Caleb tragó saliva con fuerza; se asustó tanto que torpemente se alejó de ella. No quería que pensara que se había aprovechado de la situación o algo parecido.
Yvonne optó por mirar hacia la ventana. Después de la emocionó la embriagó la vergüenza. Sus mejillas ardieron de calor; seguramente estaban rojas.
Para romper la tensión, Caleb sacó su móvil. Le mostró su foto durmiendo con la boca abierta.
—¡Hey! —Yvonne le dio un golpecito en el hombro. Se veía totalmente ridícula y graciosa.
—¿Qué sucede? Te ves sexy.
Ella negó abochornada, aunque después le hizo soltar una carcajada.
—Me tienes en tus manos. ¿Hace cuánto que se subiste?
—Desde que empezaste a roncar —bromeó.
—Eres un mentiroso. Yo no ronco.
—¿Cómo lo sabes?
Buena pregunta... Pero no recordaba que alguien se quejara de sus ronquidos. Siempre había sido toda una lady, y las ladys no roncan.
—No creo que lo haga —murmuró tratando de convencerse. No se veía produciendo esos horribles sonidos con su fina garganta.
—No puedes asegurarlo. —El elevó una ceja. Mirando hacia la ventana reconoció su paradero de llegada—. Ya vamos a bajar.
Se puso de pie y tocó el botón. El chófer detuvo el autobús en la siguiente parada.
—Estoy segura que no ronco —continuó Yvonne al bajar del vehículo. La verdad es que se estaba empezando a preocupar. No trataba de convencerlo a él, sino a ella misma.
—No me consta. No tienes modo de probarlo.
—Solo si duermes conmigo. —Al instante se dio cuenta del doble sentido—. Es decir —intento explicar—, a dormir literal.
—Sí, lo sé —respondió Caleb, incómodo.
Ella no tuvo más remedio que morderse la lengua. Se encontraba avergonzada.
—¿Eres buena corriendo? —preguntó él para cortar la tensión.
—Muy buena.
—Una carrera hasta la residencia. Si pierdes, ya sabes.
—¿Castigo? Dale.
—Dale.
Como si de una maratón se tratase, dejaron todo en la pista de camino a casa. Corrieron como si alguien los estuviera persiguiendo. Caleb, aunque era más rápido, Yvonne no se quedó atrás, le pisaba los talones. Pero el cansancio del día, y la poca resistencia que tenía en esos momentos la agotaron.
—Ya no doy, tú ganas —dijo jadeante.
Caleb riendo se detuvo.
—Por fin mi venganza.
—Tengo miedo del castigo que vas a darme.
—Ya lo verás —apuntó guiñando un ojo.
—¡Oh, eso es tan tenebroso!
A pasos lentos subieron a sus departamentos sin dejar de reír un solo momento. Pese al mal día que había tenido Yvonne, era increíble que en el pequeño momento que se cruzaba con su vecino, él le hiciera reír hasta el cansancio, y mejorara su humor.
Caleb también pensaba lo mismo. Desde que había conocido a su nueva amiga, su estado de ánimo mejoraba. En cuanto la veía se contagiaba de su aura brillante para mejorar su día.
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Me Gusta tu Vida©
ChickLitYvonne y Nina; dos hermanas que están seguras que la vida es difícil, pero el camino les mostrará que la vida es mucho más fácil de lo que creen. Tras diecisiete años de separación, ambas hermanas se encuentran en situaciones completamente diferent...