Capítulo 10: La llamada del deber

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Amy y Tails se encontraban corriendo por los pasillos del complejo, mientras la erizo vociferaba el nombre del equidna.

— ¡KNUCKES! —vociferaba Amy para hallar a su rojo compañero.

Tails sentía algo de vergüenza que, tomando en consideración la edad que debería tener esa Amy, estuviera gritando como una niña.

Mientras sus amigos lo buscaban, Knuckles estaba centrando la búsqueda de Tails en los silos, creyendo que estaría junto a la tecnología. Su pausada caminata le dejaba observar con tranquilidad todo lo que había en el silo, desde los pequeños tornillos regados por ahí, hasta algunos posters que tenían a los "héroes" reunidos, su mirada bajo un momento al posar sus pupilas en la figura azul del poster.

—Siempre pensé que era mejor que tú —susurró la voz de Knuckles —pero ahora mismo, hubiera preferido no serlo —exclamó con pesar el rojo equidna que, a paso continuo, retomó la búsqueda del zorro.

Un leve sonido de vibración se abrió paso a los oídos de Knuckles, era un zumbido incomodo que lo dejó confuso, como si fuera estática. El fuerte equidna continuó avanzando, siguiendo aquel ruido, pero antes que pudiera continuar investigando, un estrepitoso sonido metálico reventó la concentración del equidna.

— ¡Knuckles! —vociferó Amy, quien había abierto la puerta del silo sin cuidado —Aquí estas grandulón —

Knuckles estuvo a punto de callar a Amy para continuar buscando ese sonido, pero al momento de ver a Tails, parado junto a la erizo, provocó un sentimiento de nostalgia en el equidna, tal como quien mira a su hermano pequeño después de muchos años.

Tails trataba de reconocer a su amigo rojo, sin embargo, era demasiado diferente como para identificarlo en sus memorias. El desteñido color que presentaba el equidna, la cantidad de cicatrices en su cuerpo, los gastados guantes con punzones metálicos, podía saber que era Knuckles y una sensación de conocerlo llenaba la confianza del zorro, más no era suficiente como para poder decir que lo recordaba.

Knuckles comenzó a avanzar hacia un pensativo Tails, el zorro había quedado absorto en sus pensamientos, la calmada caminata del rojo héroe no perturbó los a su amarillo compañero, al cual llegó con cautela y solemnidad sin iguales.

Un puñetazo en el hombro despertó al zorro, topándose con una sonrisa de alivio por parte de Knuckles.

— Sabia que entrenar con Shadow te iba a echar a perder, se te quedo lo de desaparecer por un tiempo — exclamó con un tono de orgullo el equidna.

Tails no sabía cómo responder, "¿entrenar con Shadow?", pensaba con apremio el zorro, el obscuro erizo jamás se había prestado para una conversación más allá de algún que otro saludo, y sin embargo Knuckles había dicho algo que, nuevamente, dejo al zorro confuso.

— Si... aunque hubiera preferido haber regresado antes —improvisó el zorro intentando dar una respuesta general al comentario.

La sonrisa del grandulón rojo solo se hizo más notoria, había acertado el comentario de Tails, pero solo un instante después el rojo equidna se quitó los punzones metálicos y extendió su puño frente al zorro.

Tails sintió como la sangre le bajaba de la cabeza hasta las rodillas, un terror frio lo consternó, ¿eso acaso era un saludo?, ¿un golpe de puños común?, o que significaba, y si fallaba en eso podría ser descubierto. Los segundos estaban pasando como horas, no sabía que hacer o cómo actuar, no tenía el conocimiento de que reaccionar para esa acción, su estómago estaba doliendo por los nervios. Sin embargo, su cuerpo se comenzó a mover instintivamente, igual que cuando trató de besar a Blaze. Se colocó en posición de combate, cuadro su cadera con sus hombros, y tomando algo de impulso, golpeó con fuerza el puño derecho del equidna con su puño izquierdo.

Una Flama de EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora