VXII

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2011:
- Cuando llamó a Marcela le dijo que lo matara?
- No, yo no le dije nada, solo que recuperara la carta esa.
- Si claro. Donde está la carta?
- Lo queme todo.
- Donde está Marcela Valencia?
- No se.
- Cuando supo que Marcela había matado a Armando?
- Ella me llamó y me contó lo que había hecho, eran como las 20:30 de la noche.
- Al día siguiente cuando yo fui a entrevistar a su marido usted estaba muy “compungida” según recuerdo. Estaba “llorando”.
- Por supuesto, era mi hijo.
- Sabe que usted y Marcela serán acusadas entre otras cosas de cómplices de asesinato.
- YO NO HICE NADA!!!
- Y como llama a llamar por teléfono a su cómplice y darle la orden de ir a Ecomoda y hacerse cargo de su hijo?
- Yo no le dije que lo matara!
- Veremos que tiene que decir Marcela Valencia.
- Quiero un abogado.
- Si, a ver quién es el valiente que se atreve a defender a una mujer que ahora mismo tiene muchos enemigos próximos.
- Que quiere decir?
- Que en cuanto empiecen a salir los nombres de todas las personas involucradas que usaron sus “servicios” como creen que intentarán librarse? Usted será la responsable de todo. De una u otra forma ellos se irán de rositas y usted tendrá cadena perpetua.
- Pero yo-
- Claro que usted podría adelantárseles.
- Que quiere decir.
Betty le alcanzó una hoja de papel y un lápiz.
- Escriba aquí todos los nombres de los involucrados y la fiscal lo tendrá en cuenta.
Margarita dudo un momento, pero que más daba? Ya todo estaba perdido.
- Voy a necesitar protección… puede que me maten por esto.
Beatriz con los ojos rojos y los dientes apretados se inclino por encima de la mesa y se quedó a centímetros de su cara, con la voz ronca y baja le dijo.
- Pues me alegro.
Y salió dando un portazo.
Fuera se sentó en una esquina alejada y miró el cielo, era de madrugada y dentro los teléfonos y los gritos de todos los policías trabajando creaban una especie de colmena con cientos de abejas furiosas a punto de salir a picar.
Ya no sólo era el malestar físico, era su alma que estaba herida, no creía poder recuperarse nunca de esto.
Ni siquiera se veía capaz de ser aunque sea una persona mínimamente si no feliz al menos conforme con su vida.
Miró las estrellas y se enojo pensando que el mismo Dios que había creado algo tan hermoso como ese cielo, era el mismo que le había quitado a su niño.
Ya nada nunca volvería a ser igual. Y era insoportable. Ser ella era insoportable.
- Mi hijo fue lo que se llama un hijo de la vejez. No estaba planeado y mi mujer ya tenía más de 45 años cuando se quedó embarazada. Era el consentido de la casa, era un chico listo y muy guapo. Estaba loco por unos dibujos, como se llamaban? Dragón no se qué.
- Dragón Ball Z… Armando vivía para eso también.
- Se la pasaba llenando Cuadernos con esas caricaturas.
- Que le paso?
- Tenía 10 años y volvía de comprar golosinas, estaba en casa de su abuela, ella no pensó que había peligro y lo dejó ir solo. Hubo un robo y los ladrones y la policía se enfrentaron. Mi hijo iba pasando y una bala perdida le dio justo en la cabeza. Murió al instante.
- Lo siento mucho.
- Y yo también.
Betty se dobló por el dolor y empezó a llorar. Medero la abrazo y la dejó, él conocía bien ese dolor.
- Han detenido a Marcela Valencia.
Pedro les llamó desde la puerta, de repente Betty pareció volver a la vida y salió corriendo para enterarse de lo que pasó.
- Donde esta?
- La traen para acá. Estaba intentando abordar un avión a Londres. Supongo que con su hermana.
- Bien, bien… bien…
Betty sintió una subida de adrenalina que le hizo poner las piernas rígidas. Se llevó la mano a la cadera y tocó su arma. Miró a todos lados y quiso estar sola un momento. Se fue y se encerró en el baño.
Se sentó y sacó su arma, comprobó que tenía balas. Seguramente la entrarían por el estacionamiento privado. Pasarían la barrera y estarían dentro, ella vendría esposada y custodiada. Si ella salía por la parte de atrás podría intersectarlos a mitad de camino, podría caminar hasta ellos y la poca luz del estacionamiento la ayudaría. Cuando los custodias se dieran cuenta que ella ya había sacado su arma solo sería cuestión de segundos entre que Marcela la mire a la cara y Betty apretara el gatillo.
Betty miró su reloj y espero hasta que escucho a Pedro gritarle desde la puerta que estaban entrando.
Comprobó el arma de nuevo y le quito el seguro, se levantó y se la metió en el bolsillo de su chaqueta sujetándola firmemente con el dedo en el gatillo, y mientras caminaba por el pasillo hacia la puerta trasera sintió que su vida acabaría esa noche, pero luego se le ocurrió que no era verdad, por que desde el momento que levantó la sabana para ver el cuerpo de Armando su vida había acabado.
Betty ya estaba muerta, solo estaba aguardando.

2011:

Entró de nuevo al baño y le grito a la mujer que estaba lavándose las manos que saliera inmediatamente. Esta ante su grito corrió y desapareció, un segundo después Betty empezaba a destrozar el baño.
Se corto los nudillos golpeando el cristal, destrozo a patadas la papelera, la puerta del primer cubículo se quedó colgando de la bisagra con un gran agujero en el centro y cuando ya no tuvo más que romper, la emprendió a golpes contra la pared.
No pudo.
Cuando se paro frente a ella la calma que la tenía tomada por completo era gratificante, si le volaba la cabeza, lo haría con una sonrisa, y seguro que reiría hasta quedarse sin aire viendo el agujero que su semi automática dejaría en la bonita cara de Marcela.
Pero entonces levantó la vista y se quedó de piedra.
Marcela venía casi siendo arrastrada por los brazos fuertes de sus custodias. Pero no fue su lamentable estado o el rostro lleno de lágrimas lo que llamó su atención.
Fue la camiseta que llevaba.
“ El camino al cielo esta lleno de espinas”
Y entre esa frase dos senderos que se separaban, eran totalmente iguales en cada detalle, en cada piedra, en cada huella. Sólo cambiaba al final. Uno acababa en un inhóspito paisaje y el otro en un bosque muy verde.
- Buenas noches detective, la llevamos a interrogatorios.
Betty se quedó paralizada mientras la rodeaban y se la llevaban fuera de su vista.
En su bolsillo el dedo que había estado apoyado en el gatillo se le había puesto rígido totalmente recto.
“ Elige bien tu camino”
Armando le había dicho. Al fin pudo respirar y miró a lo lejos para ver cómo el horizonte empezaba a clarear tímidamente.
No había podido. Eso tenía que ser una señal.
Unos brazos la sujetaron y ella cayó al suelo.
Frente a ella la pared que había estado golpeando manchada de sangre y con la escayola rajada.
Su cuerpo, ya débil, comenzó a convulsionar. Cuanto dolor más era capaz de soportar?
Ahora tendría que mirar a la cara a la asesina de su niño, sabiendo que con sus manos se llevó su vida. Verla allí sentada respirando y quedarse con la amarga impotencia de saber que haga lo que haga Armando estaba perdido para siempre.
No importaba que le volara la cabeza a Marcela, que molinera a golpes a Margarita, no importaba que ella fuera a vivir una vida de culpas y arrepentimientos o que cuando llegase a su casa se pusiera el cañón en la sien y apretara.
No importaba, Armando no iba a volver jamás, hiciese lo que hiciese, él ya no existía.
La imagen de él apareciendo en su pijama con su osito entre sus brazos la asalto.
Sentía que si estiraba sus brazos iba a poder sentir el calor de su pequeño cuerpo y el aroma de bebé de su cabeza le llenaría las fosas nasales.
A ella le encantaba cuando terminaba de bañarlo y lo envolvía en una suave toalla de algodón, él le sonreía con su boquita sin dientes y Betty aplastaba la cara en su pequeña cabeza y aspiraba. Era tan dulce, era tan inocente… a veces se levantaba por la noche e iba a su cuarto y lo miraba dormir. Los primeros meses desde que lo conoció solía quedarse la noche entera sentada al costado de su cama acariciando su suave cabello mientras veía como sus labios se movían alrededor del pulgar que siempre chupaba mientras dormía.
Sentía que cualquier cosa le podía pasar, y si él tenía una pesadilla y se despertaba asustado? Y si tenía sed y no tenía agua? Y si la llamaba y ella no lo escuchaba?
Era un niño pequeño, todavía bebe, todavía niño. Simplemente no podía dejarlo solo.
Con el tiempo convirtió esas visitas nocturnas a su habitación en una especie de misa. Llegaba, se arrodilla  ante su cama y rezaba a Dios para que todo el mal que le rondaba a él, la atacara a ella.
Pero Dios no la escucho y ahora ya era demasiado tarde.
“ te esperaré”
La voz sonó clara en el baño. El llanto seso y se quedó quieta.
“si, te esperaré”
Era su voz, ronca, profunda y tan fuerte.
Miró hacia atrás y vio a Pedro que la observaba preocupado.
- Jefa, ya estas mejor?
Betty ladeo la cabeza y se dio cuenta, él no había escuchado nada.
Se estaba volviendo loca?
Bueno después de todo, lo raro sería que siguiera cuerda.
No, tenía que creer, había sido él quien le habló.
Los sueño, la camiseta de Marcela, su voz hablándole… nadie podría imaginar tanto y tan bien.
Se levantó y se lavo la sangre y las lágrimas, bebió agua y el líquido vital le quemó la garganta ya ronca.
Se miró al espejo y no se reconoció. Ella había cambiado. No podía encontrarse entre tanta maldad.
Beatriz ahora era solo un envase vacío.

Memento MoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora