de papá son las mejores —acató Nina elevando el mentón.

—Sí, son de verdad deliciosas —continuó Yvonne.

—Deberían venderse, esto tiene que ser compartido con el mundo entero.

Aunque todos rieron por el comentario de Amarilis, Yvonne se quedó pensativa; ¿cómo no lo había pensado antes? Un negocio de lasañas... ¡eso estaría muy bien! El señor Pedro tenía mucho talento para la cocina, iban a tener muchos clientes si vendían sus lasañas. La idea había entrado en su mente, y difícilmente iba a salir de ahí, solo necesitaba un préstamo, y el resto vendría por sí solo.

Después del almuerzo las dos hermanas fueron juntas a la universidad, el retorno a clases de la universidad había comenzado, Nina tendría clases en la tarde, e Yvonne iría al encuentro de Caleb para ir juntos a visitar a la madre de él.

—Qué lindo es estar en la universidad —suspiró Yvonne mirando a su alrededor, los jardines y arboladas del ambiente... — De pronto me siento vieja.

—¿Qué dices? —Nina torció el labio—. Yo realmente siento que mis vacaciones pasaron volando. No es bonito volver a la universidad en plena primavera.

—¿Y qué pretendes hacer?

—Por el momento nada —resopló elevando su flequillo. De pronto dejó de caminar y miró hacia un punto en particular—. Hermanita, ¿eres celosa? —cuestionó con un tono de burla en su voz.

—Absolutamente. —Yvonne negó cruzando los brazos.

—Bueno, entonces puedes mirar hacia allá. —Señaló con el dedo índice.

Caleb estaba rodeado de dos universitarias coquetas que sin disimulo flirteaban con él, y movían su abundante cabello de un lado a otro. Debido al buen clima sus minúsculos vestidos mostraban más de lo que debían dejando nada a la imaginación. Según ellas pedían orientación al acorralado chico que no le quedaba de otra más que ser amable. Sin embargo, el corazoncito de Yvonne no decía eso, sus mejillas pronto se vieron teñidas de rojo.

—¿Siempre es así? —logró articular con voz áspera.

Nina dibujó una deslumbrante sonrisa socarrona en su delgado rostro, que casi lo convierte en una desbordante risa, pero se contuvo. Pero no se detuvo en echar leña al fuego para provocar la pérdida de cordura en su hermana, de verdad quería verla marcando su territorio.

Me Gusta tu Vida©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora