XII

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Shun decidió asentir ante la petición de su protegida, la cual le sonrió agradecida de que cumpliera su deseo. Se miraron nuevamente en silencio, pero no se perdieron nuevamente, simplemente se sonrieron.

Luego de comer, salieron a caminar por los alrededores, por petición de Chari. Se alejaron un poco de la cueva, pero no tanto como para terminar perdiéndose. La princesa observaba su alrededor, a las aves que cantaban desde los árboles y a los pocos animales que se cruzaban. Un par de veces, dado que el terreno se encontraba muy blando, Shun tuvo que tomarla en brazos para travesarlos y evitar que la princesa se hundiese en el barro y termine ensuciando sus ropas más de lo que estaban ya.

—Te ves contenta —comentó la guardia cuando se detuvieron para que Chari juntase algunas bayas.

—Lo estoy. —sonrió sin voltear a verla, continuando con lo que hacía—. Nunca me ha gustado mucho la idea de quedarme encerrada en un lugar.

La guardia se recostó contra un árbol y se dedicó a observarla mientras ella se ocupaba de juntar todas las bayas que podía. Shun pensó unos instantes si estaba haciendo lo correcto al tardar más en completar la misión solo por consentir a la princesa. Soltó un pequeño suspiro sintiendo un leve dolor de cabeza; darle tantas vueltas al mismo pensamiento le provocaba un poco de dolor. Desvió la mirada de su protegida para centrarla en cualquier cosa que no sea ella por un segundo, o al menos intentarlo.

—Shun. —la llamó Chari de repente, parada frente a ella y con un puñado de bayas medio aplastadas, que chorreaban su jugo por sus dedos, dejándolos pegajosos—. ¿Quieres? —preguntó cuando su guardia la miró, la princesa tomó un par de bayas y las acercó a la boca de Shun. La cual, abrió la boca instintivamente, aceptando los frutos que su protegida le ofrecía—. Saben bien, ¿verdad? —se llevó unas cuantas a la boca manchándose la comisura de los labios con estas, la contraria esbozó una pequeña sonrisa cuando se percató de eso.

—Eres como una niña —comentó limpiándole las comisuras con su pulgar, Chari frunció levemente el ceño logrando verse más infantil.

—No soy una niña —protestó inflando sus mejillas, la sonrisa de Shun se amplió, posó su mano en su mentón y se acercó a su rostro; cada vez se sentía más confiada en acercarse a la princesa.

—Eres muy bonita... —dijo casi en un susurro a escasos milímetros de sus labios, la princesa cerró los ojos instintivamente ante la cercanía, provocando que Shun sonriera.

Terminó de acortar la escasa distancia que las separaban, uniendo sus labios en un beso. Chari correspondió instantáneamente, pero el beso no duró más de unos cuantos segundos. Al separarse, cruzaron miradas, Shun le dedicó una pequeña sonrisa.

—Tus besos saben dulce.

—Cállate... —sonrió vergonzosamente, desviando la mirada. Shun le dio un corto beso, para luego separarse de ella completamente.

—Deberíamos volver, no sabemos cuándo comience a llover de nuevo —la princesa asintió.

Ambas comenzaron a caminar de regreso a la cueva. Mientras caminaban, Chari comía una a una las bayas que había recogido antes.

No iban por la mitad del camino, cuando comenzó a lloviznar. Shun soltó un pequeño suspiro y miró a su protegida, a ella no parecía importarle demasiado la llovizna, seguía disfrutando de la caminata.

Para su suerte, la lluvia se intensificó unos cuantos minutos después de haber llegado a la cueva. Ambas se encontraban sentadas en la entrada de la cueva, comiendo las bayas mientras miraban la lluvia caer. Cada tanto, Shun desviaba su mirada hacia Chari, que se encontraba completamente concentrada en la lluvia; debía centrarse en algo más que solo su protegida, si se apegaba más a ella, realmente le dolería cuando tuviera que verla junto a alguien más. Bajó la mirada soltando un suspiro prácticamente imperceptible. De repente, sintió que la princesa colocaba su cabeza en su hombro mientras soltaba un suspiro de tranquilidad.

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