VIII

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2011:

- Sabes que necesitamos algo más que una marca de cigarros, es demasiado débil. – Marta le dijo tensamente.
- Lo sé.
- Tenemos que encontrar una prueba que la relacione.
- Si lo se, pero eso no quita que la incluyamos a ella a la investigación, yo se que me estoy dejando algo fuera, siento una molestia en mi cabeza, como cuando no recuerdas una palabra y no para de molestarte, sientes como la tienes en la punta de la lengua, pero no sale… hay algo que no logro ver.
- Betty déjame que te lleve a tu casa, llevas demasiado tiempo sin dormir y sabes que así no sirves de mucho.
- No puedo irme a dormir, en cuanto cierro los ojos… no quiero estar sola.
- Betty, solo han pasado dos días, es normal que estés así pero tienes que enfrentarlo.
- Siento que le estoy fallando, yo debería haberlo protegido, el confiaba en mi…
- Que estas diciendo? Como podías prever algo así?
- Eso no importa, lo que si se es que Armando murió solo y que nada en el mundo cambiará eso.
- Betty…escúchame, sigue trabajando, encuentra algo más concreto.
Betty salió a la sala de trabajo y miró a su grupo. Llamó la atención de Pedro y le ordenó una investigación de los hasta ahora involucrados.
- Quiero que busques cualquier cosa rara, a donde fueron, con quien estuvieron con quien se acostaron, todo, absolutamente todo de Julio Valencia, y los Mendoza, también necesito que localices alguien que haya trabajado en ese año en Ecomoda y haya conocido a Fuentes, tiene que haber alguien que supiera en que andaba metida esa chica, tengo la firme sospecha que el amante era Roberto Mendoza, pero hay algo más aquí, y alguien debe haber visto algo, escuchado, Fuentes tendría alguna amiga en la que confiaba, no se… y cita a comisaría al guardia, mientras más lo pienso más raro me parece que no viese a nadie entrar o salir, hay registros de que todos los trabajadores salieron a su hora, entonces el asesino o llegó con Armando o un poco antes o después que él, ese guardia tendría que haberlo visto.
- A la orden jefa.
- Llévame a la casa de Armando.
- Si jefa.
Se sentía en paz por unos momentos, se acostó en la cama y se dejó envolver por sus cosas, sabía que llegaría un momento en el que su olor desaparecería y se perdería para siempre, como él.
Cerró los ojos y lo imagino como la primera vez que lo vio, pequeño y vulnerable.
Temía el día que todo esto acabará, que resolviera su muerte. Cuando eso pasara se derrumbaría, no tenía más motivo para seguir que hacerle justicia.
Y así entre recuerdos y lágrimas poco a poco se fue quedando dormida deseando encontrarlo en sus sueños.
Podía ver un gran campo estéril y yermo, pero al final de este en el horizonte regado de flores y espigas de trigo, cientos de árboles amarillos, el sol jugaba entre ellos dándole a todo una apariencia dorada. Sabía que allí sería feliz, comenzó a caminar, atravesando la tierra infértil y seca y a cada paso que daba sentía como sus piernas pesaban un poco más.
- Beeee, aquí Beeee!
Levantó la vista y a lo lejos distinguió una pequeña figura que agitaba los brazos y la llamaba.
- Ven, date prisa!
Y mientras más se acercaba más segura estaba, ¡Era Armando!
Comenzó a correr intentando alcanzarlo mientras el la llamaba una y otra vez.
- Ya voy, no te muevas!
De repente un gran viento se levantó y la freno impidiéndole avanzar, soplaba casa vez más fuerte empujándola hacia atrás, sus piernas se clavaron en el sitio y se desespero por qué no le respondían.
- BEEEEE!
- YA VOY, ESPERAME NO TE MUEVAS!
Pero la voz de él sonaba cada vez más lejana y una nube de tierra se levantó y le cubrió los ojos. Y mientras gritaba desesperada porque no se fuera sin ella se dio cuenta que el ya había desaparecido.
- Despierta Be.
Betty se incorporó en la cama, su corazón latía dolorosamente golpeando contra sus costillas.
Era su voz, estaba segura, él la acababa de despertar.
Se levantó eufórica y comenzó a correr por la casa llamándolo, pero nadie le respondió.
En la ducha el agua caliente se llevaba sus lágrimas y el ruido del agua golpeando contra la mampara amortiguaba sus gritos histéricos.
Una hora después estaba en la funeraria, entró lentamente, dilatando lo inevitable.
Un hombre que le doblaba la edad la condujo a una sala, la miró tiernamente pero sin lastima y le dijo que en una hora tenían que trasladarlo, hasta entonces se aseguraría que nadie la molestara.
Estaba tan guapo con su traje, ya no estaba pálido pero seguía pareciendo antinatural.
Se acerco y lo beso, y descubrió con consternación que su olor natural había desaparecido. Ese olor que siempre asoció con el perfume de su alma… solo era un envase vacío.
Lo observo largo tiempo, grabándose a fuego su amada cara en la memoria.
Que dura sería la vida sin él!
Se llevo las manos al cuello y desprendió la cadenita que colgaba de ella desde el día que nació.
Su papá le dijo que siempre que la llevara nada malo podría pasarle, y que nunca tendría miedo por que esa joya la protegería.
Su papá había acertado en una cosa, ella nunca tuvo miedo, pero con lo otro…
La beso con reverencia y tan suave como pudo se la colocó entre sus frías manos y le dijo que así no tendría miedo de ir a donde fuera.
- Anoche soñé contigo mi vida, creo que estas aquí conmigo, y creo que me necesitas, pero aún no puedo mi vida, primero tengo que arreglar esto, entiendes?
Estaba cansada de llorar y no quería nublarse la vista con las lágrimas que le impedirían seguir contemplándolo.
- Vas a tener que perdonarme mi amor, pero no estaré contigo en tu funeral, tus padres han montado un circo y yo no quiero tener que meterles un tiro a cada uno, ya sabes que tenemos en común el nulo deseo por la compañía del otro. Pero no pienses ni por un minuto que mi corazón no estará ahí, contigo… en realidad ahora mismo te puedo asegurar que te lo llevas contigo mi amor.
Ay Armando, que injusto que te vayas. Tienes que saber que no ha habido ni un solo día desde que te conocí en el que no te amase y estuviese tremendamente orgullosa de ti. Ojalá yo pudiera haber estado a la altura de todo ese amor que tan generosamente siempre me diste.
Un golpe en la puerta avisándole que el tiempo había terminado.
- Bueno mi amor, ahora nos tenemos que separar, pero te ruego que no dejes que sea para siempre, porque yo sé que tu no te irás sin mi… espérame rey mío, ten paciencia quieres? Y sobre todo no te olvides que el que no estés aquí no significa que me olvidaré de ti y cuanto te amo. Y ayúdame mi niño, ayúdame a qué esté tiempo que me queda aquí sin ti no sea tan doloroso y triste, ayúdame mi amor.
El hombre entró y la miró con una disculpa en los ojos.
Betty beso a su niño tiernamente por un rato largo y mirándolo por última vez se dio la vuelta con un vacío en su pecho que le hizo pensar que moriría allí mismo.
Cuando se subió a su auto una vez más se sintió enferma de odio, solo tenía 25 años… su niño acababa a empezar a vivir.
Tenía tantos planes e ilusiones… asumir la presidencia de Ecomoda lo llenaba de temor pero era tan feliz imaginando que podría ayudar a mucha gente y hacer algo de lo que ella se sintiera aún más, si era posible, orgullosa de él.
Roberto Mendoza no había querido que él fuera quien se quedara a cargo, pero la empresa estaba al borde de la ruina, y Armando tenía algo que a él le faltaba… dinero.
Esa era la única razón por la que dejó que fuera él y no Daniel Valencia él que sea presidente.
Armando estaba dispuesto a poner su dinero en esa empresa, pero no estaba dispuesto a quedarse fuera.
Y ahora todo eso era tiempo pasado y sueños efímeros.
25 años era muy poco tiempo para un ser humano tan lleno de vida y con un alma tan pura. Él no se merecía esto.
Golpeó el volante una y otra vez, su sangre en sus venas amargándose… y de repente todo pensamiento de justicia se evaporo, no, ella no quería justicia, de que serviría? Ella quería venganza.

2003:

Betty abrió los ojos con pesar y entonces recordó que hoy era Domingo y que no tenía que trabajar. Por fin después de varias semanas trabajando de lunes a lunes habían resuelto el último caso y podían tomarse unos días de franco.
Suspiro feliz y volvió a cubrirse con las mantas, fuera la lluvia caía a raudales y solo la ponía más feliz de tener una excusa perfecta para dormir hasta tarde y pasarse el día en pijama.
Podía escuchar como Armando estaba dando vueltas por la casa, seguramente estaría preparándose para salir… poco a poco fue perdiendo la conciencia y lo último que pensó fue que iba a ser un buen día.
La cama y la manta se habían movido, se dio la vuelta adormilada y vio como Armando se estaba tumbando a su lado. Se quedó en silencio y mientras sus ojos volvían a cerrarse lo vio observar tranquilo la lluvia caer por la ventana.
Un rato después sintiéndose bien descansada empezó a despertar y desperezarse.
- Que hora es?
- Las 10:38 de la mañana.
- Ummm que bien he dormido… pensaba que ibas a salir.
- Si, teníamos un partido de fútbol, pero con esta lluvia…
- Bueno entonces te quedas aquí conmigo?
- Que remedio… - exclamó fingiendo resignación solo para fastidiarla.
- Oye! Que no es tan malo, además tengo un plan.
- Si? Cual?
- Voy a pasarme el día en pijamas, comiendo, tomando chocolate, viendo películas e intentado complacer a un gruñón que vive conmigo y que se piensa demasiado “cool” para pasar el rato con una anciana.
Armando se dio la vuelta rápidamente y le clavo los dedos con fuerza en las costillas a la vez que presionaba sus pies congelados en sus tibias pantorrillas.
- Aaaaaaaaaaaaah!... Te vas a enterar pequeño demonio! Ven aquí!
Comenzaron una guerra de cosquillas en la que Betty le dejó creer que ganaba por un momento, pero cuando se canso puso en práctica sus conocimientos, después de todo era una agente de la ley perfectamente capacitada para someter a un individuo.
Lo aprisiono con la cara contra el colchón y le torció el brazo.
- Ay ay ay ay Beeeee maldita sea para!
- No hasta que reconozcas que yo soy mejor que tú.
- Eso nunca!
- Entonces pasaremos todo el día así.
- Aaaaaaah esta bien, eres la mejor…
- Y….?
- Y la más inteligente…
- Y…?
- Y la más fuerte…
- Y….?
- Ayyyyyy paaaraaa… que más quieres? Ya he dicho todas las cosas buenas que tienes.
- Tu no aprendes verdad?
Betty lo soltó y comenzó a hacerle cosquillas hasta que el lloraba de risa.
Se quito de encima y le beso la coronilla.
- Venga bribón! Vamos a desayunar.
- Espera… Be, me gustaría hablar contigo antes.
Betty lo miro sentarse en la cama, de pronto toda la alegría y diversión desapareció de su rostro. Parecía asustado.
- Que pasa mi rey?
- Ven, siéntate por favor…
- Claro.
- Be yo… odio decepcionarte.
- Por qué me dices eso? Tu nunca me has decepcionado!
- Pues entonces puede que esta sea la primera vez.
- Armando que pasa?
- Hace… hace un mes que mi madre y yo hemos empezado a vernos.
- Que?
- Ella fue un día a buscarme al colegio, me pidió hablar y fuimos a tomar un café, al principio no entendía nada, quiero decir, es Mi madre, nunca mostró interés… entonces hablamos y me dijo que en los últimos tiempos había empezado a pensar en su vida y en todos los errores que cometió, y se dio cuenta que me extrañaba y que quería tenerme en su vida, poder ser una madre para mí y… me pidió una oportunidad, que volvamos a empezar.
Beatriz se levantó incrédula de la cama, se puso furiosa.
- Espero que la hayas mandado a… que te negarás.
- Negarme? No, no me negué. La escuche y decidí darle un voto de confianza.
- Armando por Dios! Estamos hablando de Margarita!!! Esa mujer no se merece nada tuyo.
- Escúchame Be, por favor, escúchame… se como piensas y por eso tenía tanto miedo de contártelo, pero yo nunca te ocultaría nada. Pero me gustaría que me entendieras…
- El que tengo que entender? Esa mujer, junto con su marido fueron durante toda tu vida unos padres nefastos, uno te maltrataba físicamente y el otro psicológicamente, te acuerdas de eso? Yo si, porque fui yo quien te secaba las lágrimas y te protegía de ellos! Armando como puedes querer darle otra oportunidad?
- Pues por que son mis padres Be! Se como fueron las cosas todos esos años, no tienes que recordármelo, lo tengo presente todos los días de mi vida, pero aún así, aunque a ti te parezca absurdo e ilógico, yo los amo… que tiene de malo que un hijo quiera saberse querido por sus padres? Tan malo es?
Betty lo miro sin querer aceptar nada de esto, su mirada dolida la veía fijamente suplicando que lo entendiera.
Miró a su niño y se sintió terrible.
No había nada de malo en que él buscará el amor de sus padres, de hecho el problema no era ese, el problema eran los padres.
Pero que derecho tenía ella a quitarle esa ilusión? Ella nunca había sido egoísta con él, y ahora mismo si no lo apoyara en esto, estaría haciendo eso.
Se trago sus dudas y por él, como siempre, no diría nada más.
Le tomo las manos y lo miro dulcemente.
- No hay nada malo con eso, mi rey, tu te mereces eso y mucho más, solo te pido que tengas cuidado… no soportaría verte triste por esto.
Armando la abrazo y le dio las gracias.
- Realmente Be… eres la mejor.
Y con esto se fue a la cocina a preparar el desayuno.
Pero Betty no estaba tranquila, estaba preocupada. Que diablos pretendía Margarita?
Ni por un segundo se trago todo ese cuento de “los padres arrepentidos”
Aquí había algo más, y tarde o temprano saldría a la luz, pero mientras tanto no dejaría que se aprovecharán de su niño, ni ahora ni nunca.
Y no tuvo que esperar mucho, unos meses después de esa conversación Betty descubrió cuál era el objetivo de Margarita.
- He dicho que no y punto, ponte como quieras, patalea, llora, grita, me da igual, tu no vas a salir con esa malcriada y punto!
- Tu no me lo puedes prohibir!
- Claro que te lo puedo prohibir, te recuerdo que aún eres menor de edad y por lo tanto estas bajo mi cuidado!
- Siempre la has odiado!
- Y TU TAMBIÉN!
Armando se quedó en silencio y agachó la cabeza, después de todo que respuesta podía dar, si era la verdad, a él nunca le había gustado esa mujer.
- Pero mamá dice –
- Mamá dice, mamá dice… no me importa lo que “mama” diga, vas a hacer lo que yo diga y lo que yo digo es no, así que más vale que me obedezcas.
Y dando un portazo salió de la casa furiosa. Y así paso todo el día, como una tetera en constante ebullición.
Hacia el final del día, de camino a casa, empezó a calmarse. En realidad ella no estaba enojada con Armando, eso era imposible. Pero esos malditos Mendoza… no lo podía creer! Eran unos descarados.
Armando había llegado preocupado y nervioso y Betty supo que le ocultaba algo. Espero pacientemente hasta que el le contara que le preocupaba, y ese momento llegó esta mañana.
Quizás no hizo bien en gritarle y mucho menos hablarle como a un chiquillo, Armando estaba cerca de su mayoría de edad y aunque a ella le costara tenía que dejar de ver en él al niño que fue y darle paso al hombre que sería.
Pero esto era demasiado. La maldita bruja había dejado ver los dientes. Durante días había estado manipulando a Armando con lo que él más deseaba en el mundo, que su madre lo quisiera.
Le hizo creer que estaba orgullosa de él, que era su amiga y confidente, intentando ponerlo en contra de Betty haciendo comentarios que daban a entender que Betty siempre la había odiado y por eso nunca realmente había tenido una oportunidad de ser una buena madre para él, dado que Betty era la tutora y no permitía que ella se le acercase…
Betty se había enterado de esto por Rosa, quien había escuchado la “conmovedora” charla y la había llamado preocupada.
Armando no había dicho ni una palabra, y seguía siendo igual que siempre con ella, pero algo había cambiado, y es que ya no le contaba todo, por que de eso nunca le hablo.
Margarita había estado abonando un terreno predispuesto, como era el corazón de Armando, para sembrar en él su codicioso plan.
Le había dicho que ella era su madre y como tal quería lo mejor para él y eso era Marcela Valencia.
Recurriendo a la culpa casi estaba logrando que Armando cediera.
Esa caprichosa malcriada que con el paso de los años sólo había empeorado y que además tenía 20 años, que pretendía una mujer tan experimentada como ella, con un chico que apenas estaba empezando a dejar atrás la niñez? que conveniente que ella y Margarita fueran uña y carne.
Se imagino a su inocente niño en manos de una zorra como Marcela Valencia y la sangre le hervía. No hacia falta ser un genio para comprender el plan, era muy simple, en unos meses Armando sería mayor de edad y dispondría total y completamente de su herencia. Y un chico tan dulce y crédulo como él sería macilla en las manos de esas dos arpías.
Pero la culpa no era de él, ya llegaría ella a hablar con Margarita y cuando acabase con ella le quedarían pocas ganas de volver a querer manipular a su niño.
Paso a la pizzeria y compro la favorita de Armando. Cuando llego a casa vio la casa en penumbras, pero con una luz en el cuarto de él.
Apenas eran las nueve de la noche.
Cuando entró todo seguía a oscuras, camino a su habitación y vio que el había apagado la luz para fingir que dormía. Pero Betty no iba a retroceder.
Prendió la luz y le dolió el corazón verlo acurrucado contra la pared como tantas veces estuvo de niño mientras intentaba entender por qué su padre lo castigaba o su mamá era tan hiriente con él.
Se sentó a su lado y le acaricio la cabeza, amaba la sensación de sus suaves cabellos entre sus dedos, no se pudo resistir y enterró la nariz en su cabeza aspirando su suave aroma tan amado y precioso para su alma.
El se movió y ella lo abrazo fuertemente, que sería de su vida sin su niño?...
- Mi rey, perdóname por hablarte así esta mañana, me gustaría que me dieras la oportunidad de explicarme… me dejas?
Armando se zafo de su abrazo y se incorporó, tenía los ojos rojos y parecía muy triste, no la miró pero tímidamente asintió.
- Gracias mi vida, primero que todo perdón por hablarte así, ya no eres un niño y pronto empezarás a tomar tus propias decisiones y yo no podré intervenir.
- Eso no es cierto, yo siempre contaré con tus consejos y opiniones, lo sabes.
- Eres muy generoso, y me alegro de que me dejes participar, no quiero verte herido, sabes? No hay dolor más intolerable que el que sufre un ser amado, y tu eres mi más querido tesoro… lo sabes verdad?
- Si – y se movió hasta ella y la abrazo enterrando la cara en su pecho.
- No esta bien que una persona condicione el amor de la otra, no está bien medir cuanto se quiere según los actos que uno se vea obligado a hacer. Verás rey, yo te amo y por eso jamás, JAMAS, te pediría que me lo demostraras obligándote a hacer algo que no sea única y exclusivamente tu decisión. No está bien que tu madre te diga que si realmente la quieres la complacerás saliendo con Marcela.
- Si, lo sé.
- Verdad que tú nunca le pedirías a ella nada que sea tan drástico para demostrarte que te ama? es más, puedo poner las manos en el fuego apostando que tú no le has exigido absolutamente nada.
Armando negó con la cabeza y la apretó más fuerte.
- Me siento tan avergonzado, soy un idiota, pensé que esta vez…
- La idiota es ella, por despreciar una oportunidad contigo. Escúchame mi vida, tu no has hecho nada malo, los malos son ellos y no merecen ni tus lágrimas ni tu generosidad.
- No puedo evitarlo Be, no puedo evitar desear que me quieran.
- Lo sé mi amor, lo sé… llora, desahógate y alíviate y cuando estés listo yo te acompañaré a la casa de tus padres y juntos les dejaremos ver lo que han perdido
- Pero a ellos no les importa.
- A ellos no, pero a ti si, y para mi es mucho más importante y primordial como tu te sientas que el resto del mundo.
- Por qué siempre eres tan buena conmigo?
- Por qué te amo mi rey, no hay nada más que eso. Eres mi pequeño niño, no importa que tengas 4, 24 u 84, siempre serás mi niño y estaré contigo hasta que seamos unos viejos seniles.
- Bueno siempre he pensado que yo no llegaré a eso.
- No mi amor, tu llegarás más allá de eso, y mientras yo viva, tu vivirás y viceversa, siempre estaremos vivos en el recuerdo y en el corazón del otro.
- Be, eres mi mejor amiga y sin ti no se que sería de mí.
Betty lo volvió a abrazar emocionada, se incorporó, le seco las lágrimas y lo levantó de un tirón.
- Venga, vamos he comprado tu pizza favorita.
Cuando Betty fue a ver a Margarita y para su conveniencia la encontró con Marcela le hizo saber de una forma bastante visual y física que está era la primera y última vez que permitía que jugara con él.
Margarita calló, no era lo mismo querer manipular e intimidar a un chico de 17 años que a Betty.
Marcela permaneció con cara de vinagre en una esquina mirando con asco a Betty, ella la vio y le sonrió.
- Marcela creo que tu ya estás bastante pasada de vueltas para querer algo con un chico. Búscate uno de esos vejestorios borrachos que tanto te gustan y aléjate de Armando, si te veo cerca de él o dirigirle la palabra volveremos a recordar esa tarde en el jardín hace tantos años.
Marcela se estremeció y bajo la vista.
Betty se fue satisfecha de poder haber guardado el corazón de su niño una vez más.

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