XI

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2011:

- La entrevista la hará Pedro, mañana, en su casa. Si voy yo solo conseguiré más problemas.
- Esta bien.
- Ya hay resultados sobre la huella?
- Si, resulta que la suela coincide con unas zapatillas de la marca Nike, concretamente el modelo Air, es del número 39.
- Hombre o mujer?
- Unisex.
- Me cuesta creer que Margarita tenga unas zapatillas de esas en su armario y estoy segura que ella calza un 37. Que decía el informe de Enrique sobre el apuñalamiento?
- Que se produjo en el centro del corazón, por lo que teniendo en cuenta la altura de Armando, el ángulo de entrada y su estado físico, el agresor debe de haberlo sorprendido y debe tener una altura que ronde el 1,65.
- 1,65? Mierda… Margarita medirá eso pero con tacones.
- Ósea que ahora mismo la huella y la altura la descartan.
- Si pero aún queda lo de la llamada echa 2 horas antes de la muerte, porque no dijo nada?
- No quería que nos enteráramos.
- Ella debió ponerse en contacto con el asesino en ese lapso. Armando debe haberle dicho que iba para Ecomoda.
- O el guardia avisó.
- La llamada a la caseta del guardia se produjo 5 minutos antes de la que le hizo a Margarita y no duro más de 1 minuto, lo justo para preguntar si había alguien en la empresa. Luego no hay registro de llamadas salientes desde el teléfono de la caseta. No, Armando debe haberle dicho a su madre que vendría a Ecomoda. Quizás a buscar más cosas entre los archivos.
- El cheque.
- Como?
- El cheque que Julio Valencia le hizo a la Señora Fuentes.
- Si, eso es. Lo que sea que encontró debe haber hecho alusión a eso.
- Pedro mañana interroga a la encargada de la casa, Doña Rosa, pregúntale que hacían los Mendoza a esa hora, si Margarita realizó una llamada, quiero saber si tiene esas zapatillas en su armario, asegúrate de confirmar cuanto calza etc… y cuando interrogues a Margarita actúa como un empleado resentido. Ella estará todo el rato hablando mal de mi, hazla saber que la entiendes, ponte de su lado, es lo único que te ganará su simpatía. Entérate a qué hora puedes encontrarla sola, sin su marido. Aunque cada vez estoy más y más convencida que Roberto no está involucrado, de todas formas ese cabron vive para evitar los escándalos de él y su mujer, y no dejará que ella hable si se da cuenta por donde vamos. Tenemos que conseguir algo sólido que nos permita poder investigarla a fondo. Ahora mismo con lo que tenemos no podemos pedir una orden para hacernos con el registro de llamadas.
- Jefa por qué piensas que Roberto Mendoza no está involucrado?
- He estado pensando y a Roberto le servía su hijo más vivo que muerto. Todo lo que le interesaba de Armando era su dinero. Armando iba a poner el capital para rescatar Ecomoda, el se jubilaría y seguiría recibiendo un cheque aún más sustancioso y no tendría que preocuparse más por la empresa, y aunque no fuera Daniel Valencia el que estuviera al frente estoy segura que le daba igual. Solo le importa el dinero.
- Y no recibiría una buena suma con la muerte de Armando?
- No, Armando no les dejo ni un centavo. Y me cuesta imaginar que Roberto no lo intuyera. Sería muy estúpido si pensara que su hijo los heredaría. Y el es cualquier cosa, menos estúpido.
- Esta bien jefa, entonces seguiremos rascando.
- Quiero que investiguen a los hermanos Valencia. Quizás sabían que su padre encubrió el asesinato de Fuentes. Y por favor encuentren a ese maldito guardia!
- Jefa el guardia no tiene cuenta bancaria, si recibió dinero, fue en efectivo.
- Esta bien, vamos chicos, es muy tarde. Vamos a descansar, mañana a primera hora todos aquí, yo traigo el desayuno…ah y chicos, lo están haciendo muy bien. Gracias.
- Buenas noches jefa.
Las sabanas aun mantenían su olor y Betty lo agradeció, se quito la ropa y se acostó en la cama de Armando, estaba agotada, al punto que antes de dar el primer suspiro ya estaba profundamente dormida.
“El campo estéril y seco había quedado atrás, delante tenía una extensión de tierra desértica, gris e inhóspita. El suelo estaba plagado de filosas piedras de todos los tamaños que le cortaban los pies desnudos. Miró hacia abajo y vio como la sangre iba dejando un rastro en su lento andar.
El viento se sentía como espeso y frio,  le dolía cada parte de su piel donde hacía contacto y la sed que le provocaba era más desesperante que todo lo demás junto.
En el horizonte el bello campo plagado de esos árboles dorados que parecían de oro, y donde el sol se veía iluminar todo cálidamente. Sabía que cuando llegara lo vería, allí sería feliz.
- Ayúdame mi rey, esto está cada vez más lejos.
- Es por ti Be, mientras más te resistas más largo será el camino.
- No te entiendo, no te entiendo…
- Se lo que planeas Be, y si lo haces nunca llegarás hasta donde yo estoy.
- Lo que planeo? El que? Yo solo quiero estar contigo mi rey, es lo único que deseo…
- A mi no me puedes mentir Be.
- No lo hago.
De pronto llego a una encrucijada, de donde había salido? Había dos caminos, cualquiera de los dos parecía llevarla al mismo sitio, y los dos se veían iguales.
- Que hago? Que camino tomo?
- Elige bien Be.”
La alarma de su teléfono interrumpió el sueño y un momento antes de despertar escucho la voz de Armando tan clara como si estuviera a su lado.
- Elige bien y yo te esperaré.
Betty despertó y se enredo en las sábanas intentando salir de la cama.
- Armando, Armando…
Pero nadie le respondió y Betty se encogió contra la cama pensando que no podría soportarlo mucho tiempo más.
Mientras Pedro se encargaba de los Mendoza, ella y Mari volverían a visitar a la ayudante del diseñador, quien era la única empleada que estaba desde el principio de la empresa. Reinosa se quedaría buscando los trapos sucios de los hermanos Valencia.
Llegaron a la casa de la señora Inés Ramírez y ella las atendió encantada, les sirvió café y galletas y se sentó atenta y dispuesta a colaborarles en lo que fuera.
- Lo cierto es que yo sabía que los señores Mendoza tenían un hijo, pero nunca lo conocí hasta hace un mes que llegó por primera vez. Un chico tan guapo y respetuoso, amable con todos nosotros, en ese momento no lo vi más de 10 minutos, pero me bastaron para darme cuenta que no teníamos nada que temer y estaríamos a salvo con él.
Betty volteo la cara para evitar que le vieran sus ojos acuosos. Su niño era un encanto y allá donde iba se ganaba el favor de todos.
- Señora Ramirez-
- No, no, por favor llámenme Inés solamente.
- Claro, Doña Inés, usted entró a trabajar en Ecomoda desde prácticamente la apertura de la empresa no?
- Si, me enteré que estaban buscando costureras y me presente, me tomaron al instante y desde entonces fui ascendiendo hasta convertirme en la ayudante del diseñador, Don Hugo, claro que antes de él había otros.
- Si claro, conocía usted bien a los Mendoza?
- No creo que ningún empleado los haya conocido bien, ellos siempre fueron muy distantes con todos nosotros.
- Pero me imagino que si conocía los distintos rumores que circulaban sobre ellos.
- Los chismes? si claro… todos, quisiéramos o no, sabíamos lo que se decía de ellos. Pero yo no hago caso a eso.
- Verá Doña Inés, es importante para la investigación que me hable de ellos, puede que para usted no sean más que habladurías pero para nosotros pueden ser pistas.
La señora se apretó las manos nerviosa y suspiro para resignarse.
- Esta bien, que es lo que quieren saber?
- Que era lo que se decía de ellos, se que de Roberto Mendoza se hablaba de sus romances con algunas empleadas.
- Si, Don Roberto era un hombre muy apuesto, inteligente y el dueño de la empresa, muchas muchachitas se quedaban deslumbradas con él.
- Entonces era cierto que se involucraba con las empleadas?
- Si, eso no era un rumor, yo misma tuve una buena amiga que se enamoró de él y cuando Don Roberto se canso de ella la dejó sin ninguna explicación y al día siguiente ya decían que andaba con otra. Mi pobre amiga se quedó destrozada y a pesar de que necesitaba el trabajo, renuncio para no tener que ver como él se metía con una y con otra.
- Doña Margarita sabía de esto?
- Doña Margarita llegaba a la empresa solo para hacerse notar, a veces iba con amigas y presumía delante de ellas de la empresa. Otras llegaba con hombres y se encerraba con ellos en la que era su oficina.
- Don Roberto sabía de esto?
- Sin duda Doña Margarita no se escondía, si lo sabía no le importaba.
- Doña Inés, sabemos que había otro rumor que corría sobre Doña Margarita, uno de naturaleza más… comprometida.
- Se refiere al que afirmaba que le gustaban las mujeres?
