XV

38 5 1
                                    

Chari le acarició el cabello, humedeciéndolo y despeinándola un poco. Le dedicó una pequeña sonrisa, para luego darle un corto beso en los labios, haciendo que Shun volviera del transe en el que se encontraba desde hacía un rato; ya se le había hecho costumbre quedarse completamente embobada mirándola como si no existiese nada más en el mundo.

—Creo que sería mejor que nos apresuremos para continuar camino —dijo la guardia con la esperanza de que su protegida se negara; realmente no tenía muchas ganas de soltarla.

—¿Tenemos que hacerlo? —le hizo un pequeño puchero, Shun negó con la cabeza con una sonrisa de satisfacción por la respuesta que había recibido, para luego besarla.

Se pasaron unas cuantas horas en el agua, jugueteando y besándose cada vez que se acercaban. Después, ambas salieron, se vistieron y se sentaron en la orilla, aunque no permanecieron mucho tiempo allí, dado que estaba atardeciendo. Se dispusieron a buscar alguna cueva que las protegiera del frío de la noche, el rocío y el viento. Comenzaron a alejarse del río en dirección al camino que debían seguir desde un principio. Mientras buscaban un refugio, Shun juntaba ramas para la fogata.

Entrada la noche, encontraron una cueva, ya se encontraban bastante cansadas, por lo cual, ambas entraron rápidamente. Chari se sentó en el suelo soltando un suspiro de cansancio. Por su parte, Shun dejó las ramas a un lado, para luego preparar la fogata y encenderla. Cuando terminó, se sentó junto a la princesa, cruzando uno de sus brazos alrededor de su cintura atrayéndola un poco hacia ella, Chari solo sonrió tomando su mano. Miraron el fuego en silencio unos instantes; la princesa disfrutaba del rato con su guardia, mientras ésta se dedicaba a recordar cuando estaban en el río. La sensación que había sentido al tenerla pegada a su cuerpo. Sintió nuevamente el calor de antes concentrado en su rostro.

De repente, Chari levantó la mirada hacia Shun, notando que su rostro se encontraba sonrojado y tenía una mueca que no sabía identificar. Se acercó más a ella y posó una mano en su mejilla algo preocupada.

—¿Te encuentras bien? —inquirió llamando su atención, la guardia la miró sintiéndose un poco avergonzada por lo que estaba pensando.

—S-sí. —tartamudeó—. Sí, estoy bien —repitió intentando sonar convincente, pero no lo logró. La princesa la examinó con la mirada.

—¿En qué piensas?

—No puedo decirte. —desvió la mirada, la princesa infló las mejillas a modo de berrinche. La guardia la miró de reojo esbozando una pequeña sonrisa—. Eres demasiado linda cuando pones esa cara. —le acarició la mejilla, para luego besarle en la frente—. Lo siento, Chari, pero no puedo decirte. —desvió la mirada—. Al menos no ahora.

—Está bien, pero que no se te olvide, realmente quiero saber —contestó aun haciendo su puchero, Shun sonrió y besó la frente de nuevo, provocando que la princesa sonriera también.

Volvieron a quedarse en silencio, esta vez mirándose con una sonrisa en el rostro. Chari tomó la mano de Shun (que aún no había apartado de su mejilla), la apartó y entrelazó sus dedos, apretándola levemente. La guardia besó el dorso de la mano contraria, para luego acariciarla con el pulgar. Su pequeña calma fue interrumpida de repente con un fuerte trueno. Ambas se giraron rápidamente hacia la entrada de la cueva. Aún no llovía, pero seguramente lo haría pronto.

—Al menos estaremos resguardadas —comentó la guardia con la mirada en la entrada, aunque no duró mucho allí, ya que su protegida soltó su mano, para posarla en su mejilla. Cuando su guardia se volvió hacia ella, la besó. Shun correspondió al instante, volviendo a deslizar sus manos por su cintura.

—Quítate la armadura —le pidió la princesa separándose unos instantes de ella, su guardia simplemente asintió, se apartó y se quitó rápidamente la armadura. Luego volvió a sentarse. La princesa le dedicó una pequeña sonrisa, para luego volver a besarla. Shun no perdió el tiempo, la tomó de la cintura y la sentó en sus piernas. Por su parte, Chari cruzó sus brazos alrededor del cuello de su guardia.

Nuestro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora