Capítulo 23

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—¿Qué pasó? —Quiso saber Yvonne con los nervios de punta.

—Tu madre se desmayó —contestó Amarilis más calmada pero no menos preocupada—. Le están haciendo unos estudios. Tranquila, no parece ser nada grave, solo tuvo una fuerte conmoción.

—¿Por qué?

La mujer miró a Nina que permanecía sentada con la cabeza gacha y cubriéndose la cara con las manos. Yvonne se acercó cautelosa y ocupó un lugar junto a ella. Amarilis le hizo conversación a Caleb mientras tanto.

—Fue mi culpa. —La morena se incorporó lentamente.

—¿Qué sucedió?

Nina empezó a recordar todo detalladamente.

FlashBack

Los trabajos de la universidad la tenían ajetreada, los reproches de su madre por haber perdido una cliente importante como Cansu la tenía cansada; sumado a su poca o nula experiencia de gestionar una empresa que su inconsciente madre la obligaba... todo la tenía loca. ¿Ese era el precio de llevar una vida cómoda? Pues su vida en casa de su padre era menos agotadora. Se recostó sobre el escritorio rendida, cansada.

La pesada de Amarilis entró con sus pisadas selectas y dejó una pila de papeles frente a ella. De cualquier modo, tenía que reconocer que, sin esa mujer molesta, ya habría llevado a la quiebra el negocio. Aunque cabía decir que sus estudios incompletos en el instituto sumaban algo. Casi nada. Si tan solo los hubiese acabado...

¿Ahora qué? preguntó con dejo cansado en su voz. Suspirando.

Son las cotizaciones de los nuevos equipos para la fábrica.

Nina le dio un simple vistazo y escogió el más costoso.

Queda con esta distribuidora. La separó del resto.

Amarilis revisó cuidadosamente los precios.

Los precios son bastantes altos.

Lo caro es bueno, ¿no? Calidad.

No te guíes de esa lógica, tienes que revisar bien y...

A ver sabelotodo, no tengo tiempo. ¿Hay dinero no? No seas tacaña.

Con esa muchachita no se podía. Para no amargarse, se levantó de la silla y se fue a pactar el negocio.

Nina sentía que ya no jalaba más, tenía que ir a su cita con la masajista de ese club exclusivo del cual su mamá era socia. Salió casi volando del edificio para encontrarse tendida boca abajo y casi desnuda. Sin más, se quedó dormida.

No supo cuanto tiempo había dormido hasta que, un poco más relajada, se dignó a ver su teléfono, y lo primero que vio fue las cien mil llamadas de Amarilis. ¿Ahora qué quería esa mujer? De inmediato la llamó y así de rápido contestó.

¿Qué sucede?

¡Nina, ¿en dónde estás? ¿Por qué no atiendes a tu teléfono?!

Pero ¿qué pasa? Tenía mi celular en modo silencioso.

¡Tenías que reunirte con el inversionista de Bogotá! ¿Lo recuerdas?

Se llevó la mano a la frente. Claro que no lo recordaba. Maldición.

¿Se fue?preguntó circunspecta.

Me Gusta tu Vida©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora