2011:
Beatriz se abrazo a Enrique y apoyo la cabeza en su pecho. Se dio la vuelta y beso suavemente la cabeza de su niño y le prometió que vendría una última vez a verlo.
- Cuídamelo Quique… se amable con él.
- Claro que si Betty, te lo prometo.
Beatriz hizo una mueca y se fue sin mirar atrás.
El viejo se acerco a la camilla y miró al muchacho. Si bien hace mucho que no lo veía estaba al tanto de su vida, después de todo cualquier persona que conociera a Betty, conocía a Armando. Y es que el muchacho era su orgullo y ella hablaba de él más que de sí misma.
El viejo había conocido a Betty como una joven con un carácter de hierro, seca y desabrida que parecía no confiar en nadie y muy orgullosa, con una mirada analítica y una mente muy perspicaz. Estaba decidida en especializarse y acabar su carrera para trabajar en la policía. Hace muchos años a Enrique le había tocado remplazar un semestre a un colega suyo y allí la conoció. Rápidamente supo que de todos los que estaban allí, sin duda sería Betty la que algún día ocuparía el puesto que quería.
El tiempo le dio la razón. A los 37 años ella era la detective con más logros y tenía a cargo a su propio equipo. Todos ellos fieles hasta la muerte a la jefa.
Enrique había pensado que a pesar de lo buena estudiante que era la muchacha, parecía que le faltaba algo esencial para ser una buena agente de la ley. Más humanidad y más empatía.
Claro que eso lo pensó hasta que un sábado por la tarde la encontró en un parque en la ciudad jugando con un niño de unos 10 años.
Ella lo vio y se acerco a saludarlo.
Enrique se sorprendió del cambio en la joven, como sonreía y le brillaban los ojos. En ese momento ella no tenía esa altivez que la caracterizaba y esa aura de desconfianza y resentimiento para con todos.
Le presentó al niño y dijo que era su niñera. Era un niño guapo, muy sociable y risueño, Enrique quedó gratamente complacido con lo inteligente que era y como a pesar de su corta edad se podía mantener una conversación educativa con él. Cuando Enrique le preguntó cómo es que sabía tanto, el niño orgulloso y con una risa pícara le dijo que “su Be” lo había obligado a aprender.
Beatriz rio y abrazo al muchachito fuertemente. Le pregunto a Enrique si le gustaría unirse a ellos a merendar y él que estaba solo y aburrido acepto sin dudar.
Podía ver el amor que Beatriz tenía por el muchachito, le salía por cada poro de su cuerpo. Como ella se desvivía por complacerlo y lo amable y cariñosa que era con él. Como siempre estaba regalándole una caricia y un beso, le hablaba dulcemente y lo llamaba de mil formas diferentes y amorosas. Cuando le hablaba no lo hacía con esa dureza que la caracterizaba en las clases en la universidad, cuando lo miraba no había ni una gota de desprecio.
Después de todo la chica si que tenía empatía y por lo visto un corazón muy grande. Solo había que descubrirlo.
Desde ese momento se prometió no juzgarla y convertirse en su amigo. Y así con el tiempo formo una sólida amistad con Betty y a pesar de que en los últimos años apenas había visto a Armando seguía teniendo el recuerdo de ese pícaro muchachito que era la adoración de la que él consideraba su hija adoptiva.
Una lagrima se escapó de sus viejos ojos y antes de empezar le pidió perdón y le rogó a Dios que le diera fuerzas a Beatriz para que superará lo que sin duda había sido el golpe más duro que nunca recibiría.
1990:
- Muy bien mi rey, muy bien… ahora que ya sabes las vocales vamos a ver como son las consonantes.
- Noooo yo quiero jugar!
- Solo unos minutos más mi amor y jugamos, te lo prometo… ahora veamos las consonantes con las que se escribe tu nombre.
- Be ya no me gusta mi nombre, quiero otro.
- Quieres otro nombre? Y como cual?
- Ahora me quiero llamar perro.
- Perro?
- Siii perro.
- Umm no se, mejor cachorrito.
- No Beeee, llámame perro o te muerdo.
- Esta bien, no quiero que me de la rabia.
- La rabia? Que es eso?
- Esa es una excelente pregunta mi rey, verás la rabia es una enfermedad que-
- Armando!
Beatriz y Armando estaban sentados debajo del gran árbol en el jardín, libros y tarjetas desparramados a los lados.
Beatriz se levantó y tomó al pequeño en brazos mientras miraba a un hombre de más de 50 años, bien vestido, guapo y con un aura de seriedad que imponía respeto.
- Hola abuelo.
- Ven aquí Armando y salúdame.
Betty bajo al pequeño con mucha reticencia y sin apartar su mirada observo al hombre ponerse a la altura del pequeño y recibir un dulce beso de su nieto.
El hombre se incorporó y observo los libros y las tarjetas en el césped. Miró a Betty intensamente sin dejarla apartar la mirada.
- Abuelo ahora se decir las vo-ca-les, mira aaa eee iii ooo uuu.
- Muy bien muchacho.
El hombre volvió a mirar a Betty y ella deseo poder tomar al peque en sus brazos y salir corriendo.
- Tu le has enseñado eso?
- Heee, si señor.
- Aha… quién eres?
- Beatriz Pinzón Solano… la niñera.
- Qué pasó con la otra niñera?
Betty se encogió de hombros y el hombre alzó una cejas sin necesitar más explicación.
- Me llamó Fernando Mendoza… y soy el abuelo de Armando.
- Mucho gusto Don Fernando.
- Pareces muy joven.
- Tengo 15 años señor.
- Deberías estar en la escuela.
- Si señor, pero estoy bien aquí donde estoy… aquí hago más falta.
Betty dijo esto poniendo una mirada valiente y señalando a Armando con la cabeza. Desafiante, después de todo este hombre había criado al cabron de Roberto Mendoza y algo ( si no es que toda) de culpa tendría.
Don Fernando captó al instante lo que la escuálida muchacha quería decirle y a su pesar le reconoció su regaño. No estaba orgulloso de su hijo…
Miró a su nieto y vio como este estaba agachado arrancando el pasto con sus pequeñas manos, sin preocuparse de la charla de miradas que tenían su abuelo y su niñera.
Parecía relajado y se dio cuenta que por primera vez no encontraba a su nieto llorando y angustiado.
Sabía que sus padres no lo querían y alguna que otra vez había escuchado que lo maltrataban, pero tampoco quería intervenir sin alguna prueba sólida.
Armando se dio la vuelta y camino hacia su niñera esta se apresuró hacia él y lo tomo en brazos.
- Disculpe señor pero el niño aun no ha dormido la siesta… si me disculpa.
- Si claro. Más tarde me gustaría volver a verlo.
- Buenas tardes.
Y prácticamente corriendo entro con su nieto a la casa.
Don Fernando a su pesar confío en la joven muchacha que parecía cuidar a su nieto con verdadera preocupación y que veladamente le había dejado saber lo que pensaba de él. Y le gusto.
Paso dos días en la casa, y comprobó que la única cosa bien que habían hecho su hijo y su nuera con respecto a su nieto era contratar a la muchacha.
Ella se desvivía por el niño, lo cuidaba con fiereza y siempre mantenía una vigilancia como un halcón sobre el niño. No lo dejaba solo y se las ingeniaba de mil maneras para que los padres de Armando mantuvieran el mínimo contacto físico con él.
Armando parecía relajado y feliz. Se podía ver que confiaba en la muchacha y era extremadamente cariñoso con ella y estaban muy apegados.
Además de que la chica era bastante lista y no perdía oportunidad de enseñarle cosas al pequeño, siempre contándole historias y respondiendo didácticamente y con mucha paciencia y amor todas las preguntas del pequeño.
Cuando Don Fernando dejó la casa de su hijo se fue con una tranquilidad que hace mucho no tenía, sabiendo que mientras esa muchacha estuviera ahí, su nieto estaría bien. Y con esta seguridad él se encargaría de que ella estuviera protegida y establecida en la casa de su hijo todo el tiempo que su nieto la necesitará y algo le decía que eso sería para toda la vida.
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Memento Mori
Mystery / ThrillerArmando es un pequeño niño solitario, Beatriz es una adolescente solitario, ambos son lo que el otro necesita. Está es una historia de amor fraternal. No hay romance entre nuestros protagonistas, pero si amor.