Chari miró su kimono, las telas le parecían pesadas y estaba más ajustado que los kimonos que solía usar habitualmente. La modista examinó las prendas unos instantes, para luego salir de la habitación.
—¿Qué piensas? —preguntó girándose hacia Shun.
—Se ve bonita —musitó levantando la vista hacia ella.
Chari soltó un suspiro notando la expresión de su guardia. Quiso acercarse a ella para apartar un poco la tristeza de su rostro, pero no debía moverse de donde estaba. De pronto, la modista volvió a entrar con un shiro-uchikake en las manos. Se acercó rápidamente a la princesa y se lo colocó en la cabeza, luego hizo que se mirara en el espejo que se encontraba frente a ella. Shun bajó la mirada; realmente envidiaba al idiota de Yoichi por tener el honor de casarse con la princesa. Envidiaba que él pueda pasar el resto de su vida con Chari.
—Se ve preciosa, princesa. El joven Kokugawa es un hombre afortunado —la princesa le dedicó una pequeña sonrisa a la mujer, pero no se sentía feliz en absoluto. Miró a Shun a través del espejo, soltando un pequeño suspiro.
—Quiero quitarme esto. —le pidió a la modista, luego se giró hacia Shun—. Sakine, sal, por favor —la guardia asintió, se levantó y salió del cuarto cerrando la puerta. Chari, con la ayuda de la mujer, comenzó a quitarse el kimono. Cuando estuvo vestida con sus prendas habituales, salió del cuarto encontrándose con su guardia—. Acompáñame al jardín, guardia. —Shun asintió. Caminaron hasta la sala y, desde allí, salieron al jardín. La guardia se preguntó por qué Chari quería estar en el jardín, no era especialmente un buen día. El cielo estaba gris y corría un viento frío—. Este lugar es más pequeño que el palacio —comentó desviando la mirada hacia los guardias y sirvientes que pululaban por el jardín.
Siguieron caminando un rato hasta que una de las sirvientas le anunció a la princesa que Kokugawa quería verla sin la presencia de Shun. Chari se giró hacia su guardia y la miró unos instantes, recibiendo una seña para que fuera con su prometido, la princesa soltó un pequeño suspiro y siguió a la sirvienta hasta el lugar donde se encontraba Yoichi. Por su parte, Shun se quedó en el jardín hasta que el frío comenzó a molestarle. Decidió volver al interior de la mansión y sentarse frente a la puerta de la habitación de la princesa, donde suele estar.
Había pasado media hora cuando Chari volvió a su cuarto, Shun levantó la mirada, percatándose del ceño fruncido que tenía. Tuvo curiosidad de saber qué le sucedía, pero no podía preguntarle en aquel momento, no en donde podían escucharlas todo el mundo. Chari le hizo un ademán con la mano sin dirigirle la mirada, para luego entrar a la habitación, Shun se levantó rápidamente y entró detrás de ella. Cerró la puerta tras su espalda mientras la princesa se sentaba frente a su tocador.
—¿Ha sucedido algo, princesa? —inquirió la guardia mientras se sentaba junto a ella.
—Intentó hacer que me acostara con él con la excusa de que no podía aguantar hasta la boda. —soltó un suspiro pesado—. Lo detesto. Mi padre es un idiota por comprometerme con él. —la guardia tomó su mano y acarició sus nudillos suavemente. De repente, por sus mejillas comenzaron a resbalar unas cuantas lágrimas del enfado que sentía, corriendo su maquillaje—. P-pasa la noche aquí, n-no quiero que se meta en la habitación.
—No me moveré de tu lado, mi princesa. —le secó las lágrimas—. No dejaré que se te acerque —se acercó a su rostro y le dio un corto beso, la princesa esbozó una pequeña sonrisa; realmente le alegraba tener a Shun con ella para protegerla.
La princesa se pasó el resto del día en su habitación con Shun; no quería toparse con Yoichi. La guardia se encargó de llevarle comida a su protegida para que ella no tuviese que salir. Cuando la noche cayó, Shun se sentó en una esquina, junto a la puerta como siempre lo hacía. Por su parte, Chari se cambió el kimono por un yukata, para luego acostarse en el futón.
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Nuestro Secreto
JugendliteraturNunca pensó que su secreto, el que había guardado celosamente durante tantos años, quedaría expuesto ante la persona menos indicada. Tampoco había imaginado que ésta se convertiría en mucho más que su confidente, que calaría tan profundo en su coraz...