XVI

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ARMANDO 2

Armando cayó al suelo con un grito en la garganta que se le quedó atorado. Las lágrimas empezaron a correr abundantes por su rostro.
- Dios mío… Dios mío…
Como podía haber olvidado eso? Que clase de cobarde era?
Los recuerdos vinieron uno detrás del otro sin orden. Eran dolorosos. La sangre, los golpes, los gritos, él corriendo con el corazón en la boca, las noches que pasó escondido debajo de la cama, el muñeco, su mamá con el rostro transformado, la sonrisa de la chica…
Ahora podía recordar todo, tenía un miedo atroz a que su mamá descubriera que él había visto lo que hizo.
Reprimió tanto la horrible visión que simplemente llegó un día en que ya no pensó más en eso, su tierna mente lo olvidó.
Ahora sabía por qué el nombre de la chica le había resultado conocido. Después de que ella muriese en su casa durante varios días se la nombró muy seguido, después de todo era una empleada de la empresa de su papá que había muerto.
Cada vez que alguien decía el nombre de la chica el pensaba en la sangre y los golpes de su mamá y salía corriendo.
Be le había preguntado muchas veces si estaba bien. Pero Armando solo se encogía de hombros y se dejaba abrazar y besar por ella.
Pareció quedarse tirado en el suelo, en posición fetal durante horas, cuando la neblina en su mente empezó a disolverse eran casi las 6 de la tarde, busco su teléfono pero en su estado no podía recordad donde lo puso, vio el archivo de la chica y lo volvió a abrir esperando encontrar algo más. Ni siquiera sabía cuantos años tenía.
Las manos le temblaban y los papeles se le cayeron volando por la sala, empezó a recogerlos y entonces algo le llamó la atención, pegado en la parte interna de la carpeta había un papel, era del mismo color marrón y apenas se distinguía, lo despegó con cuidado y le dio la vuelta encontrando algo escrito.
“ Roberto estoy embarazada, se que no quieres saber nada de esto y me vas a decir que estoy sola y que haga lo que quiera, pero te lo vas a tener que pensar. Sabías que tu esposa y tu socio manejan un negocio ilegal? No claro que no lo sabes, ganan mucho dinero a tus espaldas, drogan chicas y las venden para ser violadas. Yo tengo muchas pruebas de esto, después de todo yo los he estado ayudando. Pero ahora que voy a tener un hijo y ya tengo una buena cantidad de dinero ahorrada no quiero saber más nada de esto. Que quiero de ti? Que te hagas cargo del bebe y le des tu apellido, yo se lo que es ser una bastarda y no voy a permitir que mi hijo corra la misma suerte. Si no quieres aceptarlo entonces voy a ir a la policía, a los diarios a la tele a donde sea y sacaré a la luz este negocio turbio que involucra a Ecomoda. Piénsalo bien, después de todo, es tu empresa y tu esposa.”
- Que es esto?... Dios mío que es esto?
“esa zorra nos estaba robando”
Su madre había llamado a Julio Valencia y le había dicho eso, el papel ponía “tu esposa y tu socio”
También decía que la chica los había estado ayudando.
Era algo difícil de asimilar, una historia increíble, su madre era peor de lo que pensaba, no solo era una asesina, también usaba a las chicas para hacer dinero.
Una furia se apoderó de su cuerpo y por un momento pensó en ir a casa de su mamá y sacarle a golpes todo.
Tenía que llamar a Be.
No podía, ella estaba ocupada y además… sentía vergüenza.
Que pensaría ella de que él todos estos años supo la verdad y se quedó callado?
Él era un cobarde.
Beatriz estaría decepcionada de él.
Vio el teléfono fijo y en un impulso llamó a Ecomoda, al guardia. Quería saber si quedaba alguien ahí. Quería ir a buscar más pruebas.
- No señor, aun no ha salido el último empleado.
- A qué hora salen todos?
- A las 19 señor.
- Muy bien, este atento, llegaré en un rato.
No quería que nadie lo viera rebuscar nada. No confiaba en nadie, y la única persona a la que podía decirle era la que más miedo le daba. Temía la reacción de Beatriz.
Miró la hora, las 18:07…llamo a su mamá.
- Si, quien es?
- Armando.
- Armando?... Que pasa?
- Lo he recordado todo. Se lo que hiciste.
- Que? No te entiendo.
- Se lo que hiciste, a esa chica, te vi… tu la mataste.
- De qué estás hablando? Estás borracho o drogado? No me interesa, a mi ni me molestes, llama a tu niñera.
- Yo tenía siete años y te vi, estaba escondido en el hueco de la escalera, tú la golpeaste y ella cayó y se golpeó la cabeza y murió, llamaste a Julio Valencia y le dijiste “esa zorra nos estaba robando”. Tu la mataste, yo te vi.
- Siempre fuiste muy fantasioso, culpa de Beatriz sin duda.
- Aura Maria Fuentes se llamaba, ayer encontré su archivo. Sabes que más encontré? Una carta para mi padre, sabes que dice?
- No me interesa, deja de molestarme. Adiós.
- TU Y JULIO VALENCIA DROGABAN CHICAS Y LAS VENDÍAN PARA SER VIOLADAS!
Al otro lado de la línea se hizo un silencio. Margarita vaciló cuando contestó, y su voz antes altanera sonó pequeña y ronca.
- De dónde has sacado eso?
- Ya te lo dije, sabes que más pone? Que ella tenía pruebas de todo esto. Las voy a buscar, las encontraré y cuando lo haga se las daré a Beatriz.
- Ah si? Piensa bien lo que dices muchacho, no sabes donde te estás metiendo.
- No, no, muchacho no. Yo ya no soy un niño, soy un hombre y no te tengo miedo a ti ni a nadie. Vas a pagar por lo que hiciste. Yo llegaré al fondo de todo. Ahora mismo voy a buscar las pruebas y si tengo que levantar Ecomoda para lograrlo entonces lo haré. No pararé hasta conseguirlo.
- Armando te lo digo por última vez, quédate en tu casa, sigue con tu vida, juega al presidente y no te metas en esto. Tú no sabes de lo que hablas.
- Vas a pagar, así se me vaya la vida en ello.
- Muy bien, que así sea.
Margarita colgó y Armando tuvo la necesidad de destruir su casa.
Se vistió y antes de salir a Ecomoda se sentó en su cama y miró por la ventana, el archivo de Aura Maria firme entre sus manos.
Cuando se sintió otra vez como él, y que podía pensar fríamente para no arruinar esto, se levantó y salió a Ecomoda.
Llegó y el guardia le preguntó si quería que le aparcara el coche, estuvo tentado de decirle que se fuera a su casa. Pero no quería levantar sospechas aún, así que solo le dijo que no se quedaría mucho y subió a donde estaban el resto de archivos.
Miro la hora, 19:35.
En su oficina aún con el archivo entre manos se desinflo.
“ Que hago? Dios mío que estoy haciendo? Tengo que llamar a Be, ella tiene que saberlo, yo no soy policía y podría arruinarlo todo, destruir las pruebas, perder algo importante… no, ella tiene que enterarse, aunque me odie, tiene que saberlo”
Se puso frenético y con los nervios controlando su cuerpo tomó su teléfono, iba a llamarla, pero tenía miedo de escuchar el reproche en su voz.
No, le mandaría un audio y cuando ella lo escuchara él estaría más tranquilo, tenía que ir a verla, iría a su casa a esperarla, como debería haber hecho desde el principio.
Abrió WhatsApp y presionó el símbolo del micrófono y comenzó a hablar sintiéndose como un imbécil porque sonaba asustado e incoherente.
- Be, hola, Dios mío Be, necesito hablar contigo urgentemente, pero se que ibas a estar en esa reunión así que te ruego que me llames apenas escuches esto, de todas formas ahora mismo me voy a tu casa a esperarte, solo tú puedes ayudarme en esto – Armando comenzó a sonar lloroso y su voz se quebró- Be… Be he descubierto algo terrible, recuerdas a Aura Ma-
Algo lo hizo darse la vuelta bruscamente y un dolor agudo le tomó el pecho, su teléfono salió volando y el ruido de la pantalla contra el suelo le pareció irreal.
Miró hacia abajo y vio lo que parecía el mango de un destornillador saliéndole del pecho.
Quiso hablar pero cuando abrió la boca, la sangre salió disparada.
“que está pasando?”
Miró la cara de la persona que le había hecho esto y se encontró con los ojos llorosos de Marcela Valencia.
Que estaba haciendo ella allí?
Sus piernas parecieron convertirse en gelatina y cuando quiso darse cuenta ya estaba de rodillas en el suelo, intentó levantarse pero el dolor en el pecho parecía extenderse rápido por su cuerpo y cuando fue consciente ya estaba tirado en el suelo.
Marcela se acercó a él y tomó el mango del destornillador, Armando con sus últimas fuerzas le tomó la mano y se la apretó.
Entonces ella bruscamente le sacó el destornillador del pecho y el dolor se multiplicó, un chorro de sangre salió disparada y le mancho la blusa a Marcela.
Ella se levantó y salió corriendo.
Y entonces Armando lo supo. Él iba a morir.
Tenía 25 años. No quería morir, sintió miedo, la oscuridad empezaba a extenderse desde los bordes del despacho y comenzaba a cercarlo.
Tenía mucho miedo, a donde iría? Había sido una mala persona, vio como mataban a una chica y nunca dijo nada. El infierno sería su próxima estancia.
De pronto ya no sentía nada, ni frío ni calor, el aire no entraba más  por su nariz, podía sentir su vida escapando de su cuerpo junto con su sangre. Extrañamente no pensó en su vida, no vio imágenes y retazos de lo que la compuso.
Vio la cara de la chica, Aura María, guiñándole un ojo y sacándole la lengua y sonrió.
De repente frente a él un hermoso bosque de árboles dorados y un sol intenso que parecía brillar con polvo de oro se abría frente a él.
No sabía cómo había llegado pero estaba parado ahí. Se dio la vuelta y miró hacia atrás, donde un paisaje de desolación le encogió el pecho.
Tuvo miedo otra vez.
“ Te amo mi rey, tomate la sopa y descansa”
Y entonces con la voz de su amada Be y la visión de ella sonriéndole con amor, Armando Mendoza dejó este mundo.

Memento MoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora