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2011:

- Alguna idea de a quien se refería?
- Creo que el nombre que iba a decir es Aura Maria, en concreto Aura Maria Fuentes.
- La localizamos jefe?
- No hace falta, ella murió, hace unos 18 años. Reinosa búscame el archivo, tiene que estar en casos sin resolver.
- Voy jefa.
Beatriz llamo por teléfono a Enrique, quería saber si había acabado, sabía que quedaba poco tiempo hasta que lo velarán y lo enterraran en una caja de madera. Y eso no pasaría sin que ella pudiera despedirse una vez más.
- Aquí está el archivo, veamos… Aura Maria Fuentes, 23 años… ok voy a lo relacionado. Entro a trabajar en Ecomoda en febrero de 1993 y en noviembre de ese mismo año falleció. La encontraron muerta en un descampado, la mataron a golpes, no le faltaba ningún objeto de valor, y parece ser que tampoco presentaba evidencia de agresión sexual, la autopsia mostró que estaba embarazada, de unos 3 meses. No hubo sospechosos y la teoría es que salió con algún hombre, en algún momento puede que esté haya querido tener relaciones, ella se negó y el la golpeó hasta matarla, y abandono el cuerpo en el descampado.
- Nadie vio nada?
- Son testimonios flojos y el único que se pudo corroborar es que en una cigarrería se la vio bajar de un coche y comprar, la dueña dijo que ella iba de copiloto, pero nunca pudo decir ni siquiera el color del vehículo.
- Armando dijo que había encontrado algo sobre ella, quiero que volvamos sobre los pasos de él hasta 4 días atrás, estoy segura que si descubrió algo fue el mismo día de su… muerte… el martes, obviamente quería hablar conmigo cuanto antes, lo que sea que descubrirse lo hizo ese mismo día. El se pasó toda la semana anterior en mi casa y no salió, no recibió ninguna llamada importante, el sábado se fue a su casa a prepararse para su ingreso en Ecomoda.
- Jefa sabemos con quien se reunió en esos días posteriores?
- Se que el sábado vería a su padre, el domingo fue al club y ese es el último día que hablé con él… mierda, habíamos quedado para almorzar el lunes pero…Reinosa quiero que tu y Mari investiguen que hizo desde que salió del club, conociéndolo seguramente se fue a su casa, pero quiero que lo confirmen, quiero que hablen con el portero, se enteren si estaba solo, que ropa llevaba, si parecía cansado, preocupado etc. Pedro tú encárgate de Ecomoda, todo lo que hizo el día lunes, habla con los empleado y entérate de lo mismo… yo iré a hablar con el cabr… con su padre. Y luego me reuniré en Ecomoda contigo Pedro.
- Si jefa, vamos…
Beatriz suspiro por quinta vez y se repitió que tenía que bajar y acabar de una vez. No era miedo, ni respeto… era asco. Sabía que ellos ya tendrían que haber sido informados sobre la muerte de Armando, seguramente tendría que soportar lágrimas de cocodrilo de Margarita y una fría indiferencia de Roberto. Tenía miedo de no poder contenerse y arruinar la investigación, de perder la paciencia y romperles la cara y ser apartada del caso. Su niño la necesitaba, no podía dejar que los sentimientos la dominaran. Cerró los ojos, metió la mano en su bolsillo y sintió la caja de chicles con la nota… la sacó y delineó con veneración cada letra en ella, la beso invocando la cara de su niño, quería recordar su pícara sonrisa, pero una vez más la imagen de él sobre esa fría mesa, pálido y quieto se le vino a la mente.
Bajo del coche pidiéndole paciencia a Dios y golpeó la puerta.
Ahora ella era una mujer de mediana edad, tenía unos 10 años más que Betty y de esa chica estúpida a la que había metido una paliza en el lavadero quedaba poco.
- Buenos días Rosa.
- Beatriz – las lágrimas se juntaron en los ojos de Rosa y con verdadero pesar se acerco a ella y le tomó las manos – dime como estas?
- Muy mal, estoy muy mal… están en casa?.
- Si, pero prepárate para el circo que quieren montar.
- Como así?
- Quieren montar un funeral como para un jefe de estado, que todos sus amigos acudan, quieren que el funeral se célebre en la catedral, han hablado con el obispo y hasta quieren contratar una cantante de esas media famosillas.
- Que pretenden?
- Ya sabes que el niño es lo de menos, está es otra oportunidad para que todos se fijen en ellos y ser el centro de atención.
- Hijos de puta, cabrones de mierda!!!
- Escúchame Betty, en eso no puedes hacer nada, pero lo que si puedes hacer es no dejar que el que le hizo esto se escape.
- Claro que no, aunque se me vaya la vida en ello, pero el que le quito la vida a mi niño lo va a pagar, eso te lo juro.
Se abrazaron y Rosa la dejo pasar, no sin antes desearle fortaleza y pedirle paciencia.
Entro a ese salón que tantas veces la había intimidado y en el que solo tenía malos recuerdos. Podía ver el sofá en el que Armando se escondía después de alguna paliza de su padre. La silla en la que su madre lo obligaba a sentarse durante horas para soportar la compañía de algún amigo ricachon… los recuerdos se agolpaban por miles y las piernas le temblaron, de pronto miles de recuerdos con cientos de Armando de todas las edades se reunían en ese salón..
- Beatriz, que haces aquí? – pregunto Margarita tan altanera como siempre, machacando los restos del cigarro en el cenicero.
- Investigar.
- Investigar? Te han dado el caso? – Roberto la miró inquisitivamente.
- Por supuesto nadie mejor que yo, nadie tiene más ganas de resolver esto que yo, además que soy la mejor.
- Tu siempre tan humilde – comento con ironía Roberto.
- Al igual que muchos en esta casa, la diferencia es que YO SI tengo de que estar orgullosa.
El silencio se hizo y vio como sus caras se agriaban, como odiaba a esta gente.
- Roberto se que Armando quedó contigo el día sábado, necesito saber de que hablaron.
- Jaja que gracia me hace verte jugar a Sherlock Holmes.
- Y a mi me hace gracia verte aquí fingiendo estar afligido, dime, cuando empiecen a llegar todos esos buitres que llaman amigos, te echaras limón en los ojos para fingir las lágrimas?
- No te permito que le hables así a mi marido y en mi casa!!!
- Yo le hablo a tu “marido” así en tu casa o en la jefatura, que él elija…
- Cállate Margarita, bébete un whisky y te callas!
Margarita se trago la réplica, se quedó callada y encendió uno de esos asquerosos cigarros negros que tanto le gustaban.
- Como sabes Armando iba a asumir la presidencia, quedamos para hablar sobre eso, yo tenía que asegurarme de que no cometiera ningún error.
- Si estoy segura de que tenías que hacerlo… a que hora quedaron?
- Sobre las 13.
- En donde?
- Quedamos para almorzar en Cala Esmeralda, un restaurante en el centro.
- Hasta que hora estuvieron reunidos?
- Hasta las 16 más o menos, ya sabes que él y yo nunca tuvimos mucho de lo que hablar.
- Si lo se, eran personas totalmente opuestas… gracias a Dios.
Roberto apretó su vaso en la mano y la miró con rencor.
- Esos comentarios tuyos? Te sirven para resolver los asesinatos antes?
- No, me sirven para que la gente sepa lo que pienso de ellos.
- Entonces tus jefes los aprueban?
Betty se mordió la lengua y continuo como si nada.
- Armando estaba preocupado, nervioso?
- Estaba como siempre, inseguro. No tenía ni idea de que hacer en Ecomoda, me pedía consejos y no paraba de hacer preguntas inútiles y estúpidas, realmente era la persona menos indicada para hacerse cargo.
- Ya, todos sabemos que no estabas de acuerdo, tu favorito siempre fue Daniel verdad?
- Por supuesto, Daniel siempre tuvo lo que hay que tener para liderar una empresa, Armando siempre fue un blando… tu culpa sin duda.
- Armando siempre fue una buena persona, quizás a ti te resulte extraño que alguien tenga corazón!
- Armando no se merecía la presidencia, y la única razón por la que llegó ahí es por que no teníamos opción, si mi padre no hubiera-
- Si tu padre no hubiera hecho lo que hizo ahora mismo serias un maldito miserable que hubiera llevado a la quiebra una empresa y una fortuna familiar!
- Siempre fuiste una putita Beatriz, no se que le hiciste al viejo pero se lo hiciste muy bien para que las cosas te salieran tan bien.
- Vamos Roberto no nos peleemos más! Todos estos años y aún no aceptas que no pudieses engañar a Don Fernando? Tienes que entender que no todas las personas somos tan ciegas, algunos podemos oler la mierda aunque se perfume.
- Maldita zorra te voy a enseñar- Roberto se levantó como un látigo y agarró a Betty por los pelos, su puño alzado quedó suspendido a centímetros de su cara, paralizado por el cañón del arma de Betty que se le clavaba en el cuello.
Betty lo miró con rabia y con los ojos desenfocados.
- Dale, pégame pedazo de mierda, dame un motivo. Ataca a un agente de la ley, tu te quitas las ganas de romperme la boca y yo las de volarte la cabeza.
- Sal de esta casa ahora mismo!!!
- Si, me voy… no te pierdas, eres sospechoso en una investigación.
Roberto la miró con sorna. Beatriz se dio la vuelta y salió, se metió a su auto y corrió a toda velocidad de esa casa en los que vivió los peores años de su vida, pero donde también fue inmensamente feliz junto a su niño.
Sus años ahí podrían haber sido más largos y dolorosos sin duda, si no hubiera sido por la generosa intervención de Don Fernando Mendoza… a él estaba más que agradecida.

1992:

Su niño pronto cumpliría 6 años, y tendría que ir a la escuela. Betty estaba desolada, tantos cambios sin que ella pudiera hacer nada. Él ya no era su pequeño bebé, ya se bañaba y vestía solo, no quería que Betty lo cargara en sus brazos y cada día se volvía más y más independiente. Un día se enfadaba si Betty le llamaba bebe y al siguiente si Betty le escondía su Teddy, era una edad difícil entre el quiero y no puedo para ambos.
Ella lo amaba cada vez más, si eso era posible, y lloro mucho cuando le informaron que Armando empezaría a ir por las mañanas a una escuela bastante exclusiva y selecta.
No quería separarse de él, ya sufría bastante cuando los días libres  tenía que hacer algún trámite y no podían pasarlos juntos.
Pero Armando parecía tan ilusionado mientras le enseñaba a su Be los útiles escolares, la mochila de Disney y el simpático uniforme escolar. No paraba de hablar de conocer a otros niños y la cara que pondría su maestra cuando se enterara que él ya sabía leer, sumar, restar y hasta dividir y multiplicar.
Beatriz lo miraba con el corazón encogido mientras el corría de una esquina a la otra en la habitación buscando algún muñeco para llevar y mostrárselos a los demás y esos lápices de colores tan vivos que Betty le regalo hace unas semanas.
Quería llorar, quería prohibirle sentirse tan feliz por estar lejos de ellas desde las 8 hasta las 14 de lunes a viernes.
Pero solo un monstro le quitaría la sonrisa a un niño.
Ella se levantaba y lo preparaba, desayunaban juntos y lo acompañaba con el chófer a la puerta de la escuela, lo veía entrar corriendo feliz y salvaje como un potro desbocado, reunirse con sus amiguitos y entrar abrazado por el hombro por alguno de esos niños, él era el líder de la pandilla.
Siempre antes de perderse entre las puertas se daba la vuelta y la saludaba con su manita, ni una sola vez se olvidaba de despedirse.
Betty volvía a la casa y arreglaba su cuarto y el de él. Y ayudaba a Doña Rafaela. Con el tiempo se dio cuenta que Rosa ya no la miraba con rencor o con miedo. Y un día la chica se acerco y le habló sinceramente, le pidió perdón por equivocarse tanto, le contó que su hermana había tenido un bebé y que ahora ella sabía lo que era amar incondicionalmente a un niño, y sin duda ella también le metería una paliza a quien le hiciera daño a su sobrino.
Y así poco a poco fueron formando una amistad que le aligero un poco el dolor en su corazón por las pocas horas de ausencia de su niño.
Un día apareció Don Fernando, su tranquila presencia apenas notada por Betty o por su nieto, fue muy beneficiosa para sus planes.
Se pasó los días observando como era la relación de esos dos, la felicidad que giraba alrededor de ellos, como vivían en su pequeña burbuja.
Habló con su nieto y se sorprendió de esa perspicacia tan fina que poseía, sutilmente averiguo que lo hacía feliz y tal como sospechaba confirmó que lo único que su nieto necesitaba para estar completo era a su Be.
Un día llamó a la muchacha y cuando Betty se dio cuenta que Don Fernando no tenía malas intensiones se relajo un poco a su lado y poco a poco fue confiándole pequeños momentos de intimidad. Betty tenía 17 años y había tenido que dejar la escuela cuando sus padres murieron. Su tía no podía darse el lujo de enviarla a estudiar y ella se había resignado a aprender por su cuenta y trabajar para ganarse la vida.
Luego vino el trabajo de niñera y si alguna vez tuvo la ilusión de volver a la escuela, esos sueños se vieron enterrados con el resto de planes, ahora su única meta en la vida era Armando.
Don Fernando descubrió que Betty era extremadamente inteligente, y que la habían adelantado un curso inclusive. Ella le confío que su padre había sido un contador y solía hablar de que su hija tenía el talento con los números. Hace años pensó en ir a la universidad y estudiar economía. Claro que eso era algo que hablaba con su padre, y hace tanto que no pensaba en eso.
De todas formas la vida para ella había cambiado, sus preocupaciones y su forma de ver la vida era muy distinta. Se había convertido en una chica desconfiada y bastante huraña. Costaba mucho llegar hasta ella y la única persona en el mundo con la que parecía estar siempre feliz y relajada era su pequeño nieto.
Hablando se entero que a Betty le gustaría poder ser policía. Hablo de ayudar a las personas y aunque nunca lo dijo, para Don Fernando estaba claro que la experiencia en la casa de su tía y en la de su hijo la había cambiado, ella no solo quería ayudar a las personas, más que nada quería proteger a los indefensos.
Don Fernando le preguntó porque no estudiaba mientras Armando estaba en la escuela, y ella le contó que lo había pensado, pero que entonces tendría que ocupar las tardes en la escuela para mayores y no estaba dispuesta por nada del mundo a sacrificar su tiempo con su niño.
Los días pasaron y cuando Don Fernando se fue llamó a Betty a solas y le hizo una pregunta.
- Dime Beatriz, encuentras en ti la fortaleza para luchar por mi nieto?
Betty no entendía el significado de esa pregunta. O más bien el objetivo de ella. Con sinceridad se lo hizo saber, pero también le aclaro que no había nada que no haría por Armando.
Don Fernando la miró seriamente y le dijo:
- Tus próximos años serán muy duros Beatriz, necesito saber si estas dispuesta a cuidar de mi nieto pase lo que pase y no dejarte intimidar por nadie.
- Si se refiere a su hijo y su nuera tiene que saber señor, que con todo el respecto que le tengo, no veo en ellos más que unos abusones, y yo hace mucho que no les temo.
- Muy bien, solo quiero irme tranquilo sabiendo que dejo a mi nieto en las mejores manos.
- Deja a su nieto en las mejores señor y las más dispuestas además.
Betty no volvió a ver a Don Fernando nunca más, unos meses después el tumor en su cabeza, y del que nadie sabía, se lo llevó.
Y con esa perdida comenzó una nueva vida para Betty y Armando, por fin comprendió esas extrañas charlas y sus preguntas que solo en la oficina del abogado Ramiro Castro tuvieron sentido.
Don Fernando había cambiado su voluntad y ella estaba incluida.
Roberto Mendoza se enfureció cuando el abogado Castro los citó a todos, incluida Betty a la lectura del testamento. Que hacía “esa” ahí?
Mayor fue su furia y su sorpresa cuando comenzó la lectura.
- Don Fernando modifico su última voluntad, procedo – después de leer la introducción fue a la parte más importante y modificada hacia solo unas semanas en ella decía-  “es mi voluntad que tanto mi patrimonio como mi herencia sea dividida en dos partes, sacando de estas el 40% para mi hijo Roberto José Mendoza y el 60% a mi nieto Armando Mendoza Sáenz. Mi hijo podrá disponer de su herencia con la única condición de que cumpla con mi deseo de que sea Beatriz Aurora Pinzón Solano la tutora legal de mi nieto, siendo ella ahora menor de edad y quedando bajo la custodia de mi abogado Don Ramiro Castro hasta alcanzar los 21 años, tiempo en el que tendrá que terminar sus estudios secundarios, al cumplir los 20 años e ingresar a la universidad. Una vez alcanzada la mayoría de edad sea esta, Beatriz Aurora Pinzón Solano, quien tenga la potestad de Armando, pudiendo tomar cualquier decisión hasta que mi nieto cumpla 18 años. En el caso de que mi hijo Roberto y mi nuera Margarita se nieguen a cumplir esta condición entonces hago entrega de mi herencia total a mi nieto Armando quien heredará cuando cumpla los 25 años y cuyo patrimonio será custodiado por mi abogado Ramiro Castro y por mi íntimo amigo Arnaldo Andrés Giménez”
Roberto Mendoza estaba livido, no podía creer lo que su padre había hecho, no sólo le había dado más de la mitad de la herencia a Armando, si no que encima lo había condicionado a quedarse con el resto bajo la condición de que acepte que sea Beatriz la tutora del mocoso.
Y que importaba el maldito mocoso? Le daba igual, por él como si se perdía en la noche, pero ahora tendría que tener más cuidado con él y con la niñera. Se iban a quedar con prácticamente todo!
Aún sacaba una buena tajada, pero claro siempre y cuando firmase el papel que lo eximia de la responsabilidad del mocoso, igual estaba furioso con su estúpido padre y con la zorra de la niñera que tenía lágrimas en los ojos y seguramente estaría pensando que hacer con tanto dinero.
Por más que él y su esposa protestaron y amenazaron con ver a otro abogado y recurrir esa voluntad no pudieron hacer nada, el testamento era claro y Ramiro Castro el mejor abogado de Bogotá, nada podían hacer. Firmaron el papel y se fueron tan dignamente como podían con el 40% de la herencia.
Betty se quedó un momento más intentando entender todo, Castro fue amable con ella y le recomendó que empezará a buscar la forma de terminar la escuela, tenía tres años para llegar a la universidad, por supuesto el dinero no era un problema, Don Fernando, previsor, había dejado arreglado clases particulares para Betty con un profesor que la ayudaría a graduarse, pudiendo así estudiar cuando no cuidaba del niño.
Betty llegó a la casa con el corazon a mil y antes de ir a ver a su niño se encerró e su cuarto y apoyada contra la pared lloro de felicidad y le agradeció una y otra vez a Don Fernando el regalo tan grande que le había hecho.
- Es mío, es mío! Armando es mío, gracias Don Fernando, ahora se lo que me estaba pidiendo ese último día y le juro sobre la tumba de mis padres que no le fallaré!
Subio a la habitación de Armando, el le reclamo que se había demorado más de lo que le dijo y enfadado le exigió que le contará donde había estado. Era un niño extremadamente posesivo y celoso.
Betty lo abrazo y se lo sentó en las piernas y entre lágrimas y risas le explico como pudo lo que habia pasado, Armando no entendió mucho pero estaba contento de saber que pasará lo que pasara su Be siempre estaría con él.
Betty le dio mil besos y le aseguro que nadie ni nada los separaría nunca.
Y así pasaron la tarde, Armando imaginando que ya no le negarían el permiso para ir a todas las fiestas de cumpleaños que quisiera y Betty pensando el duro y satisfactorio camino que se abría ante ella.

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