Betty asintió y la señora le dio una sonrisa irónica y llena de repugnancia.
- Soy una persona mayor, crecí en una época donde la homosexualidad era duramente condenada, no éramos tan abiertos como los jóvenes de ahora. Para mí Dios hizo al hombre y a la mujer como compañeros, y así es como debe ser, cualquier otra cosa es antinatural.
Betty sintió a Mari ponerse tensa a su lado. Mari no llevaba nada bien la intolerancia y el racismo. Era una mujer muy comprometida con las causas sociales y muy sensible al derecho de todos de vivir como quisieran siempre y cuando no hicieran daño ni infringieran la ley. Y ser lesbiana no era un delito.
- Lo entiendo Doña Inés, pero realmente nos interesa saber que se decía.
- Ufff… en producción tenía una amiga con la que solía quedar los sábados por la mañana a desayunar en una bonita cafetería en el centro de Bogotá. Ella ya falleció hace muchos años, cáncer, Gracia se llamaba… era una mujer seria que no hacía caso de chismes y siempre se mantenía al margen. Una vez, en uno de esos desayunos parecía muy inquieta y distraída, me costó que me confiara que le molestaba, al final me lo contó. Ella tenía una ayudante muy joven, que acababa de cumplir los 18 años, esa niña era la hija de una vecina y Gracia la había metido a trabajar, sus padres la habían echado de la casa, y la pobre no tenía ni donde caerse muerta, Gracia se apiado de ella entonces y la ayudo. Resulta que a la chica la echaron cuando la descubrieron en la cama con la que decía era su mejor amiga.
- La chica era lesbiana.
- Si… Gracia la tenía bajo su cuidado, y estaba muy preocupada porque la semana anterior la niña le había contado que a Doña Margarita le había llamado la atención y se había acercado a ella para hablarle, en un momento de inconsciencia la niña le contó porque sus padres no querían saber nada de ella y Doña Margarita no había dicho nada en ese momento, pero el viernes antes de salir del trabajo Doña Margarita la había mandado a llamar.
- Y que paso?
- Gracia me dijo que la niña volvió rara a la casa y no quería hablar, se encerró en la habitación y desde entonces no la había visto.
- Su amiga supo que paso?
- No, nunca se entero y la niña un mes después de eso se fue a vivir con una tía de su padre que quería compañía y no le importaba que la niña fuera… ya sabe.
- Que pensaba su amiga que había pasado?
- Solo hablamos una vez más de eso, Gracia estaba convencida de que Doña Margarita le hizo algo. Y cuando los rumores de que le gustaban los hombres y las mujeres por igual empezaron a circular, Gracia se convenció aún más de que Doña Margarita se aprovecho de la niña.
- Señora, recuerda quien era la chica? Sabe algo de ella?
- La última vez que la vi fue en el funeral de Gracia, hace unos 5 años. Me contó que ahora vivía en Bogotá y había terminado sus estudios y trabajaba de secretaria para una financiera.
- Su nombre?
- Marina Coronado Sepulveda, la financiera no recuerdo…
- No importa, creo que con el nombre será más que suficiente. Señora Inés, no se imagina cuanto nos ha ayudado.
- Espero que encuentren el que le hizo esto a Don Armando, era un buen hombre.
- Si que lo era, y no se preocupe, que lo encontraremos.
Pedro llamó y quedaron de reunirse en la jefatura. Una hora después todos tenían un café en la mano e información para compartir. Betty y Mari pusieron al tanto al resto de lo que habían averiguado y se le encargo a Mari que encontrara a la chica.
Reinosa les contó que no todo era rosa en la vida de los Valencia. Daniel era el que mejor estaba, tenía un buen puesto en el gobierno aunque últimamente andaba con pies de plomo, ya que había llamado la atención de sus superiores por una supuesta malversación de fondos. El día de la muerte de Armando no estaba en la ciudad, tenía una amante y como esta estaba casada con un importante empresario se veían a escondidas y muy lejos de Bogotá. La coartada era firme y había una reserva de hotel que lo corroboraba.
Maria Beatriz, la pequeña, llevaba dos años viviendo en Londres, gastándose la herencia y el cheque mensual de Ecomoda en cirugías y cursos de idiomas. Ella también quedaba descartada.
Luego estaba Marcela Valencia quien era la que peor estaba, en el último año había ingresado a una clínica para combatir su alcoholismo y acumulaba importantes deudas en sus tarjetas de créditos. Joyas, ropa, licores finos, suscripciones a clubes selectos y viajes en primera clase, engrosaban entre otras cosas la lista de gastos que la habían llevado a la casi quiebra. Se había fundido la herencia y solo vivía del cheque de Ecomoda, además iba a entrar a trabajar en Ecomoda.
Betty hizo una mueca pensando en el dolor de cabeza que iba a ser para Armando y estaba segura que buscaría la forma de aprovecharse de él, si no es que comprometerlo en un romance.
No quedaba claro que estaba haciendo Marcela el día del crimen, pero lo que sí estaba claro es que su estancia en la clínica de poco le había servido, ella seguía bebiendo más que antes y no era raro verla en el club de campo borracha como una cuba. Aún quedaba hablar con muchas personas que podrían decirle que hacía Marcela ese día sin levantar sospechas.
El turno de Pedro llegó y Betty rogó porque tuviera algo sólido, Pedro miró a su jefa y le sonrió.
- La mitad de lo que tengo es bueno y la otra malo. La entrevista con Margarita a sido infructuosa, no ha querido soltar prenda hasta que la mención de la llamada 2 horas antes de la muerte de su hijo, la puso nerviosa, entonces fingió recordarla y que no lo menciono antes porque no parecía importante. Resulta que Armando solo la llamó para “saber como estaba”, ni ella se lo creyó, dijo que la llamada solo duro unos minutos y que no menciono nada importante, ella no sabía que iría a Ecomoda. Luego el colgó y ella simplemente “se olvido” de eso.
- Dime que más tienes.
- Doña Rosa ha sido más colaborativa. Ese día escucho la llamada, en realidad toda la casa la escucho, Margarita estaba discutiendo a los gritos, claro que ella no sabía con quien hablaba, pero la hora coincide con la llamada de Armando. Hablaron durante un rato y entonces luego Margarita la llamó al salón, cuando entró la licorera estaba hecha añicos contra la pared y Margarita estaba marcando un número con su celular. Le ordenó que le trajera más whiskey y que nadie la molestara. Una hora más tarde abandono el salón prácticamente ebria y se encerró en su habitación hasta la mañana siguiente.
- Puede asegurar que estaba en su habitación?
- Al parecer si, Margarita no salió en todo el día. Su coche estuvo todo el tiempo ahí, y nadie fue a buscarla.
- Confirmaste lo de las zapatillas?
- Si, Doña Rosa esta segura que Margarita no tiene ese calzado en su vestuario y además calza un 36,5 por lo que tampoco coincide la talla.
- Algo que nos de una pista?
- A la persona que llamó luego de hablar con Armando le dijo “linda”
- Un nombre?
- No, una mujer… esa es la forma en la que Margarita trata a las mujeres que considera están a su altura. – dijo Betty con amargura.
- Entonces hablo con una mujer, puede que esta la haya puesto en contacto con el asesino?
- O puede que nuestro asesino en realidad sea una asesina. Reinosa entérate como sea de donde estaba Marcela Valencia ese día. Mari busca a Marina Coronado Sepulveda. Pedro vamos a hablar con Marta, creo que está vez podemos conseguir una orden para obtener el registro de llamadas de Margarita.
Betty corrió casi eufórica a la oficina de su superiora, en sus entrañas la misma sensación que le venía cada vez que estaba cerca de cerrar un caso.

2008:

- Be, estas en el baño? Be!
Armando entró al cuarto y vio la figura inmóvil y a oscuras sentada en la cama. Encendió la luz y el rostro rojo y surcado de lágrimas de Betty lo recibió.
- Dime que ha pasado – susurro mientras se acercaba a la cama y se sentaba a su lado para abrazarla. Betty intentó hablar, pero tenía un ataque de hipo y aún había lágrimas que seguían cayendo por su cara y le hacían difícil decir nada.
- Tranquila Be, tranquila, todo está bien… dime que ha pasado.
- Estábamos… en una redada, yo, yo… buscábamos a un sospechoso y yo… Dios mío solo tenía 19 años, pensé que… vi su mano y pensé que tenía… un arma.
Otro ataque de llanto más y Armando se preocupo cuando Betty empezó a temblar violentamente. La siguió abrazando mientras ella lloraba sin poder detenerse.
Al final pareció calmarse y pudo hablar más tranquilamente.
- Buscábamos a un sospechoso de abusar de una niña de 11 años, la había secuestrado a la salida del colegio y se la llevó a un descampado y la violo… la niña reconoció al hombre, alguien conocido para nosotros, el sospechoso siempre estaba metido en líos pero nunca había hecho nada como esto… lo localizamos en un barrio marginal y fuimos a buscarlo. El salió corriendo y yo lo seguí hasta acorralarlo en una calle sin salida, el estúpido metió la mano al bolsillo y sacó algo y yo no me lo pensé dos veces y dispare. Le revente la carótida y murió desangrado. Solo tenía 19 años y lo que iba a sacar de su bolsillo era una navaja, no podría haberme hecho daño desde tan lejos y yo no tenía necesidad de disparar.
- Be tu no sabías, le diste el alto y él no obedeció, te iba a amenazar con un cuchillo, que más podías hacer? .
- Podría haber hecho mucho más sin tener que llegar a usar el arma y yo lo sabía, pero en realidad yo… cuando te diga esto seguramente te sorprenderás de la clase de persona que puedo ser y que ni yo misma conocía. Y no puedo soportar que sepas esto, pero a la vez no puedo callármelo y tú eres la única persona de este mundo en la que podría confiar, si alguien va a juzgarme y despreciarme prefiero que seas tú… eres el único que tiene derecho para hacerlo.
Armando se arrodilló ante ella y le agarró fuerte las manos, estaba preocupado.
- Be, yo nunca te juzgaria, no me atrevo a eso. Dime que es. Solo soy yo… solo soy yo.
- En realidad cuando levante el arma y vi que él se metía la mano al bolsillo sabía que no era un arma lo que tenía, lo sabía, pero estaba buscando una excusa para disparar, porque yo, Armando yo quería matarlo.
La cara de incredulidad ante el horror de su confesión le dolió más que la vida que había quitado. No soporto que el la mirada de esa forma tan desilusionada. Le acarició el rostro y por lo menos tuvo el consuelo de que su toque aún no le repugnaba, después de semejante confesion.
- Dios mío Be… yo… Dios mío…
- Lo sé, no tienes que decirme el horrible ser humano que soy, ni yo sabía que era capaz de tanto. Pero fui yo quien tuvo que registrar y hablar con la niña. Estaba destrozada, el le había golpeado la cabeza con una piedra y tenía el cuerpo lleno de moretones. Por no hablar de la violacion… esa niña me miró a los ojos y me dijo que tenía miedo de que él volviera y le hiciera daño otra vez. Y me di cuenta que ella jamás sería feliz ni estaría tranquila sabiendo que el hombre que le hizo eso podía volver en cualquier momento. Y mientras apretaba el gatillo solo pude pensar en que ahora ella estaría tranquila para siempre. Dios mío Armando soy un ser humano horrible!
- No, no… no lo eres, solo te has equivocado. Algo que, mírame Beatriz MIRAME! Tienes que prometerme aquí y ahora que por mi vida y por la tuya nunca más volverás a hacer algo así. PROMETEMELO!
Betty miro a su niño, quien ahora era un hombre, uno muy apuesto y magnético. Sus oscuros ojos la hacían sentir única y especial en el mundo. Betty miró su boca y por un pequeño y horrible momento pensó que podría besarlo y que eso le gustaría. La fantasía tomó fuerza y se imagino como sería estar en sus brazos los dos desnudos y sudados mientras el estaba en su interior.
Betty se horroriza ante sus pensamientos ¡Era su niño el que tenía en frente!
Como podía pensar en el de esa manera? El era mucho más que un hombre con él que pudiera tener una relación. En realidad Armando era sagrado para ella, estaba más allá de lo físico, lo que él le producía sólo podía ser comparado con el amor que una madre podría tener por un hijo. Lo amaba desde el primer día y lo hacía porque había entendido que ese pequeño niño, con sus pies descalzos y su oso entre sus brazos, necesitaba alguien que lo quisiera, que lo cuidara… y Betty necesitaba alguien a quien querer y cuidar. Fue una sociedad que le llegó en el momento justo.
Desde ese día Armando se había convertido en lo más importante del mundo. Aún tantos años después no podía encontrar algo que le produjera el sentimiento tan profundo de necesidad como lo hacía su niño.
Y no podía cambiar eso, arriesgarse a perderlo todo por una fantasía mundana con un chico que siempre había confiado en ella y la veía como una guía y su guardiana.
Quizás en otra vida, en otro mundo, Betty y Armando no serían dos seres unidos por esta fraternidad tan fuerte que tenían, y quizás en ese mundo esa Betty y ese Armando podían vivir la vida de dos enamorados.
Pero en este mundo no. Y esa fue la primera y última vez que Betty pensó por un segundo en su niño como en un hombre deseable para ella.
Lo miró y le beso la frente. Lo amaba tanto que dolía. Y decepcionar a su niño era lo último que quería.
- Si mi rey te prometo que nunca más haré algo así… nunca más me vengare.

Memento MoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora