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Hola a todos! Varias personas me han preguntado por esta historia y luego me han comentado que no encuentras el grupo de Facebook donde la publique, así que la colgaré aquí para todos.

Cosas para tener en cuenta, esta historia no será la típica, se desarrolla en un universo alternativo, no hay romance, puede molestar a algunos porque contiene violencia Infantil.
Tampoco pretende ser un registro fiel de como trabaja la policía, y seguro que hay errores, por supuesto que soy consciente de ellos, pero esto solo pretende entretener.
Con esto dicho, aquí vamos.

Capitulo I:

2011:

Beatriz Pinzón Solano sentía que sus piernas no iban lo suficientemente rápido, necesitaba apresurarse, aunque ya fuera demasiado tarde.
El largo pasillo con las paredes cubiertas de viejos azulejos blancos, tenía cada ciertos metros puertas abatibles, tan viejas como el resto de cosas en ese lugar, que chirriaban desagradablemente cada vez que empujaba una.
Una puerta más y otra habitación equivocada.
Entonces la última puerta se abrió y Reinosa apareció, se quedó con la mitad del cuerpo dentro y la otra fuera y desde allí la espero.
Beatriz corrió y se tropezó , cayó secamente, sus muñecas se doblaron dolorosamente al intentar amortiguar la caída y los dientes se clavaron en su lengua tan rápido que apenas sintió nada hasta que el sabor hierroso de la sangre le inundó la boca, se levantó rápidamente y volvió a echarse a correr.
- Donde está? – preguntó con la voz torcida.
- Jefa, espera, no creo que sea buena idea.
Beatriz empujó a Reinosa, y entro a la habitación. Se quedó sin aliento por el frío que hacía allí, miró a todos lados desesperada buscándolo.
Su corazón se detuvo dos segundos en su pecho cuando vio una mesa solitaria en una esquina, al costado había más mesillas con diferentes herramientas, y otra con una pila de ropa descuidadamente doblada. Un poco más allá una pila con una regadera movible.
Beatriz volvió a sentir como se saltaban los latidos en su ya cansado corazón y asustada hasta la médula comenzó el lento caminar hacia la mesa.
Unas manos se posaron en sus hombros haciéndola saltar.
- Jefa por favor, no lo hagas… vámonos, deja que Pedro se encargue.
- No, no… tengo que hacerlo, si no nunca lo creeré.
- Jefa… - Reinosa se callo y se apartó, sabiendo que nada de lo que dijera serviría para que su jefe desistiera – esta bien jefa, te dejaré a solas… te espero en el auto.
Beatriz no contesto. El horrible chirrido de la puerta la sacó del trance en el que por unos segundos encontró consuelo, suspiro ahogándose con las lágrimas que no paraban de caer por su rostro demacrado.
Se acerco a la mesa, allí cubierto por una sabana podía distinguir un cuerpo. No quería mirar, no podía aceptarlo. Pero necesitaba verlo con sus propios ojos.
Desde que Reinosa le llamará hace hora y cuarto que había entrado en una vorágine de incredulidad y no había parado de rogar ni un segundo por que fuera un error, una terrible confusión, que nada de esto fuera verdad, y que todo quedará como una horrible anécdota.
Su mano tembló en el aire y sus dedos no respondían a la orden de tomar la sabana para apartarla.
Al final quiso que todo acabará rápido así que sacando fuerzas de la esperanza de un error apartó de un golpe la sabana y sintió que el mundo se le venía encima.
- NO NO NO NOOOO!!!.... Ay Dios mío, no por favor no…. Ay Señor, no dejes que sea verdad, esto es una pesadilla, por favor te lo ruego Dios ayúdame, ayúdame señor….
Sus piernas le temblaron como a un recién nacido y tuvo que agarrarse a la mesa para no caerse. Las lágrimas no dejaban de venir, impidiéndole ver nada que no sea la figura en frente. Su visión de túnel concentrada en una imagen que por años que pasarán no olvidaría.
- Tú no… tú no…
Las palabras se atascaban en su garganta y parecían ácido en sus flácidas cuerdas vocales, la bilis se juntaba con los ácidos de su estómago y le hacían pensar que se ahogaba en unas aguas profundas y venenosas. El aire espeso, las luces azules, todo era irreal.
Alguien la estaba abrazando por atrás intentando apartarla… en algún momento había caído sobre el cuerpo inmóvil y abrazada a su pecho lloraba y gritaba.
- Jefa no, no puede tocarlo lo sabes… jefa por favor.
- Mi niño, mi niño… es mi niño!
- Jefa voy a sacarte, Reinosa no debería haberte permitido verlo.
- No no déjame, déjame con él.
- No puedo, lo sabes, estas comprometiendo las pruebas.
- Pero es mi pequeño bebe… Pedro ayúdame por favor, ayúdame, inténtalo, ayúdale, SALVALO!
- JEFA POR FAVOR NO! – Pedro la abrazo más fuerte y le dio la vuelta impidiéndole mirar a la figura inmóvil en la mesa. – cálmate y te soltare para que puedas verlo otra vez, pero ahora piensa jefa, piensa que vas a arruinar las oportunidades que tenemos, te ayudaré de la única forma que se, te prometo que haré lo que sea para ayudarte a descubrir quien le hizo esto.
Poco a poco Beatriz fue calmándose, se sentía tan agotada, tan cansada que no tenía fuerzas para seguir luchando para liberarse de los brazos de Pedro.
- Esta bien, déjame verlo, ya estoy calmada.
Pedro la soltó suavemente y la tomó de la mano mientras la acompañaba a contemplar el cuerpo que permanecía inmóvil, frío y pálido por haber sido tocado por el beso de la muerte.
Beatriz Pinzón Solano respiro hondo y contemplo el cuerpo de la persona que más amaba en el mundo y que ahora yacía muerta con un agujero en el corazón.
Allí entre más lágrimas y unos cuantos besos dolorosos y amargos miró la cara cerosa de él ser más amado por ella, la rabia se enroscaba en sus entrañas y la hacían sentir rígida de dolor, como si una mano invisible la atravesara como si fuera un títere, sus dedos se suspendieron a milímetros de la pálida piel de la mejilla del cuerpo en la mesa y miró otra vez contrariada a su niño.
Armando estaba muerto.

1990:

Armando Mendoza Sanz había cometido el pecado mortal de haber venido a este mundo.
Hijo de una niña rica y malcriada de la alta sociedad Bogotana, Margarita Sanz. Y del heredero de un rico terrateniente de Medellín, Roberto Mendoza, quien tenía una prometedora empresa de moda.
Sus padres sólo tenían dos cosas en común, el gusto por el dinero y por las personas del otro sexo.
Armando había sido el resultado del sexo sin protección y como consecuencia a causa de su venida al mundo sus padres se habían visto obligados a casarse para evitar el escándalo, por que en la burguesía colombiana estaban permitidas todas las depravaciones, menos los hijos fuera del matrimonio.
El pequeño Armando conoció desde el primer día la fría indiferencia de una madre desnaturalizada y el desprecio de un cruel padre.
A pesar de todo, era un niño dulce y tierno, que tenía una inteligencia emocional muy avanzada para su edad y una imaginación que le hacía ver la vida maravillosa y llena de aventuras.
Su cuarto cumpleaños se acercaba y quería pedirle a su mamita un muñeco de Batman, pero la señora se enfado porque, como ella decía, tenía el don de la inoportunidad, había entrado justo cuando ella y su amante gritaban desnudos mientras parecían luchar, se había asustado pensando que aquel hombre le estaba haciendo daño a su mamita y había gritado mientras corría a la cama para golpear con sus tiernas manitas a aquel salvaje.
El hombre se había visto primero sorprendido por la interrupción y luego frustrado por el orgasmo que el niño les corto.
Levantándose desnudo cogió al pequeño de los pelos y lo levantó de la cama para tirarlo al suelo, Armando grito de dolor y lloro llamando a su mamita. Pero ella estaba enfadada por la misma razón que el tipo y mientras se ponía la bata no paraba de gritarle el estorbo que era y lo mucho que hubiera deseado abortarlo.
El no entendía esa palabra, pero por la cara de su mamita amada, no era algo bueno.
Margarita tomó al mocoso del brazo y lo sacó a rastras de la habitación.
- Marta!... MARTA DONDE ESTAS MALDITA PUTA!
Una joven regordeta y muy fea apareció por la esquina del pasillo y corrió todo lo que pudo con sus cortas piernas.
- Perdone señora, el pequeño se me escapó.
- El pequeño se me escapó – se burló Margarita con los dientes apretados -  estoy harta de ti estúpida, no puedes controlar a un mocoso de 3 años. Mira llévatelo de aquí ahora y no te muevas de su lado, cuando venga Roberto hablaremos contigo, ahora VETE!
La joven tomó al pequeño en sus rollizos brazos y ambos con lágrimas en los ojos se alejaron mientras escuchaban el golpe de una puerta.
Al día siguiente Marta había sido despedida y el pequeño Armando encerrado en su habitación, sin cumpleaños, sin muñeco de Batman y sin su querida Marta.

Al otro lado de la ciudad Beatriz Pinzón Solano recordaba el segundo aniversario de la muerte de sus padres. Sola en su cama lloraba amargamente con una foto de sus amados papitos abrazada al pecho.
Fuera escuchaba los gritos de la pelea violenta entre sus tíos. Su tía Adelia, hermana de su mamá la había acogido cuando se quedó huérfana con apenas 13 años.
No había sido bien recibida ni por sus primos ni por su tío, que la miraban como una intrusa por el amor de una madre, y como otra boca que alimentar y más gastos y dinero que generar.
Su tío Tito era un borracho que trabajaba en un almacén de insumos para la construcción, ganaba poco dinero y la mayoría se lo gastaba en agua ardiente y burdeles de mala muerte.
Además de darles tan mala vida a sus 4 hijos y a su sufrida esposa también era violento y día si y día no le daba unas palizas de muerte a su esposa a la que exigía más de lo que la pobre señora podía dar.
Al principio su tía había sido cariñosa y comprensiva, pero con el tiempo se vio superada por los reclamos de sus hijos y los abusos de su marido y poco a poco había empezado a darle a Betty un trato frío y distante intentando de alguna manera poner distancia para protegerlas a las dos.
Por supuesto que Beatriz se dio cuenta y acepto de buena gana que las cosas fueran así. Ella que alguna vez había sido una niña tímida dulce y con un carácter suave había crecido con un corazón lleno de resentimientos y desconfianza, se sentía sola en el mundo, y no encontraba en su interior ni a su alrededor motivos para pensar que la vida era agradable o justa. Y lo que alguna vez fue una niña un poco triste pero feliz se convirtió en una mujer cautelosa y bastante hermética.
Un fuerte golpe, un grito y un portazo la sacaron de su trance.
Miró por la ventana y vio a su tío salir a la calle en dirección a la taberna de Rico.
Salió al salón y vio a su tía tirada en el suelo con la boca hinchada y los mocos colgando.
- Tía! Déjame te ayudo.
- Ay Betty niña, ayúdame a pararme, ayúdame a llegar al baño.
Su tía caminaba agarrándose la barriga.
- Por qué fue esta vez?
- Ay niña, Tito esta preocupado porque están echando gente del almacén, y piensa que no le queda mucho, ay niña si pierde el trabajo que vamos a hacer?
Betty no dijo nada y ayudo a su tía a lavarse, la llevo a la cama y la acostó, su tía lloraba, Betty beso su frente la tapo y la dejo con su angustia. Fue a la sala y se puso a limpiar el desorden que dejaron y alivianar el trabajo de su tía en la casa, preparando la comida y poniéndose a lavar la ropa.
Mientras fregaba los duros pantalones de lona, pensó en que pasaría si su tío perdía el trabajo, estaba claro que ella sería la más perjudicada, su tío siempre la había odiado, más desde que Betty había intervenido unas cuantas golpizas, hasta que su tía le pidió que no lo hiciera más, al final era peor para su tía que la defendieran, su tío sería más cruel con ella.
Tenía que buscar una solución como sea para irse de esa casa cuanto antes.
Por la tarde fue al puesto de verduras de Doña Juana y mientras esperaba su turno una chica gordita y muy bajita apareció llorando.
- Ay doña, que desgracia, me he quedado sin trabajo.
- Que paso mamita? – le pregunto Doña Ana, la chismosa del barrio.
- Que me echaron, los señores estaban muy enfadados y me largaron de malas maneras, me dijeron un montón de cosas horribles y al final me dieron la mitad del sueldo y media hora para abandonar la casa.
- Desgraciados, estos ricos se piensan que pueden hacer lo que quieran, pero usted por qué llora Marta, alégrese de no tener que verle las caras nunca más a esos.
- Si no lloro por mi, lloro por el pequeño.
- Quién?
- El niño que cuidaba, ni siquiera me dejaron decirle que me iba. Ay si lo vieran como se quedó, me miraba por la ventana de su habitación, con sus ojitos hinchados de tanto llorar y me decía adiós, ay mi pequeñito, estoy mal por él, quien va a cuidarlo ahora? Y si es alguien que me lo trata mal? El pobre ya tiene suficiente con esos padres.
- Ya están buscando gente? .
- Si seguro que si, esos no quieren saber nada del niño, para ellos como si se muriera… claro que van a buscar al que sea y rápido.
La joven vio llegar a alguien y se apartó de las mujeres para ir a hablar con esa persona. Betty aguardo su turno con paciencia, sin quitarle el ojo a la chica. Cuando le dieron su verdura y pago se acerco a la chica que se estaba despidiendo de la otra persona y tomando aire le hablo.
- Hola, hola, perdone no quiero ser atrevida pero escuche la conversación que estaban teniendo ahí.
La chica la miró con desconfianza y no dijo nada.
- Perdóneme, no quería ser chismosa, pero estoy desesperada, verá pronto me quedaré sin casa y estoy desesperada por encontrar un trabajo de lo que sea, no tengo nada, ni un peso ni nadie que me ayude.
La expresión de la chica cambio y de pronto le soltó.
- Tu eres la sobrina del borracho del Tito no? No tienes que decirme nada, todo el mundo sabe que pasa en esa casa…
Betty agachó la cabeza avergonzada y la chica sintió compasión de ella.
- Como te llamas?
- Beatriz.
- Beatriz, mírame, te voy a preguntar una cosa y tienes que ser sincera.
- Por supuesto.
- Te gustan los niños?
- Si.
La chica la miró fijamente un rato y al final pareció decidir qué decía la verdad.
- Esta bien, mañana a las 11 de la mañana ve a la casa de los Mendoza en el barrio residencial, tiene el nombre puesto en la entrada así que solo búscalo, te metes por atrás y pides hablar con Doña Rafaela, es la que se encarga de todo ahí, le dices que vas de parte de Marta por el trabajo de niñera. Y seguro que te contratan. Esos Mendoza tratan muy mal a sus empleados y casi nadie les quiere trabajar así que Doña Rafaela ya contrata al que sea.
- Muchas gracias!
- Solo una última cosa Beatriz… si me entero que le haces daño o que no cuidas como se debe al niño te juro por mi mamita que te voy a buscar a donde sea y te arrastro de los pelos por el barrio… acá todo me conocen y saben que no amenazó en vano.
Beatriz se quedó con la boca abierta mientras veía a la joven regordeta doblar la esquina.
Por primera vez en su vida había tenido suerte. Doña Rafaela era una mujer de unos 60 años de rostro amable pero con un carácter severo, y en otras circunstancias jamás hubiera contratado a una muchacha como Betty, pero les hacía falta alguien urgente y aprovecho.
Le dijo que el trabajo era a tiempo completo por lo que iba a tener que mudarse a la casa, tendría un día libre a la semana y la comida iba incluida. Betty acepto todo lo que ofrecían.
Doña Rafaela le dijo que volviera ese mismo día a las 5 de la tarde que los señores estarían ahí, para que la conozcan y que se trajera la maleta porque no tenía duda de que la contratarían.
Betty había vuelto corriendo a su casa, y en una hora ya había guardado su ropa y todas las cosas de valor que tenía. Hablo con su tía y está lloro mitad aliviada y mitad melancólica por la pérdida de su joven sobrina.
A las 4 de la tarde estaba esperando bajo un gran árbol en la esquina que dieran las 5 para empezar su primer trabajo, estaba asustada pero valientemente resuelta.
Doña Rafaela le había mostrado un cuartucho estrecho en la planta baja.
- Esta es la parte de los empleados – dijo – acá es donde uno duerme, te tocará compartir el baño, en esta parte hay 3 baños, uno es mío, el otro es de hombres y a ti te tocará compartir el del final con Rosa, la niña que se encarga de la coladuria.
- Esta bien.
Las manos le temblaban cuando paso a un gran salón donde estaban Margarita y Roberto. Ambos bien vestidos, hermosos y jóvenes. Cada uno con un vaso de whisky en la mano, y lo más alejados uno del otro.
Roberto la miró y Betty se quedó paralizada, y en ese momento supo que ese hombre era tan malo como bello.
- No eres muy joven? Cuantos años tienes?
- 15 señor.
- Y tus padres te dejan trabajar?
- Estoy sola señor, mis padres fallecieron.
- Aha – mientras decía esto le dio una mirada libidinosa y mordió un hielo.
La señora se acerco sacando el humo de su cigarro por la nariz y la registró dos segundos, frunció el seño y miró a su marido .
- Por el amor de Dios Roberto, ten más gusto, encima esta cría no tiene ni cuerpo al que agarrarse… a ver niña sabes como controlar a un mocoso revoltoso de 3 años?
- Yo…
- Bueno da igual si no sabes ya lo veremos. El mocoso está en su cuarto y a mi solo me interesa que no me moleste, si puedes hacer eso después me da igual si lo encierras en un armario para que no joda.
Betty se quedó muda, no sabía que decir, era una broma? Pero nadie se reía, el hombre la seguía mirando y la mujer parecía cada vez más fastidiada.
- Mira niña, esta semana estarás a prueba y vemos si haces bien las cosas, ya luego entonces hablamos de quedarte.
- Si señor.
- Bueno ahora Rafaela te llevará para que conozcas al niño.
El hombre se dio la vuelta y se fue, la señora se dirigió al aparador y se sirvió otro whisky. Beatriz salió y busco a Doña Rafaela.
Estaba deseando conocer al “mocoso”.
Caminaron hasta la segunda planta y siguieron por un amplio pasillo, al final de este entraron a una habitación inmensa con una cama junto al ventanal y unos cuantos peluches sobre ella, se veía ordenada y un poco estéril.
- Armando peque ven aquí. – Doña Rafaela le llamo.
Saliendo por otra puerta apareció un pequeño que venía abrazando un osito de peluche, escondía la cara tras este, y camino lentamente hacia ellas.
- Peque ven a saludar a tu nueva niñera.
El niño reparo en Betty y se paro, la miró con desconfianza un momento y luego siguió avanzando hacia ellas. Se paro a pocos pasos y Betty pensó que era la cosita más linda que había visto nunca. Con su pijama celeste con barquitos, sus piececitos descalzos, su pelo en todas direcciones y sus grandes ojos que la miraban con curiosidad.
Se agachó para estar a su altura y le abrió los brazos, el niño camino hacia ellos y la abrazo. Betty estaba sorprendida, nunca en su vida había pensado que sería tan fácil ganarse la confianza del pequeño, su intención no era un abrazo , simplemente quiso mostrarle que no tenía nada que esconder. Miró a la anciana y está tenía una tenue sonrisa.
- Es un niño muy dulce y muy amistoso. Armando pórtate bien y haz caso a todo lo que te diga Beatriz, no quiero ni una queja sobre ti.
El niño se separó de Betty y retrocedió, entonces con la vocecita más dulce que Betty había oído nunca le dijo:
- Si señora, puedo comer galletas?
- Bueno veremos, ahora mismo te tienes que bañar y quitarte el pijama, llevas todo el día con el y eso no está bien, luego veremos.
- Por favor nana me dejas comerme una galleta? Una chiquitita así? – dijo mientras juntaba los deditos para mostrarle el tamaño.
Doña Rafaela sonrió un poco más y le guiño un ojo, le advirtió otra vez que se portará bien y luego le dio instrucciones a Betty para que lo bañara y lo preparara.
Beatriz y el niño se quedaron solos, él la miró curiosamente y pareció fijarse en algo en su cara.
- Te duele?
- El que?
- Eso que tienes en la boca… te duele?
- Oh esto… se llaman aparatos, y no me duelen.
- Por qué tienes eso en la boca? Es para que no se te caigan los dientes?
- Je je je! No, es para que los dientes se me pongan rectos.
- Me gusta. Me lo prestas?
- Quieres que te preste mis aparatos?
- Si!
- Ummm bueno… estos no, pero podríamos conseguirte unos para ti, que dices?
- Y para Teddy?
- Quién es Teddy?
- Mi oso, se llama Teddy, ves? – le acerco el osito y le mostró la etiqueta en la que ponía Teddy®- Marta me lo dijo.
- Oh vaya, Teddy que nombre tan bonito. Y tú también tienes una etiqueta con tu nombre? Por qué usted pequeño caballero no me ha dicho como se llama.
Armando rio y dos pequeños hoyuelos le adornaron los mofletes. El sonido de su risa era tan contagioso, tan lleno de vida e infantil.
Betty miró su boquita a la que le faltaban dientes y sus grandes ojos cafés con unas pestañas que abanicaban el viento y se quedó prendada, nunca jamás en su vida había sentido algo así... Amor a primera vista.
Se enamoró perdidamente de este pequeño niño tan dulce y amigable, que le hablaba tan dulcemente y la había abrazado. Las lágrimas se le escaparon de los ojos cuando se dio cuenta que llevaba tiempo sin sentir calor en su corazón y juro por su vida que cuidaría de él por siempre, y que no importaba como pero nunca haría nada para que le pasara lo que a Marta.
Se acerco al pequeño y lo tomo en brazos, el la miró y le dijo que no quería bañarse.
Betty le beso la carita y le sonrió, el acerco su dedo regordete y le toco los alambres en la boca. Sonrió suavemente y le pidió una galleta.
Y Betty le prometió que se la conseguiría.
Entonces se dio cuenta de que tendría un problema, por que mientras el pequeño apoyaba la cabeza en su hombro y dejaba que ella lo cargara hacia el baño supo que nunca jamás podría negarle nada a este pequeño angelito del que no sabía nada, solo que ya estaba perdidamente unida a él.

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