TRES

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    Seijuro odiaba su vida.

    No se refería a que quería quitársela, o que se odiara a él mismo, sino a que odiaba no poder vivirla.

    Hablamos de derechos humanos, tenemos el derecho a vivir y decidir que hacer con nuestras vidas, bueno, otras persona pueden entrar a tu vida y cambiarla, algunas están obligatoriamente en tu vida e influyen mucho en el desarrollo de esta, otras son vidas que tú decides si quieres que formen parte de la tuya para que estas influyan.

    Así de simple, así de sencillo.

    Por ello, Seijuro odiaba su vida, odiaba no tener el derecho de elegir con quién estar, con quién interactuar, que ser, como ser, que hacer, nadie le preguntaba o lo apoyaba, solamente... Solamente seguía órdenes que no deberían estar.

    Sus amigos, sus únicos amigos, las únicas vidas que él mismo decidió que estarían en la suya, lastimosamente, ellos no podían influenciar en lo que sería, pero si en lo que era. Con ellos, por primera vez, pudo sonreír genuinamente, pudo sentirse enojado, triste, feliz... Sentimientos que tenía prohibido... Tener, demostrar, simplente era inaceptable que él los poseyera, porque tenerlos, era igual a dejar de ser lo que él quería que Seijuro sea.

    Pero ya era muy tarde, Seijuro ya sabía que era sentirlos, los vivió en carne propia, no solamente la leyó en aquel libro que Midorima le recomendó de la biblioteca, pudo sentirlo, experimentó lo que eran sentinentos negativos y positivos, pudo entender que no siempre todo es como él quiere, no todos lo obedecerán, no todos lo amarán, y él ama eso. Sentirse querido por quién es, sentir que hay personas que no lo quieren por quién es, de esa forma se sabe a quién permites que permanezcan en tu vida, Seijuro estaba decidido, su amigos eran las únicas vidas que quería que formarán parte de la suya.

    Por ello se fue, huir era imposible, pero irse no lo era, su padre, aunque no quiera, lo mantenía vigilado, al menos en la escuela, porque sabe que no siempre logra encontrarlo, pero eso es ya cuando cumplió su mayoría de edad.

    Seijuro, por ahora al menos, no tenía ni la más mínima intención de que su padre formará parte de su vida, pero era inevitable, ya hablé de las personas que están obigatoriamente en tu vida, y ello son la familia, de una forme menos romántica de lo que suena, quieran o no, la familia influye mucho en el desarrollo de nuestras vidas, porque al principio no tenemos forma de pensar por nosotros mismo, y ahí es donde hace más impacto. Seijuro creció pensando que era perfecto, que todo lo decía era ley y que todos debían obedecerlo, porque eso siempre pasaba, no importaba la orden que diera, siempre sería escuchada y cumplida, para su tierna edad de seis años, él era el Rey de todo, lo gobernaba todo y hacia todo bien, sin objeciones.

    Pero a medida que iba creciendo, más se daba cuenta.

    Su palacio no era el único mundo existente, su trono era imaginario, jamás existió, sus órdenes eran escuchadas porque a esas personas ya habían recibido órdenes que eso debían hacer, y Seijuro notó que él jamás fue el Rey, él solamente era el príncipe que tenía que seguir los pasos del Rey.

    Quiera o no.

     Y eso no era la vida que él quería.

    No sabía que era lo que quería, pero solamente sabía, que eso no era lo que él quería.

    En su primer año de preparatoria, supo algo que marcaría su vida más de lo que pensaba.

    Desde siempre, desde pequeño, hubieron niñas que se le declararon, pensó que estaba bien rechazarlas, pues ellas no les gustan, creía que sabía lo que era gustar de alguien, pero una vez se puso a pensar.

Strawberries And Cigarettes 💦|| AkaFuri ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora