El intenso beso que Alonso le había prodigado se mantenía vivo en sus labios y en su mente. Aun sentía su sabor y su textura. Estaba perdida, idiotizada por la manera en que él la había besado. No, no había modo de negar que era un buen besador, o tal vez todos los besos que había recibido antes fueron malos.
Él no le había dicho absolutamente nada luego de enredarla de ese modo, simplemente sonrió y se despidió. ¿Qué pretendía? ¿No iba a decirle nada? Nina estaba confundida, ¿qué esperaba de él? ¿cómo iba a afrontarlo? Menos mal no lo había visto para nada en la universidad; le alegraba porque era el único modo de evitar su problema, pero, por otra parte, ¿cómo se atrevía él a ignorarla de ese modo?, ¿por qué no la buscaba?
Caminó de un lado a otro haciendo ruido con sus puntiagudos tacones. Su vestido floreado bailaba de un lado a otro al ritmo de sus pisadas. El sonido del timbre la hizo detenerse. Esperó pacientemente a que la señora le abriera la puerta al invitado. Sus hombros cayeron cuando el más molesto chico de la universidad se paró frente a ella, junto a su aburrido padre vestidos de pingüinos.
—¿Qué hacen aquí? —cuestionó sin tino.
Renato y Renzo se quedaron perplejos.
—Esa no es manera de recibir a los invitados —escuchó la voz de su madre detrás de ella.
—¿A dónde van? —siguió con las preguntas al verla ataviada en un vestido color crema y elegante.
—A la boda del año —contestó Victoria y se colgó del brazo del decano.
Renato le lanzó una mirada despectiva y desapareció detrás de ellos.
Nina cruzó los brazos y resopló sobre su cabello elevando su cerquillo cuadrado. Estuvo a punto de volver a enterrarse en sus pensamientos curtidos, cuando una horrorosa idea se le vino a la mente. ¡¿Boda del año?! ¡¿Su madre vestida de casi blanco?! ¿Acaso...? ¡Su madre iba a casarse!
—¡Rayos! —vociferó.
A propósito, no le habían invitado a la ceremonia para no ser piedra de tropiezo en esa errónea y beneficiosa unión. Claro, por eso el hombre venía junto a su aborrecible vástago, para recoger a la novia.
—¿Qué hago? —Casi se clavó las uñas afiladas en el cuero cabelludo—. ¡Yvonne!
En un dos por tres atrapó su móvil y le marcó mientras intentaba correr hacia la salida para detenerlos. Ellos ya habían escapado, e Yvonne no contestaba.
La desesperación y nerviosismo caló cada uno de sus huesos y no le dejaban pensar con claridad. Por ningún motivo iba a dejar que su madre se casara con ese sujeto. Había sido testigo de la indiscutible afinidad que había vuelto a nacer entre sus papás, no iba a perderse a causa de una unión provechosa y a la misma vez inútil.
¿Qué hacía? Estaba sola. Bien, podía pedirle al chofer que la llevara al local. Un momento, ¿dónde era?
Dando vueltas en la entrada de su casa, intentó recordar el lugar. ¡Amarilis! ¡Claro! ¡Ella de seguro iba a estar ahí, e incluso sería la madrina!
—¿Qué sucede Nina? —contestó perezosa al otro lado del teléfono.
—Amarilis, te obligo a decirme el lugar donde mi madre cometerá el peor error de su vida.
El espacio silencioso que ella dejó, aumentó sus nervios.
—Nina, no sé de qué hablas, voy a cortar.
Claro, esa mujer no iba a soltarle así nada más el dato.
—¡Amarilis, tienes que decirme el lugar donde mi madre se casará! —Otro silencio—. Por favor —añadió.
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Me Gusta tu Vida©
ChickLitYvonne y Nina; dos hermanas que están seguras que la vida es difícil, pero el camino les mostrará que la vida es mucho más fácil de lo que creen. Tras diecisiete años de separación, ambas hermanas se encuentran en situaciones completamente diferent...